Entrevistas

«Patética» actitud europea de complicidad ante la alerta humanitaria de los cristianos armenios

La escritora Antonia Arslan denuncia el genocidio que se prepara en Nagorno-Karabaj

La próxima guerra podría estallar en el Cáucaso, entre Armenia y Azerbaiyán. Es una profecía fácil sobre una crisis de la que ya pocos hablan. Desde hace más de un mes, Nagorno Karabaj, un trozo de la Armenia histórica incrustado en Azerbaiyán, está completamente asediado y la población carece de medios de subsistencia.

Con el pretexto de una manifestación ecologista, los azeríes cerraron el corredor de Lachin, impidiendo la llegada de alimentos, combustible y productos de primera necesidad procedentes de Armenia a los 120.000 armenios que viven en la región (independiente de facto, aunque no reconocida internacionalmente). La situación humanitaria es crítica. Literalmente, falta de todo, en medio del duro invierno de las montañas del Cáucaso.

También es imposible no ver el aspecto religioso del largo conflicto que estalla intermitentemente desde hace treinta años. Nagorno Karabaj (Artsaj) es un enclave cristiano en el Azerbaiyán musulmán. Y forma parte de un conflicto más amplio, con Armenia, tradicional aliada de Rusia, enfrentada a Azerbaiyán, apoyada por Turquía.

La escritora Antonia Arslan, autora de la célebre novela sobre el genocidio armenio La casa de las alondras, es una de las pocas voces que en Italia dan la voz de alarma sobre la crisis del Cáucaso. Stefano Magni la ha entrevistado en La Nuova Bussola Quotidiana, señalando el extraño silencio de la prensa occidental y cómo «una terrible alineación» de acontecimientos y coyunturas internacionales hace que el mundo entero dé la espalda a su pueblo.

-Antonia Arslan, ¿estamos en el umbral de una nueva guerra?

-Armenia está debilitada y, desde luego, ni siquiera sueña con atacar. Desgraciadamente, por el otro lado, Azerbaiyán, con la Guerra de los Cuarenta Días en 2020, ha demostrado que está armado hasta los dientes, con equipos de última generación. Si su presidente, Ilham Aliyev, decide atacar, poco podemos hacer para detenerle. Espero de todo corazón y rezo para que esto no ocurra. La situación es muy delicada, entre otras cosas porque la guerra en Ucrania sigue abierta.

-¿Cómo viven los armenios su alianza con Rusia?

-Con mucho resentimiento. Porque los armenios se sienten abandonados. La sensación común es de aislamiento. La política del Cáucaso y las regiones vecinas es muy compleja, es un entramado de nacionalismos, viejos rencores, odios religiosos, y todo lo que ocurre en un frente repercute en otro. Rusia ha atacado a Ucrania y está muy comprometida en ese frente. Mientras que el alto el fuego de 2020 en Armenia se debe a la intervención de Rusia, que sigue desplegando tropas de interposición entre Azerbaiyán y lo que queda del Karabaj independiente. Por el momento no están realmente en condiciones de intervenir.

Plano de Nagorno-Karabaj.

La situación en Nagorno-Karabaj. El bloqueo del corredor de Lachin y el control azerí de los aeropuertos mantiene el territorio aislado en pleno invierno, con absoluta escasez para los asediados armenios. Mapa: BBC.

-El último bloqueo del corredor de Lachin ha durado más de un mes…

-Efectivamente, esta es la cuestión. Desde 2020 y de manera regular, la carretera de Lachin siempre ha estado bloqueada, por periodos cortos, incluso de un día. La novedad es este bloqueo prolongado, que está provocando una terrible situación humanitaria. No se puede entrar ni salir de Karabaj ni siquiera por aire, porque todos los aeropuertos están ahora bajo control azerbaiyano y es imposible burlar el bloqueo. Solo se permite el paso a la Cruz Roja, pero solo ha podido cruzar el bloqueo cinco veces, según fuentes periodísticas sobre el terreno. Los productos de primera necesidad están racionados, la fruta y la verdura han desaparecido. Estamos en el Cáucaso, es pleno invierno y todo lo que viene de Armenia está bloqueado.

-¿Cómo sobreviven los armenios de Nagorno Karabaj?

-Como montañeses. Valientes, aferrados a su tierra como ostras en una roca, se las apañan, se las arreglan, no se quejan. No hay calefacción, las escuelas están cerradas: intentamos reabrir nuestra escuela en Stepanakert [escuela de formación profesional armenio-italiana Antonia Arslan]. Estos son los armenios del Cáucaso: los más auténticos, los que no sufrieron genocidio porque estaban bajo la Rusia zarista y no bajo el Imperio otomano. Pero ahora están bajo una amenaza constante de genocidio, una amenaza declarada. Erdogan lo dijo alto y claro: «Debemos terminar la obra iniciada por nuestros antepasados». El odio cultivado se practica con la destrucción de todo rastro de memoria armenia: eliminan las letras armenias cinceladas de las paredes, destruyen las iglesias. Como reacción, los armenios quieren quedarse y resistirán mientras puedan.

Antonia Arslan.

Antonia Arslan (n. 1938), antropóloga, profesora y escritora italiana de origen armenio, es una incansable defensora de la identidad cristiana de este pueblo y de la verdad sobre el genocidio del que fue objeto a manos turcas hace un siglo.

-Las destrucciones de las que habla no son algo arcaico…

-Algunas son muy recientes, posteriores a la guerra de 2020. Hay fotos que nos muestran explanadas donde antes había iglesias. Y esto ocurre en todos los territorios conquistados. Pero el ejemplo más significativo está en otra región, Najicheván, sobre la que el profesor Aldo Ferrari [catedrático de literatura armenia en la Universidad de Venecia] está preparando un libro muy importante. Habitada por una mayoría de armenios, había sido concedida a Azerbaiyán por Stalin. Los armenios, desde los albores de la URSS, fueron expulsados de Najicheván, hacia Armenia, con la que limita. Todas las huellas de la presencia armenia -edificios, iglesias, cementerios- fueron sistemáticamente destruidas. Una serie de fotografías muestran cómo, por ejemplo, en el emplazamiento de las Siete Iglesias había una explanada cuyos cimientos son aún son visibles. Ahora ni siquiera esos son visibles. Según los azerbaiyanos, esa zona «nunca ha estado habitada por armenios». El último cementerio histórico del que tenemos fotos, el de Julfa, fue arrasado con uso masivo de explosivos en 2007. Era el último vestigio de un cementerio armenio cuyas primeras tumbas databan del siglo VIII. Ahora es una explanada desnuda y estéril.

Un completo análisis de France 24 sobre la crisis en Nagorno Karabaj.

-¿Es este el destino que le aguarda también a Nagorno Karabaj?

-Es lo que ocurrirá también en Karabaj en el momento en que los últimos armenios decidan marcharse. Desaparecerían magníficos monumentos milenarios, donde se han encontrado frescos, yacimientos arqueológicos de inmensa importancia. Tememos por el monasterio de Dadivank, del siglo IX, en manos de los azeríes desde 2020, donde antiguos frescos de extraordinaria belleza fueron redescubiertos en 2014 por el arquitecto armenio Arà Zarian y la restauradora belga Christine Lamoureux. No se destruyó por ser demasiado famosa. Pero existe el riesgo de que, una vez se haya calmado la atención mediática, siga el camino de las demás iglesias.

-¿A qué se debe la falta de atención de los medios de comunicación al Cáucaso?

-En mi opinión, se debe, sobre todo, a la falta de atención de la Unión Europea. No solo guarda absoluto silencio, sino que, lo que es peor, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, fue personalmente a dar las gracias a Aliyev en Azerbaiyán por la venta de gas. Ahora bien: la venta (no el regalo) de gasolina ya es un intercambio. ¿Por qué ese «más» de agradecimiento público, por qué arrodillarse con escenas patéticas? ¿Dónde ha ido a parar la gran diplomacia europea? Por otro lado, Azerbaiyán ha ejercido una gran presión sobre el Parlamento europeo. Y muchos eurodiputados han cambiado de actitud y opinión de la noche a la mañana, como en el caso de Qatar. Otra razón es un cierto reflejo condicionado causado por la guerra en Ucrania. Dado que los rusos están en el bando de los malos, ¿lo que hacen en Armenia también es malo?

-¿Y por qué el Vaticano también parece tan distante?

-Azerbaiyán también financió la restauración de las catacumbas (las de los santos Marcelino y Pedro y luego las de Commodilla) en Roma, una obra por la que se expresó gran gratitud. Azerbaiyán se presenta entonces como un país en el que la libertad religiosa está plenamente garantizada. Esta fascinación también afecta a la política italiana: inmediatamente después de la Guerra de los Cuarenta Días, un nutrido grupo de parlamentarios de todos los partidos se desplazó a Bakú (subrayo: todas las fuerzas políticas) para rendir homenaje. Y todas estas manifestaciones, que nosotros consideramos solo «escaparates», son símbolos que valen más que mil palabras para los pueblos de Oriente Próximo. El gesto de Erdogan de dejar a Von der Leyen sin silla, por ejemplo, no es solo un gesto grosero, sino un símbolo. Al igual que el homenaje de los políticos italianos es un símbolo. Y la conferencia internacional celebrada en Shusha, encrucijada histórica de la Ruta de la Seda, ciudad en manos azeríes desde 2020, cerca de Stepanakert, es también un poderoso símbolo: todos los embajadores fueron invitados, solo unos pocos se negaron (Francia, Estados Unidos y algunos más) e Italia estuvo presente.-

Traducción de Verbum Caro.

ReL

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