Opinión

Los titiriteros montando las primarias

Egildo Luján Nava:

La complicada y prolongada situación sociopolítica que vive Venezuela, ha quedado como ícono o advertencia de lo que no debe ocurrir, o que no lo sufra ningún país civilizado y democrático del mundo. ¿Por qué?: porque queda como un retrato fiel acerca de lo que traduce el hecho de la presencia activa de cómo un gobierno comunista logra arruinar, destruir y de destrozar, en corto tiempo, a expensas de  una población a la que se le obliga a emigrar, dejar de ser expresión de un país rico y próspero. Pero, además,  para luego pasar a ser manifestación testimonial de los errores que no debe cometer una oposición democrática, mientras manifiesta que, la suya, es la fórmula ideal para salir de un régimen tiránico,  dictatorial, a la vez que valida la recurrencia a ciertos intereses partidistas o personales por encima de los intereses de la nación, e impide el logro de la necesaria unidad de la expresión de lo que es y traduce la ventaja de la unidad de todos los opositores.

El país, penosamente, no exhibe hoy nada distinto de lo que realmente es y describen los estudiosos locales, continentales e internacionales: es la expresión innegable de lo que traduce y evidencia el hecho de ser  una nación arruinada. Y no, necesariamente, porque es esa la tesis y el elemento propagandístico útil para descalificar a quienes gobiernan. No es así. Es la verdad inobjetable de lo que traduce el ser la expresión desprestigiada de todo lo que traduce lo malo que se hace, para luego no liberarse de lo que equivale lo inevitable: lo evidente de descalificarse  en todos los aspectos sociales y económicos de la vida nacional.

A la vez que, adicionalmente, esa misma Nación flota en sus fracasos y deficiencias, como el  todo que traduce el hecho de quedar imposibilitada de aplicar en  financiamientos a nivel de la banca privada e instituciones financieras internacionales, por lo más pesado, a Venezuela, como si fuera poco todo lo antes descrito, también se le acusa de ser un país forajido relacionado con guerrillas, el ostentoso negocio del narcotráfico y el blanqueo de capitales. Desde luego, conocido lo anterior, tiene su propia jerarquía el hecho de que a sus autoridades gubernamentales, en lo personal, hayan sido señaladas y acusadas en tribunales internacionales por varios delitos y violaciones a los derechos humanos, mientras que distintos nombres han venido siendo objeto de ofertas millonarias en dólares, como recompensa por su captura.

Con especto al desenvolvimiento de la llamada oposición contraria al régimen dictatorial venezolano en su lucha por derrotarlo y liberase de él, hace tres años que logró triunfar electoralmente ante la expresión oficialista, lo que le permitió obtener una mayoría parlamentaria y de nombrar a un Presidente Interino con el reconocimiento, la atención  y el apoyo de varias decenas de países democráticos amigos a nivel mundial, incluidos los Estados Unidos, Canadá, Europa y gran parte de la América Latina, entre otros.

Desafortunadamente, esa misma oposición políticamente vencedora, en el transcurso de los últimos 7 años, luego de haber conquistado la Asamblea Nacional en diciembre del 2015, cometió muchos desatinos y desviaciones, permitiendo que la ambición personal convirtiera sus partidos políticos en franquicias de beneficios y dividendos. ¿Consecuencia?: su desenvolvimiento dio pie a sonados casos de presunta corrupción y de malversación de fondos (Monómeros, Odebrech, Compra de plantas eléctricas, etc). Además de que incurrió en la reedición de los vicios de sus conocidos  opositores. ¿Por qué?: Porque permitió o facilitó el delicado hecho de concentrar  el ejercicio  del poder alcanzado, en un círculo cerrado de partidos (4-G), hoy (3-G) argumentando ser mayorías en desmedro de otros tantos de la oposición.

Ante el hecho, era inevitable que se provocara la ruptura de la llamada expresión unitaria, se produjeran divisiones internas en los principales partidos políticos, además de inhabilitaciones. Es decir, en un acontecimiento suficiente para que  aflorando un nuevo género de opositores afectos al régimen, y que la población venezolana denominó «ALACRANES», y suficiente para que los hechos alrededor del caso, en general,  proyectara la situación de un nuevo triste ejemplo cargado de desprestigio, como de suspicacias y de rechazo popular de los partidos, como de sus líderes integrantes.

Constitucionalmente, en el 2024 se deben realizar elecciones Presidenciales. Una parte de los partidos opositores está proponiendo la celebración de unas elecciones primarias para escoger, entre ellos, a un candidato único, en representación de esa oposición. Lamentablemente, el desencanto de la mayoritaria sociedad civil, en cuanto a los riesgos de que puedan surgir candidatos de los partidos tradicionales en connivencia y/o supeditados a una dudosa sumisión al régimen, como de pugnas internas, además de descréditos y de acusaciones mutuas, como si fuera poco, deja entrever la posibilidad de que el proceso de primarias se realice  a través del Consejo Nacional Electoral del régimen.

Y eso, además de que no ofrece garantía ni credibilidad, entonces, tampoco se pudiera plantear un proceso  que lo distinga un efecto transparente. Cuando, posiblemente, lo que sí pudiera considerar el electorado nacional y la observación internacional, es que el hecho, en conjunto, evidencie una real consecuencia: el VATICINIO de una gran abstención ante tales elecciones primarias, además de sembrar la duda sobre un evento que pondría en peligro tales comicios.  Sin olvidar que condenaría a la Nación a posponer la posibilidad de celebrar nuevas elecciones presidenciales, salvo que la presión internacional reafirme su decisión de presionar y de ayudar a lograr que en Venezuela, algún día, se ofrecerán condiciones reales y serias para que la Democracia regrese al país

Es evidente, el proceso de primarias y de elecciones presidenciales sólo se podría realizar SIN la intervención del actual CNE. Se tiene que dar con base en un sistema electoral propio, que goce de garantías de inviolabilidad, AUDITABLE, y que arroje el resultado sin dilación, sin puntos rojos o Plan Republica. Y, de igual manera, que permita votar a todos los venezolanos mayores de edad, tanto residentes en el exterior como en Venezuela; hecho que es perfectamente factible, seguro, inviolable y de bajo costo. Nadie puede decir lo contrario, y es que si existe un elemento con el que se puede trabajar, es con un sistema digitalizado vía celular, con verificación de rostro, cara y huella, ya reconocido por las Naciones Unidas y actualmente utilizado en muchos procesos electorales a nivel mundial.

Ir a un proceso electoral para que sean los ciudadanos los rectores de su destino, se perfila como la única salida pacífica y democrática para rescatar y encausar a Venezuela. No obstante, para ir a un proceso electoral en armonía y paz, tiene vigencia y mucha aceptación  la tesis de nombrar POR CONSENSO a una Junta de Gobierno,  conformada por representantes de la Sociedad Civil, Fuerzas Armadas, Sector Empresarial, Trabajadores y al Sector político de ambos bandos. Sin duda alguna, es la alternativa práctica para que se estabilice el país y reine la paz, antes de ir a un proceso de elecciones.

Que Dios nos permita seleccionar el camino apropiado.-

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