Opinión

Primarias y presidenciales: salvación o desilusión?

Egildo Luján Navas:

Venezuela siempre ha sido complicada y controversial. Hasta el origen de su nombre tiene DOS versiones. La primera y más conocida -y aceptada- es la de que Américo Vespucio, por semejanza   con Venecia, y en respuesta a una similitud bondadosa de su parte, utilizó el término «Venezziola», que viene a significar «Pequeña Venecia»para, a partir de allí, darle espacio a la  palabra de donde derivaría el nombre de «Venezuela».

La segunda versión, presuntamente, lo daría el hecho de un origen indígena, según obras de Martín Fernández y de  Antonio Vázquez. Ellos  aluden que el nombre deriva de la palabra autóctona indígena, el cual significa «Agua grande». Oportuno mencionar, por cierto, que, coincidencialmente, Venezuela es uno de los países con las reservas hidrográficas más grandes del mundo. Un hecho que, desde luego, crea condiciones para que cualquier lector pueda derivar sus propias conclusiones.

A partir de tal origen, lo cierto es que esa misma Venezuela es la que hoy es gobernada por una estructura administrativa que los hechos la califican de régimen dictatorial,  variado y diverso en sus respectivos nichos o parcelas  de poder con divisiones, rivalidades y diferencias  internas.  Sólo que, contrariamente a lo que plantea la visión e interpretación opositora, es una variable convenientemente para ellos, ya que acostumbran a «lavar sus trapos sucios en casa», a la vez que  se mantienen en un solo frente.  Todo lo contrario a lo que sucedió en el seno opositor, cuando supo mantenerse  unido hasta el año 2015, cuando logró ganar por abrumadora mayoría las elecciones parlamentarias.

Hay que señalar que, a partir de ese triunfo, y luego de registrarse la opción de  proliferar la posibilidad de múltiples cargos, como de poderes políticos, pareciera que el sabor de la victoria y del predominio de otras ambiciones,  se produjo el hecho contaminante  que haría posible un proceso de diferencias, disputas, además de ansias de poder.  Y, lo que es peor, aún, emerge  un brutal contagio viral de «PRESIDENCIALITIS». Mejor dicho, de la situación que ha aprovechado el régimen, para, hábilmente,  utilizar todo tipo de argucias, haciendo posible la división, el llamado  «alacreamiento» partidista,  y materializando la fuerza destructiva  lo suficientemente funcional, para  corromper, desprestigiar, inhabilitar,  además de minar posibilidades, como de atizar el rechazo y la abstención al voto de parte de la sociedad civil, como del pueblo en su expresión organizada.

Constitucionalmente, en el 2024 deberían sucederse elecciones presidenciales. Y, adicionalmente, se debe intensificar la presión del factor internacional, hacienso trabajo de  presionar para que  así se decida y se encamine constitucionalmente el país. Con tal propósito, y en respuesta a una pragmática equidad, la oposición está llamando a unas elecciones primarias, para elegir un a un  candidato ¿UNICO?. Se trataría de  elecciones para las cuales ya se asoma «N» cantidad -o decenas-  de aspirantes que, en su mayoría, salvo algunas excepciones y según las encuestas que se han organizado a nivel nacional,  registran un gran rechazo a nivel popular. ¿Motivos?:  unos por no evitar acusaciones de ser corruptos, otros por errores cometidos, o por inexperiencia, entre otras causas.

¿Y en qué se traduce el hecho?.  Lamentablemente, en que,  lejos de entender y de  aceptar tan adversa situación, como de trabajar para lograr la unión fuerte y mayoritaria de la oposición, para  ir a un consenso con un candidato único, tampoco se trabaja en lo que se necesita. Y es en seleccionar entre los más aceptados y capaces, para que concurran a una primarias, y  elegir al mejor candidato como el paladín representante de la oposición; especialmente, apoyado en una verdadera posibilidad de triunfo, y cultivando y preservando la unión todo el tiempo. Apena decirlo, pero les resulta más fácil, cómodo y hasta evidente  su accionar  haciendo todo lo contrario, con la devoción al culto a permanentes rivalidades, acusaciones e intrigas.

Esa es la evidente y acusatoria realidad. Desafortunadamente, el comportamiento lo proyecta con la presencia de una  multiplicidad de candidatos, a los que se les aprecia obedientes a la tendencia de seguir respondiendo a la denominada  PRESIDENCIALITIS. A la misma que se proyecta,  aguda e independientemente, sin que mucho importe  el hecho de de estar o no capacitados  o apoyados para tal fin. Ya que sólo se manifiestan  animados por la  pura ambición personal, a la vez que se  ignora que  la única meta deseada por casi todos los venezolanos, es la de  recuperar al país, como de salvar a la Patria.

SEÑORES DIRIGENTES Y LÍDERES POLÍTICOS, RECAPACITEN. CON TANTOS FACTORES ADVERSOS,  SE PUEDEN PERDER LAS ELECCIONES. PERO, ADEMÁS, DE QUE  SE LEGITIMARIA EL RÉGIMEN.

FELIZ NAVIDAD PARA TODOS Y QUE DIOS NOS BENDIGA A LOS VENEZOLANOS

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