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2022: un año lleno de peligros, pero también de resiliencia

Algún alivio  debe dar ver cómo dos de las tiranías más pavorosas del planeta están mostrando claros signos de debilidad estructural

Editorial EncuentroHumanista.org:

No fue precisamente 2022 un año apacible, lleno de tranquilidades. Al contrario. En ENCUENTRO HUMANISTA reflejamos en nuestro primer número los peligros que nos acechaban; la agresión rusa a Ucrania era «una guerra contra la humanidad», y nuestro primer editorial se titulaba «El humanismo y la persona bajo ataque». 

 

La crisis en Ucrania, desde su inicio, ha sido una permanente renovación de potenciales confrontaciones catastróficas, que pondrían en peligro incluso la sobrevivencia humana. Es esencial que se mantenga el apoyo del mundo a los sufridos pero admirables ciudadanos ucranianos, y si bien son siempre bienvenidas las iniciativas a favor de una negociación entre las partes, Putin se sigue negando a aceptar una exigencia ucraniana que es previa y fundamental: el retiro completo de las tropas rusas de todo el territorio ucraniano violado por el imperialismo putiniano, durante esta confrontación e incluso en años previos.

 

La derrota rusa se está dando en todos los frentes: en el geoestratégico, en el militar y, sobre todo, en el ético. El putinismo ha intentado revivir las pulsiones totalitarias de Lenin y Stalin. Por ello la heroicidad del pueblo ucraniano representa la renovada escritura de una noble historia en defensa de los valores humanos, en especial, la innegociable defensa de un valor esencial del cristianismo: la dignidad de la persona humana.Y, con todos sus problemas y contradicciones, muchas democracias del mundo siguen poniendo el hombro a favor del humanismo y contra la autocracia.

 

 

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No es sólo la dictadura putiniana la que atraviesa por graves problemas; el año finaliza con crecientes y multitudinarias protestas contras las tiranías china e iraní. La primera refleja las contradicciones de un régimen que le da nuevos significados a la palabra “control”, y que encima se resiste a aceptar su rotundo fracaso a la hora de enfrentar con éxito al virus que en ese país se generó; la segunda es muestra de una sociedad hastiada de ver cómo una élite teocrática y misógina quiere imponer un control total sobre las mayorías, en especial a sus ciudadanas. La protesta social ha sido tal que al parecer han tenido que eliminar la muy orwelliana “policía de la moral”.

 

Algún alivio  debe dar ver cómo dos de las tiranías más pavorosas del planeta están mostrando claros signos de debilidad estructural.

Mientras, en el frente económico no cesan las alarmas: la inflación es una sombra malévola planeando sobre todo el planeta.

 

En Occidente también vemos a los populistas de diverso signo atacando  a las democracias de todas formas y maneras, con una verdad sometida a toda clase de envilecimientos. Ya la expresión “fake news” se ha quedado atrás, superada en su maldad gracias a la tecnología por la “deepfake”. Es una lucha incansable entre los hechos y las mentiras interesadas, al servicio de perversiones de caudillos antidemocráticos.

 

 

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A medida que pasaban los meses, nuevos acontecimientos alumbraban viejos pesimismos: Por ejemplo, ¿alguien recuerda cuál fue la última elección presidencial latinoamericana que no enfrentó a dos opciones extremas? En la región la moderación y el centro están cada día más ausentes, suplantados por el fanatismo y la radicalización desbordados.

En un mismo orden de preocupación, hay que mencionar los permanentes debates sobre los problemas del medio ambiente y del cambio climático. Su agravada realidad no se puede ocultar.

 Si hay una región que nos hace ser pesimistas es América Latina. Los informes de diversas agencias internacionales hablan de un claro retroceso en la defensa y protección de los derechos humanos. Asimismo, hay  preocupación y vigilancia por la creciente presencia rusa y china en estas tierras.

 

La gente se da cuenta, crecientemente, que está votando por cascarones vacíos, sin demasiadas convicciones, que se dicen pragmáticos y ni siquiera saben qué significa la cosa. La política es mucho más que la mera capacidad administrativa, que algunos muestran orgullosamente como única posible prueba de liderazgo. ¿Dónde están los valores humanistas, los que inspiraron a Adenauer, Schuman y De Gasperi para crear las instituciones de la unidad europea?

 

Es que en este tiempo post-ideológico, las acciones validan supuestas ideas improvisadas a conveniencia, no al revés. La actual clase dirigente latinoamericana se parece tanto entre sí que hace tiempo dejó de repetirse y comenzó a plagiarse. Lo peor es que la política se está agotando en el uso de nociones anquilosadas o en afirmaciones pseudo-ideológicas a partir de premisas rígidas.

 

En Cuba se acaban de realizar unas selecciones, que no elecciones (esas nunca han existido en los más de sesenta años de castrismo) donde la abstención -forma de protesta más a la mano ante la implacable represión- obtuvo nuevos avances. Cuba, desde al menos julio de 2021, no es ni será más la misma. Y la lucha debe continuar, ganando cada día nuevos apoyos dentro y fuera de la Isla.

 

La tenebrosa pareja de los Ortega-Murillo escribe día a día su propia historia de la infamia. Incluso han superado en maldad, horror y corrupción a la antigua dictadura somocista.

 

Un país -más que un país un dolor, una tragedia sin fin- es Haití. Es tal el desastre, la ingobernabilidad, la anarquía con bandas armadas controlando vastas zonas del país, que se ha propuesto incluso el envío de una fuerza militar internacional. Hasta ahora, ninguna salida tiene voluntarios dispuestos a arrimar el hombro.

 

Mientras, los venezolanos vivimos tiempos de indiferencias y descontentos, de esperanzas un día y descreimientos el siguiente, de lecturas con lupa de cuanta declaración dan amigos y enemigos, criollos o foráneos, esperando sin demasiada esperanza que la extraviada unidad de los dirigentes partidistas se logre con una claridad estratégica y táctica que supere la de los jerarcas del régimen y sus cohortes.

 

Se ha reanudado el diálogo entre la dirigencia opositora partidista y la dictadura; habrá que esperar para ver resultados que no sean lo mismo de siempre, la pérdida de tiempo -para la democracia- y la ganancia de tiempo -para la tiranía-, como ha sucedido desde que Chávez llegó al poder.

 

Un tema que debería ser más destacado y relevante es el del futuro del interinato. En este número de Encuentro Humanista el Procurador Enrique Sánchez Falcón plantea en una entrevista la necesidad de que los factores democráticos lo renueven.

 

Asimismo, más allá de la posición que cada quien tenga al respecto, hay que desear éxito a los trabajos de una comisión de primarias para escoger el futuro candidato presidencial opositor formada por ciudadanos ciertamente honorables. ¡Ojalá que de sus esfuerzos salga humo blanco unitario!

 

Resumiendo: en el mundo, pero en especial en América Latina, sobra ira y falta liderazgo. Retirada Angela Merkel, si uno se hiciera la pregunta sobre cuál dirigente político está calificado para ser considerado un líder mundial efectivo y confiable, ¿habría alguien a quien mencionar?

 

Sin embargo, es nuestro deber concluir mirando los aspectos positivos, que también los hay. Por ejemplo, en México la sociedad civil se ha alzado con fuerza para enfrentar los avances autoritarios de López Obrador, y en España las encuestas dan nuevos impulsos a favor del retorno de los verdaderos demócratas, dispuestos desde ya con líderes como Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso a defender las instituciones de la constitución de 1978, la unidad de España y los constantes ataques de un falso feminismo identitario que las agencias del gobierno de Sánchez y su partido, el PSOE (con impulsos programáticos de su socio Podemos), quiere también difundir por toda la América hispana.

Al momento de elaborarse este editorial, la democracia da varias muestras de resiliencia, de capacidad de defenderse: en Alemania son detenidos unos conspiradores acusados de querer acabar con las instituciones democráticas, y en el vecino Perú el ya detenido expresidente Pedro Castillo intentó un acto final de locura, un autogolpe que disolvía todos los poderes, pero en cuestión de horas fue abortado. Los problemas sin duda continuarán en esa nación hermana, por décadas  muy inestable, pero la democracia supo evitar un nuevo, y grave, salto al vacío.

Como ha destacado el analista Fareed Zakaria: «la democracia es frágil a su manera, pero este es un buen momento para considerar sus puntos fuertes; ha resistido la prueba del tiempo durante dos siglos y medio. ¿Alguien cree que los sistemas ruso, chino o iraní durarán tanto tiempo? Winston Churchill ha sido seguramente reivindicado en su creencia de que la democracia es la peor forma de gobierno, excepto todas las demás».-

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