Desastre y confusión
Gloria Cuenca:
Casi nunca tengo que parar cuando empiezo a escribir. Las ideas pensadas de antemano fluyen; corrijo a fondo, no siempre escribo correctamente, o con la claridad necesaria. Los recientes acontecimientos me ponen en un estado que no quisiera seguir sintiendo ni por segundos: paso de la tristeza a la rabia, de la confusión a la angustia. Aparece una pequeña esperanza. Un maremoto de emociones en pocos momentos. Lo relativo a Venezuela me gusta, me asusta, me apasiona o me descontrola. Estoy en Miami de visita a mis hijos y nietos. Siempre a la espera de las informaciones noticiosas del amado y añorado país. Sin embargo, ante la alegría que me produce la protesta casi unánime de los maestros y profesores, no puedo dejar de pensar en nuestros líderes que unos días antes defenestraron al gobierno interino.
Espero no ser ingenua. Me pregunto ¿Será que actuaron así, porque fueron presionados o amenazados con algo? De lo contrario, ¿Llegaron a acuerdos extraños, que no pueden rebelar? Lo peor, se me ocurre, sus bajas pasiones, el ego disparado, su competencia insana, su codicia y obsesión por dinero y poder, los condujeron a donde hoy se encuentran. De ser así, ¡qué vergüenza! Sin embargo, serán castigados. La vida es implacable y no se la puede engañar, máxime cuando Dios, Nuestro Padre está vigilante de lo que ocurre.
La cuestión, sigue siendo la falta de transparencia. Uno de los grandes obstáculos para que el pueblo, siga a cualquiera de ellos. Lo más dramático y difícil es que se pierde la confianza. ¿Por qué actuar de la manera que tanto se critica? ¿Cómo es posible que repitan los mismos errores? ¿No se dan cuenta? Percibimos los ciudadanos lo que pretenden: “Quítate tu, para ponerme yo”. ¿No se han percatado del terrible sufrimiento humano que ha padecido el venezolano? Esto no es cosa de juego, menos de guachafita. Enfrentamos a un régimen despiadado y cruel, que no les importamos los nacidos aquí y cuyo único afán es hacer dinero, de mala manera; mantenerse en el poder y someter a la ciudadanía a sus malos instintos.
No es sobre el régimen que escribo esta semana. La mortificación, refiere a las acciones de los líderes de la oposición, del G3 en concreto. Demuestran la desconexión inmensa que tienen del auténtico pueblo, y sus necesidades. Se preocuparon por su “guerrita interna”; mientras de la nada, (sin líderes) surgieron manifestaciones en todo el país en protesta por el hambre. Piden aumento de salario, o dolarización del mismo, más propiamente; esto ha ocurrido sin que los “peleones y manipuladores” líderes de la oposición hayan percibido o hayan hecho algo para estimular el momento trascendental que ha vivido el país a comienzos del año.
De norte a sur, de este a oeste, los maestros, los trabajadores, los profesores, los obreros, la gente de salud, salió a la calle desesperada por la terrible situación que se vive. Hemos escuchado a la valiente Elsa Castillo, a una muy sincera mujer del pueblo zuliano, a la Profesora Carmen de Margarita, dando la cara y corriendo el riesgo. Llega por las redes y nos enteramos, de cómo va todo. Insisten en atacar y reprimir la libertad de expresión desde el gobierno, y la colega Carola Briceño, resulta amenazada y acosada por no someterse a los designios del régimen. ¡Cómo olvidan la belleza de nuestro artículo 57: “Todos tienen derecho de expresar su pensamiento…” ¡Que obsesión porque no se reduzca la incertidumbre! Menos se sepa la verdad de todo lo que tristemente ocurre en nuestro amado país.
Sin embargo, no debo desviarme de mi propósito, ni del tema de la debacle ocurrida contra el gobierno interino. Llegué al punto de la fábula de la zorra y las uvas, “están verdes me dije”. No obstante, no me sentí segura de que estuvieran verdes, las volví a revisar. ¿Qué encontré? estaban pintonas. La dirección política en la que por largo tiempo creí, no estaba madura para acceder al poder, mucho menos preparada para lo que hay que enfrentar cuando la banda de pillos al fin abandone el poder, por una razón u otra.
Levantar a esta nación, en la condición que se encuentra, no es tarea para gente con intereses subalternos, suficiente con los que desgobiernan al país. No sirven para nada. Se requiere gente preparada, madura, crecida y desarrollada. Los demás fracasarán en el intento. Lo peor que puede pasar es caer en manos de otro demagogo o populista. Imprescindible, personas formadas en muchos ámbitos de la vida. Los muertos de hambre tampoco sirven, quieren sacarse el hambre con la riqueza del país. Acomplejados y con falta de autoestima no cumplen con los requerimientos para lograr superar la tragedia. Imprescindible preparación, formación y educación. Liderazgo consciente y asumido. Deseo de servir efectivamente. Amor por la Patria y buena voluntad. ¿Qué más decir? ¡Dios nos proteja de aspirantes chimbos y nos de inteligencia a nosotros para seleccionar al mejor!.-