Histórica toma de posesión del primer Cardenal paraguayo
El Cardenal Adalberto Martínez Flores presidió la celebración solemne en la Basílica de San Juan de Porta Latina, en la víspera de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción y fiesta de la Virgen de Caacupé, muy querida por el pueblo paraguayo. Revise la cobertura completa y las declaraciones exclusivas del Purpurado
Con inmensa gratitud: así asume el Cardenal Adalberto Martínez Flores, arzobispo metropolitano de Asunción y primer Purpurado en la historia del Paraguay, la titularidad de la Basílica de San Juan en Porta Latina. Lo expresa durante su homilía en la solemne celebración eucarística que tuvo lugar en la tarde de este miércoles 7 de diciembre, en la víspera de la Fiesta de Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé y Solemnidad de la Inmaculada Concepción.
El hecho de asumir la titularidad no implica que rige o gobierna en la parroquia. Sí vela espiritualmente por ella y le sirve como sede cuando tendrá que presidir algún acto litúrgico durante su paso por Roma.
En la ceremonia participaron, entre otros, la Embajadora ante la Santa Sede, Leticia Casati, quien manifestó su felicidad por este acontecimiento insigne para el pueblo y remarcó la disposición a seguir trabajando juntos por el país.
El Cardenal Martínez y el Cardenal O’Malley
Presidida por el Cardenal Martínez, uno de los concelebrantes fue el Cardenal Sean O’Malley, quien ha tenido una presencia significativa en el camino vocacional y en la vida sacerdotal de Martínez: ha estado presente en las tres ordenaciones del Cardenal: de sus manos, el 7 de abril 1985, Monseñor Adalberto recibió la Ordenación Diaconal en Saint Croix, Islas Vírgenes (EE.UU.), y ese mismo año, el 24 de agosto, también la Ordenación Sacerdotal, esta vez en la parroquia La Piedad de Paraguay. El 8 de noviembre de 1997, Monseñor Adalberto fue ordenado Obispo, estando Mons. Patrick O’Malley entre los concelebrantes.
Tras largos años de amistad y habiendo compartido la gracia del sacerdocio y el episcopado (ambos son Arzobispos en sus respectivas Arquidiócesis), por los designios de Dios, ambos comparten ahora la misma misión en el Colegio de Cardenales.
Una misma familia: la Iglesia
En su homilía, el Purpurado se refirió a la importancia de la «hermosa e histórica Basílica», así la describió, y apuntó que, con esta ceremonia, se integra al Clero de Roma, «en plena comunión con Francisco, obispo de esta Iglesia particular y Pontífice de la Iglesia Universal».
Martínez se declaró admirador de la iglesia dedicada a San Juan Evangelista, «en cuyo texto, dijo, se inspira mi lema episcopal “Que todos sean uno” (Jn 17,21)». Y explicó:
«Según las fuentes consultadas, el martirio del apóstol Juan ocurrió cerca de la Porta Latina. Cuentan los martirólogos que, a partir del siglo VII, ya se celebraba la fiesta en honor a San Juan en las cercanías de esta Basílica. La historia de la Basílica se remonta al pontificado de Gelasio (492-496) y que fue consagrada por Celestino III en 1190. Así también, sé que ha tenido diversas restauraciones hasta lo que es en la actualidad, ya bajo la responsabilidad de los Padres Rosminianos, para devolver al edificio su antigua sencillez».
Conforme a las disposiciones del Derecho Canónico, a partir del acto de hoy, se le encomienda la misión de promover el bien de esta con sus consejos y patrocinio. Por ello, asume «el compromiso de permanecer en comunión en la oración, en el afecto y en todo cuanto podamos cooperar con sus responsables directos».
Corresponsables en crear un Reino de amor, paz y justicia
En entrevista con Vatican News, enfatizó, al igual que lo dijo en su reflexión, el sumo agradecimiento al Santo Padre con este gesto que ha tenido hacia la Iglesia en el Paraguay, que no es un «homenaje personal», advierte, sino una oportunidad para seguir construyendo juntos una Patria de hermanos como él mismo lo pide.-
Sebastián Sansón Ferrari – Roma /Vatican News