Lecturas recomendadas
He estado pensando… en el Dios de las sorpresas
Necesitamos que Dios nos sorprenda
Padre Alberto Reyes Pías, sacerdote cubano:
He estado pensando en el Dios de las sorpresas.
Cuando comienza un año solemos desearnos muchas cosas buenas: salud, prosperidad, bendiciones
de todo tipo… Yo he mandado a muchos mis buenos deseos, y de muchos los he recibido. Y de los recibidos, uno en particular me ha resultado novedoso y esperanzador: “Que Dios te sorprenda”.
Confieso que es el mensaje al cual se ha aferrado mi esperanza. Mi esperanza de que este sea un año mejor para nuestro pueblo; porque el presente es sombrío y, desde el punto de vista meramente humano,
en el futuro inmediato de Cuba no existe la luz.
Empezamos el 2023 con los mismos discursos vacíos y ridículos a los que ya estamos acostumbrados: esforzarse, luchar, ser creativos, hacer más con menos… en fin, versiones múltiples del “resistir y vencer”, que no es sino un modo solapado y cínico de decir que no habrá una apertura a la libre creación de riquezas, pues esto sólo es posible en un sistema descentralizado que permita protagonismo a la iniciativa privada y que incluye la facilitación de medios para que esa iniciativa pueda florecer. “Resistir y vencer” no significa otra cosa que “tendrás que sobrevivir como puedas”, hasta que termine este año y se te repita lo mismo de otro modo.
Así pues, al parecer, empezamos el 2023 sin eso que llamamos “voluntad política” para que en Cuba
se realice un cambio que permita un mejoramiento real de la vida de la gente.
Empezamos el 2023 con las cárceles llenas de presos políticos, sobre los cuales no parece que haya una intención de amnistía.
Empezamos el 2023 con un alto grado de robo y violencia, que no se justifica, pero ante el cual hay que comprender que cuando se cierran o se dificultan en extremo los caminos normales que permiten
obtener el dinero y los medios necesarios para la vida, se despierta lo peor del ser humano y se desdibujan con rapidez los límites que nos conservan humanos.
Empezamos el 2023 con lo básico convertido en un problema: la comida, las medicinas, el transporte… con una inflación galopante y, aparentemente, imparable, con los días convertidos en una
agobiante carrera de obstáculos para conseguir lo puramente necesario para la vida.
Empezamos el 2023 con un pueblo en fuga, que cada vez más concibe la emigración como el único
modo de resolver sus problemas, una fuga que deja tras de sí separaciones, soledad, tristeza y un país cada vez con menos jóvenes.
Empezamos el 2023 con un pueblo que no parece mirar a Dios como Aquel que puede marcar un camino diferente, un pueblo que da la impresión que acude a Dios cuando necesita algo, pero que no parece haber entendido que nuestra oscuridad como nación empezó el día en que le dimos la espalda y aplaudimos una ideología que proclama la inexistencia de Dios y las maravillas de un mundo donde “por fin” se destierra a Dios.
Y ante todo este panorama, tenemos la impresión de un gobierno que o no parece darse cuenta de la situación de este pueblo, o ha decidido ignorar esa situación, ofreciendo solamente consignas de batalla, imágenes paradisíacas de un país feliz y próspero que sólo existe en la televisión, y leyes represivas que advierten muy claramente que no se tolerarán voces ni actitudes discordantes.
No podemos dejarle todo a Dios, porque Dios trabaja en equipo. A nosotros nos toca hacer todo lo posible por vivir en la verdad, por defender la justicia, por reclamar una y otra vez nuestro derecho a una
vida digna, libre y próspera. A nosotros nos toca desterrar la violencia y las actitudes agresivas, nos toca hacer todo lo posible por ayudar al otro y no aprovecharnos de su necesidad. A nosotros nos toca aprender a volver el corazón y el rostro a Dios.
Pero más allá de todo eso, es verdad que necesitamos que Dios haga sentir su mano sobre este pueblo, que Dios intervenga para que este país se destrabe, que Dios rompa la oscuridad en la que vivimos y nos traiga la luz. Sí, necesitamos que Dios nos sorprenda.-