Trabajos especiales

Una ciudad en sus redes y en sus tramas

Federico Vegas:

El Sureste de la ciudad, fue desarrollado a partir de los años 40 por el ingeniero Gustavo San Román (promotor de origen mexicano) a través de su empresa Venezolana de Inversiones C.A. (VICA) y por la familia Eraso, propietarios de la Hacienda Las Mercedes. Su desarrollo incluyó desde las urbanizaciones de Las Mercedes y El Rosal, con presencia de viviendas multifamiliares de estilo vasco, la urbanización y el club de golf Valle Arriba, hasta edificios como el Hotel Tamanaco – proyectado entre la firma de Chicago Holabird, Root, Burgee y Gustavo Guinand-, y el primer centro comercial de Caracas, el Centro Comercial Las Mercedes -proyectado por Donald Hatch. Les siguieron El Cafetal y las urbanizaciones con islas centrales arboladas con nombres de santos como Santa Marta, Santa Sofía, San Luis, Santa Paula, Santa Ana y Santa Clara, a partir de los años 60.

La quiebra de la constructora que había desarrollado el Cafetal, obligo al Estado a heredar una porción importante de sus terrenos y ensayar en la zona, a través del Banco Obrero dignos y bien construidos modelos de casas y viviendas multifamiliares para clase media que aun permanecen. A partir de 1975 la avenida principal se transforma en un bulevar flanqueado por edificios de propiedad horizontal, cuyo diseño de aceras, pavimentos, jardineras y elementos urbanos estuvo a cargo de José Miguel Galia, con un trazado y geometría en diagonal que recuerdan al Parque Los Caobos.

Chuao hacienda de la familia Sosa Rodrigues por su parte, concentra muchos proyectos de viviendas unifamiliares de nóveles arquitectos para nuevas familias de profesionales. Además del desarrollo de las urbanizaciones planas al costado sur del río, se ocuparon las colinas contiguas como las de Bello Monte, Chulavista, San Román, Los Naranjos —un antiguo naranjal-, así como Colinas de Tamanaco y Colinas de Valle Arriba, sobre cerros con inmejorables vistas al Ávila.

Allí se encuentra una de las tres casas de mayor valor arquitectónico y artístico de la ciudad proyectadas por el italiano Gio Ponti, El Cerrito. Sobre estas colinas se transita sobre caminos arbolados, verdes y sinuosos, entre cerros y pequeños valles donde se extendió la ciudad para vivir en “quintas” destinadas a familias numerosas. Escenarios bucólicos urbanizados con el modelo americano de ciudad jardín que propició la movilización en automóviles particulares, con funciones separadas como correspondía a los tiempos modernos. Lugares que permitieron ensayar brillantes proyectos arquitectónicos de viviendas únicas y múltiples, centros comerciales, clubes y holgadas autopistas, como la de Prados del Este (1962), que abrió el crecimiento del valle hacia ciudades satélite como La Trinidad y Urbanizaciones de viviendas unifamiliares como Cumbres de Curumo, y Prados del Este, a partir del plan vial de 1951.

La quebrada La Guairita delimita zonas como Cerro Verde y Vizcaya, como elemento estructurante de un valle poblado de casas quinta y edificios multifamiliares aislados ubicados en las partes altas, que miran sobre el valle de Caracas a la distancia y que comparten un parque longitudinal incipiente a la margen de la quebrada con una vegetación silvestre exhuberante.

El límite sureste de lo urbanizado es El Llanito. En otro extremo de estos pequeños valles del sureste se encuentra Baruta, al que se accedía a través de la carretera vieja desde 1927. Un pueblo con carácter tradicional e iglesia colonial –la más antigua de la capital–, circundado por el barrio La Palomera, que se desarrollo ocupando la topografía a manera de anfiteatro. Ensayos de arquitectura contemporánea han aparecido en barrios como el Ambulatorio José María Vargas, en Las Minas, con la idea de recomponer el diálogo entre el desarrollo urbano formal y el informal.

Nuevas formas de hacer cultura y entretenimiento aparecieron en los últimos tres años alojados en antiguos secaderos de tabaco ubicados en la urbanización La Trinidad. Los jardines del campus universitario de la Universidad Simón Bolívar, ubicados en la Hacienda Sartenejas, sobresalen por su paisajismo y esculturas. Cercano, el tradicional pueblo de El Hatillo y el barrio La Cruz, hacen las veces de centro turístico y de transición hacia exclusivas urbanizaciones como La Lagunita, que ostenta una exuberante vegetación en su avenida principal –quizás la mejor calificada de toda la ciudad– por su belleza paisajista y escenográfica alrededor de los campos de golf.

Otras urbanizaciones vecinas con escaso urbanismo y magníficas casas como Las Marías, o las que surgieron de antiguos plantíos de flores, hablan de un urbanismo poco cohesionado y de una mina de ensayos arquitectónicos. Quizás el secreto mejor guardado del sureste del valle son los jardines de Topotepuy, refugio nocturno de las aves del valle de Caracas, que remata la extensión del municipio Baruta en un extenso jardín ubicado en El Volcán, envuelto en un bosque tropical nublado, legado de William y Kathy Phelps, desde donde es posible disfrutar una espectacular vista del valle de Caracas enmarcada por el cerro Ávila.-

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