Lecturas recomendadas

Jesús y el Paradigma Relacional

 

Beatriz Briceño Picón:

Puede ser que muchos conozcan al profesor Pier Paolo Donati, sociólogo italiano que ha dedicado treinta años de su vida a dar forma al paradigma que hoy, muy cerca de la Navidad, me sugirió el título. A mí, que apenas sé poco de muchas cosas, me entusiasma, porque da luces para entender muchos fenómenos sociales y sacar consecuencias para nuestro mundo, donde Occidente quiere olvidar la centralidad de Jesucristo y se ha propuesto, entre otras muchas cosas, la carrera por el metaverso y la ideología de género, olvidando las relaciones que desde hace más de 2000 años tenemos con el Niño Dios.

Antes de continuar, pido ayuda a San Juan Pablo II, a quien siento cada día más cercano porque, además de conocerle y acompañarle, agradezco tantos regalos suyos. El Papa emérito Benedicto XVI, gran gigante como transmisor de la fe y la doctrina, nos ha iluminado para comprenderle mejor y poder así divulgar su extraordinario legado, porque el amor de Cristo nos urge. Su antropología personalista y su teología del cuerpo son un tesoro apenas descubierto.

Cuando se enrarece el ambiente por apartarse de Dios, la tecnología y cualquier aparente progreso humano nos lleva al aburrimiento y la desolación. Por esto quise proponer, en esta   Navidad, profundizar no solo en ese paradigma relacional de Donati sino en esa realidad relacional donde Jesús no sea el ignorado sino el esperado.  Como nos dijo el Cardenal Ratzinger al hablar de Juan Pablo II: “Si su primera encíclica pareció toda centrada en el hombre, sus tres grandes encíclicas se relacionan naturalmente entre sí en un gran tríptico trinitario; el antropocentrismo es en el Papa (S. JPII) teocentrismo”, porque él vivió su vocación pastoral a partir de la oración e hizo su experiencia del hombre en la comunión con Dios y a partir de esa gran relación.

Donati no siempre se queda en el marco de la sociología, sino que, como cristiano y católico, ilumina desde lo relacional la creación del hombre por un Dios trinitario.  Y con esto me basta para continuar por el camino de la fe, donde me encuentro en primer término con el bautismo. Es en ese misterio de la relación de la persona con Jesús y toda la Trinidad, donde se incoa la vocación a la plenitud del Amor.

Ahora cuando caminamos en la esperanza del Dios con nosotros, que se hace Niño en Belén, le pedimos al Espíritu Santo que aclare nuestra relación con Dios en la cuna, junto a María. El Niño Jesús es el festejado en la Navidad, es el que nos regala estrellas para que le sigamos por senderos de vida. Es la razón de nuestra esperanza y nuestra alegría. Y si le acompañamos al nacer para confirmar nuestra llamada, también le seguiremos en el trabajo ordinario y en la pasión, muerte y resurrección. En la Pascua de resurrección se entiende el nacimiento de Dios hombre. Cobra su eternidad el pesebre.

Navidad es Amor, es fraternidad, solidaridad y unidad. Navidad es reconciliación, perdón, paz y alegría. Navidad es esperanza y es confianza. Navidad es fiesta con sentido, con ilusión renovada. Navidad es volver a ser niños con cabeza y corazón. Navidad es encontrar a Dios en un establo y meternos en esa atmósfera para transformar el mundo. Navidad es desprendimiento, es entrega a los demás, es olvidar lo propio para ocuparnos de otros. Navidad es también rezar con palabras nuevas, es decirle a Jesús que no nos deje, que le queremos y que el mundo necesita reencontrarse con El. Así, ya desde ahora, hallamos la vía expedita a la eternidad que nos da el sentido del ser y la existencia.-

 

Hasta enero, después de los Reyes magos.-

 

Beatriz Briceño Picón

Periodista UCV/CNP

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