En el aire
Gloria Cuenca:
Como saben mis amables seguidores y los contradictorios lectores estuve en Miami, una larga temporada, visitando a mis hijos y nietos. (Los que están allá, el resto en la Madre Patria) Hay en Nettflix, una serie de Corea del Sur por supuesto, que se llama como el artículo. Muy interesante y lamentable que no la hayan terminado. Sin embargo, no es a esa serie a lo que me refiero en este escrito. Se trata del vuelo, cuando venía de Miami, a punto de estar en el aire.
Para ir y venir a la cosmopolita ciudad de Miami, hay que ir o bien, a la República Dominicana o a Panamá, como todos saben. (Hay otras rutas, por supuesto, éstas las más utilizadas) Por mi parte prefiero ir vía Dominicana, el viaje resulta un maratón, no importa por dónde, se decida hacer. El caso, contradictorios lectores y amables seguidores, qué saliendo del aéreo puerto “Las Américas” de Santo Domingo, a punto de despegar vuelo, sentimos qué en lugar de avanzar, el avión daba un giro y se quedaba en la pista. ¿Qué pasó? Preguntaron algunos.
De seguidas vemos a toda la tripulación en la puerta de la cabina del piloto y de inmediato el Capitán de la Nave, da las buenas tardes y explica: “He decidido, que venga un técnico y verifique porque hay una luz en el tablero electrónico. El técnico vino, dijo que todo estaba bien. Pide disculpas por el retraso.” Se acaba la transmisión de información y empieza la angustia de un sector de señoras, en el avión. Comentarios que surgen, anécdotas que se cuentan.
Ofrezco una estadística que me dieron:” Es más probable que te parta un rayo, que un avión se caiga. Es el medio más seguro de todos”. El avión sigue sin moverse. Los comentarios van en aumento. Los nervios de algunas también. Pasa, una media hora. Pretendo tranquilizar a las angustiadas señoras:” Tengo 82 años y creo que nadie se muere la víspera; o como dicen: “Cuando te toca, ni que te quites, cuando no te toca, ni que pongas”. Nada, la inquietud sigue aumentando y una señora dice: “Están jugando con nuestras vidas, vamos a amotinarnos.” Tiene seguidoras, que dicen “es verdad, debemos protestar”.
De inmediato les digo, “calma, no pasa nada”. La repuesta, con cierta violencia:” ¿Cómo?”. Aquí pasa algo y no lo quieren decir”. Otra joven muy asustada expresa: “¿Nos iremos en este mismo avión?”. Empiezan a levantarse de los asientos y les digo: “Por favor, vamos a preguntar, a ver que nos dicen”. ¿Podemos ir varios?”. “Tal vez un señor, pueda venir también”. La mayoría del avión en calma, silencio y pegados de los asientos. Se oye la voz de un niño asustado: “¿Nos vamos a morir?”.
Insisto en ir a conversar. Voy sola, y me encuentro a uno de los sobre cargos, en el pasillo: lo abordo y le digo. “Por favor, informe al capitán que hay gente que no cree que todo está bien. Preguntan por qué no empezamos a volar, y salimos, si todo está bien.” El joven me mira con sorpresa. Le digo, “Estoy tratando de calmar a las señoras que quieren amotinarse. ¡Por favor háblele al Capitán!” Duda, me dice que la cabina está cerrada, que lo hará por teléfono. Le pregunto ¿” Ud. es Venezolano?” “Si” me contesta. Le digo: “ya sabes, lo que nos pasa no le creemos nada a nadie, consecuencia de las múltiples mentiras dichas.” Va al teléfono, habla y unos cuantos minutos después, la voz del Capitán, firme, serena, dice: “Señores pasajeros, les habla el Capitán de la Nave, me informan que algunos de ustedes no creen lo que está pasando. Les aseguro que todo está normal, está en juego su seguridad y la mía.
Todo está bien, esperamos el camión remolque, (nombre en inglés, que no se cual fue) para que se nos lleva al sitio del despegue. Es cuestión de unos minutos más.” Todo vuelve a la normalidad. Regreso a donde están las aéreo mozas y les digo: ¿Por qué no reparten algo de beber para calmar a la gente? “No podemos. Esta racionado el refrigerio. Si repartimos ahora, después no tenemos nada que dar. Agregan: Llegó el remolque”. Digo ¡Gracias a Dios! e informo a las rebeldes e intensas compañeras de viaje: “Nos vamos, llegó el remolque.”
Este texto, además de ser una crónica de viaje sobre lo que nos pasó, pretendo, ¿tal vez, ilusa de mí?, que sea una especie de feed back, (retroalimentación)para los compañeros de viaje, para el Capitán, con mi agradecimiento y para la empresa aérea, que no menciono, por cuanto he viajado mucha con esa línea, sin problemas. (Lean el cuento de las 40 cenas a bordo, circula por las redes)
Lo primero, triste y lamentable nos volvimos desconfiados e incrédulos. Hay quien no miente. Habrá que averiguar y verificar. No todo es Fake. Lo segundo, con mi agradecimiento al capitán por su seriedad y su acción de cuidado por él mismo, su tripulación y los pasajeros: debe informar más, siempre. Le creí desde el primer momento, no así un sector de los pasajeros. ¿Cómo se hace? Así estamos. No olvidar el contexto. Finalmente, por la reacción de las pasajeras, deberá gobernarnos una mujer. Es lo que hay. Llegamos bien pueden darse cuenta.-