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¿Puede alcanzarnos Jesucristo?

¿Cuál considera que es la mejor lección magistral que deja el Papa emérito aplicado al carisma del Opus Dei?

Beatríz Briceño Picón:

Nuestra sociedad vive un momento único de la historia de la Iglesia. De alguna manera todos estamos involucrados, en menor o mayor grado, en esta ola de gracias que hemos visto sucederse alrededor del viaje a la eternidad de Benedicto XVI. El día 5 de enero pasado, millones de personas nos unimos en el corazón del Vaticano, donde  también está el corazón de nuestra Madre, para implorar la conversión o la afirmación de cada bautizado en el seno de la Santísima Trinidad. La plaza mayor de la cristiandad, engalanada aún de Navidad, reunió a miles de personas, de todas partes del mundo, para la celebración de la Santa Misa y dar el último adiós a los restos de ese Papa santo que fue alcanzado por Jesucristo desde su infancia. El Papa Francisco presidió la ceremonia que estaba en su agenda desde el año 2013. Cada año que pasaba, desde entonces, seguramente supuso para él una entrega más, un acto de confianza en la Providencia.

Se ha escrito mucho sobre el Cardenal Ratzinger, sobre el Papa Benedicto, sobre el Papa emérito y todo lo que ha significado su vida para la Iglesia católica en la segunda mitad del Siglo XX y en estos años del XXI. El tiempo irá decantando la grandeza de este hijo de la Baviera, cuya obra ha aportado una luz extraordinaria al mundo entero. El Señor le alcanzó  por su gran corazón y por su inmensa fe, por su humildad y su caridad. Su inteligencia preclara es un regalo, que él supo compartir con todos. Fue un auténtico maestro que enseñaba desde el amor y por amor. No hubo en su vida visos autorreferenciales. Lo suyo era servir a la verdad, el bien y la belleza, desde la sencillez y la libertad.

Confío que en estos momentos fuertes, donde también están hablando desde las tinieblas del ateísmo o el relativismo reinante, mantengamos el ánimo para bucear en su legado. Son cuatro partes, al  menos, que deben analizarse: la de su formación y docencia en Alemania, la segunda, en Roma donde se unieron Ratzinger y San Juan Pablo II; luego ocho años de pontificado fecundo y difícil; tiempo donde terminó de cocinarse  la ideología de género, que venía a fuego lento, y tantas otras desviaciones  derivadas de una falsa libertad… Por último su dimisión  en 2013 cuando empezó una convivencia espiritual de casi diez años, en cercanía orante, con el Papa Francisco. Experiencia inédita para todos.

Ahora me detengo en ese modo suyo de presentar su vocación concreta: ser alcanzados por Jesucristo. Se lo he escuchado muchas veces, también, al actual prelado del Opus Dei, quien trabajó veinte años junto a él. Concretamente al responder en una entrevista, que le hicieron estos días, sobre el Papa Benedicto, leemos:

¿Cuál considera que es la mejor lección magistral que deja el Papa emérito aplicado al carisma del Opus Dei?

Me viene muchas veces a la cabeza aquella afirmación en la Misa de inicio de su pontificado: No hay nada más bello que dejarse alcanzar por el Evangelio, por Cristo. Es como  un resumen de lo que debería ser la vida de un cristiano, de un católico y, por  tanto, de cualquier persona del Opus Dei. Como gustaba recordar a Benedicto XVI,  la felicidad tiene un nombre y un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía. Para todos los católicos del mundo, pienso que otra lección importante es la de su  amor a la Iglesia y al Papa…

Podría seguir horas y horas recordando vivencias y estudios sugeridos por este grande, no solo de la Iglesia sino de la cultura universal. Pero hoy solo quiero conversar con Dios, y con quienes compartan estas líneas, sobre las experiencias de las catequesis  que realizó toda su vida, para ser apóstoles enamorados, capaces de dejarnos alcanzar por Cristo, como los primeros cristianos, y facilitar así que muchas personas construyan un mundo amoroso que sea camino hacia la buena eternidad.

Gracias a Dios y a todos, por invitarnos a estas jornadas de esperanza y fe.-

 

Beatriz Briceño Picón

Periodista UCV/CNP

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