Quijote de la Educación
A cien años del nacimiento de este maestro encuentro que hay un doloroso olvido
Felipe Guerrero:
La patria agradecida recuerda que en los días iniciales de este mes de febrero se conmemora el centenario del nacimiento de LORENZO MONROY, un ilustre venezolano que inició su peregrinaje terrenal el Cinco de Febrero de Mil Novecientos Veintitrés en Altos de Alineadero, en las cercanías de Rubio.
Al revisar la vida y obra de este maestro, formamos un sólido manojo de recuerdos que le otorgan un sitio prominente a este educador. Su presencia física en medio de nosotros se cerró el 12 de Agosto de 1998, cuando un absurdo accidente, sesgó la vida de este intelectual.
A cien años del nacimiento de este maestro encuentro que hay un doloroso olvido. Se ha generalizado la ausencia del justo reconocimiento a quien brindó luces para iluminar los caminos de la patria. Resulta obligante tomarse el tiempo que sea necesario para expresar la justiciera gratitud a su obra, de manera particular en estos tiempos donde diariamente se adultera la historia para borrar todo rastro de nuestro pasado civil y democrático.
En el Centenario de su nacimiento, esta sencilla reflexión no es nuestro homenaje, su homenaje es la obra que él realizó y la que muchos otros maestros en los liceos, en el Colegio de Profesores y en la Universidad, han hecho y hacen inspirados por su testimonio de servicio.
Hoy, más que nunca, adquieren valor las sabias palabras dichas por Gabriel García Márquez: «La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido». A LORENZO MONROY lo recordamos por sus ideas y por sus pensamientos; pero sobre todo lo recordamos por la fuerza y sabiduría que tuvo para expresarlos y ejecutarlos.
Hoy lo vemos como parte integral de un sinnúmero de instituciones educativas, pero formando parte sobre todo del alma de nuestra patria, de sus ideales, de sus aspiraciones, de sus angustias, como del pulso de sus días, todo ello unido a una paternidad intelectual y ética, junto a muchos otros venezolanos que siempre han anhelado más hondo el espíritu de la patria.
En un mensaje cargado de vigencia, Arturo Uslar Pietri dijo que «El designio de las Instituciones de Educación Superior, no puede ser otro que dar los hombres que le van a permitir al país desempeñar un papel importante en esta etapa de la humanidad, porque es el saber, es el conocimiento el que ha hecho que el mundo se transforme».
Ese siempre ha sido el sueño de los Tachirenses. Al recordar la labor educativa de LORENZO MONROY resulta prudente rememorar el largo peregrinaje y el gigantesco esfuerzo realizado por este pueblo para contar con su universidad.
Hacia el año 1937 funcionó en San Cristóbal la primera institución de Educación Superior del Estado Táchira. El Doctor Raúl Soulés Baldó en su condición de Presidente del Salón de Lectura, promovió la apertura de una Extensión de la Escuela de Derecho de la ilustre Universidad de Los Andes, bajo la dirección de dos eminentes juristas: Amenodoro Rangel Lamus y Luis Loreto
El Ejecutivo Regional se sumó a esta iniciativa atendiendo la petición hecha por un importante número de estudiantes que habían finalizado su formación de bachillerato. Las clases se dictaban en las instalaciones del Salón de Lectura, de lunes a viernes a partir de las seis de la tarde y se prolongaban hasta bien entrada la noche. Los exámenes se realizaban en la sede física de la Universidad de Los Andes en Mérida. Cada seis meses los alumnos viajaban a presentar sus pruebas como parte de su evaluación.
Más tarde, importantes voces de la región continuaban reclamando el establecimiento de Instituciones Universitarias en el Táchira junto a valiosas propuestas y gestiones como las realizadas por la eminente educadora Regina de Velázquez, para que se abriera un Centro de Educación Superior en el estado.
El 19 de septiembre de 1945, Leonardo Ruiz Pineda creó en el Salón de Lectura, la Universidad Popular «Abel Santos» su busto fue colocado en el patio de este centro cultural.
La larga lucha por lograr contar con una Casa de Estudios Universitarios logró sus frutos al aprobarse la creación de la UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DEL TÁCHIRA, cuya partida de nacimiento aparece en el Decreto de la Presidencia de la República N° 1630, del 27 de febrero de 1974.
En esta hora vuelvo la mirada agradecida a innumerables personajes que fueron Quijotes para la puesta en funcionamiento de esta querida institución universitaria.
Muchos abonaron el suelo, otros plantaron la semilla en buena tierra, hubo quienes la regaron y cientos de personas cuidaron su germinación. Nosotros abrimos las puertas de nuestro modesto aporte con la esperanza de que otros continuaran, que extendieran el vivero y ensancharan los caminos para que por esos surcos transiten las futuras generaciones.
A LORENZO MONROY le correspondió la tarea de ser el Rector fundador en el período que va de 1974 a 1979. Los afanes siguen avanzando al asumir el rectorado el Doctor JORGE FRANCISCO RAD para el lapso de 1979 a 1985 y con esa sumatoria de esfuerzos la UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DEL TÁCHIRA aporta brillantes logros para la sociedad.
Las campanas de la gratitud nos están convocando a todos los Tachirenses para que no pase desapercibido el CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE LORENZO MONROY. No olvidemos que «Los recuerdos son los tesoros que se mantienen atrapados en el almacén de nuestras almas, para conservar el corazón caliente»
Bien vale rescatar el manojo de enseñanzas que nos dejó el maestro LORENZO MONROY, porque todos los espacios los transformaba en un aula de clases. En fecha histórica del Colegio de Profesores señaló: «Tengamos siempre presente que nuestros alumnos no son sacos vacíos que hay que llenar de ciencia, sino un potencial deseoso de convertirse en acción. Hagamos que cada estudiante sienta la alegría de descubrir, de crear, de inventar; que una verdad hallada por su propio esfuerzo, tendrá más valor para su cultura y para su moral que cien verdades recopiladas».
No olvidemos que «El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados».
Quienes tuvimos la suerte de conocerle y el honor de ser sus colegas y amigos le recordamos con devoción. Lo sentimos vivo como reserva moral de la Venezuela civilista y democrática
A cien años de su nacimiento, nos reencontramos con este QUIJOTE DE LA EDUCACIÓN.-