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El Cardenal Porras en conferencia sobre José Gregorio Hernández: «La tristeza no es el camino de la esperanza»

¿Estuvo la adversidad presente en el espacio y el tiempo vital de José Gregorio? ¿Lo sigue siendo en el presente?

CONFERENCIA MULTIFACÉTICA DR. BEATO. JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ:

UN SER CABAL CONTRARIADO

UCV 2 de marzo de 2023

 

JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ Y LA ADVERSIDAD

 

Cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo

Arzobispo Metropolitano de Caracas

 

 

Hijo mío, si te propones servir al Señor, prepárate para la prueba; mantén firme el corazón y sé valiente; no te asustes en el momento de la adversidad. Pégate al Señor y nunca te desprendas de él, para que seas recompensado al fin de tus días. Acepta todo lo que te sobrevenga, y en los infortunios ten paciencia, pues el oro se purifica con el fuego y el hombre a quien Dios ama, en el crisol de sufrimiento” (Eclesiástico 2, 1-13).

 

INTROITO

Está muy extendida la creencia de que los santos son seres más parecidos a los ángeles o a los extraterrestres, por lo que son inalcanzables. Se debE, en buena parte, a las famosas “vidas de santos” en las que se exaltan de tal manera sus virtudes, que dejan en la penumbra la condición humana, siempre frágil y perfectible.

 

En el caso de José Gregorio se corre el peligro de situarlo en un tiempo ahistórico, inexistente, que no toma en cuenta el escenario real en el que desarrolló su ciclo vital: la Venezuela rural empobrecida, la situación política llena de asonadas, la parálisis económica y social que nos sumergió en un país en caos. No escapa el que lo consideremos un héroe inalcanzable, difícil por no decir imposible imitarlo o superarlo. Sin embargo, en medio de tantas calamidades un puñado de hombres y mujeres se sobrepusieron al atraso en el campo educativo y en diversos proyectos que atisbaban una sociedad mejor. Claro, se trató de experiencias puntuales que no llegaron, entonces, al alma del resto de nuestros compatriotas.

 

UNA LUZ EN LA SOMBRA

Una luz en la sombra colectiva” lo define Alex Capriles, pues los rasgos de la personalidad de José Gregorio son parte del imaginario venezolano, que pareciera no explicar la popularidad del beato en antítesis a lo que fueron sus virtudes humanas, científicas y cristianas, que, sin embargo, cautivaron y siguen cautivando a todos nuestros paisanos sin distinción. “El médico de los pobres pareciera encarnar la suma de rasgos que yacen en la sombra de nuestro carácter social, las antípodas de una geografía psíquica que ha quedado cubierta por una máscara repleta de signos superficiales de éxito y triunfo social fundidos en una narrativa histórica”.

 

Es interesante esta acotación para no caer en la tentación de una épica triunfalista que despoja a cualquier personaje de su identidad histórica y geográfica. El tiempo es superior al espacio. Nos lo describe magistralmente el Papa Francisco: “ Hay una tensión bipolar entre la plenitud y el límite. La plenitud provoca la voluntad de poseerlo todo, y el límite es la pared que se nos pone delante. El “tiempo” ampliamente considerado, hace referencia a la plenitud como expresión del horizonte que se nos abre, y el momento es expresión del límite que se vive en un espacio acotado. Los ciudadanos viven en tensión entre la coyuntura del momento y la luz del tiempo, del horizonte mayor, de la utopía que nos abre al futuro como causa final que atrae. De aquí surge un primer principio para avanzar en la construcción de un pueblo: el tiempo es superior al espacio” (EG 222).

 

LA ADVERSIDAD COMO SÍMBOLO

Según Paul Ricoeur el símbolo”, y José Gregorio lo es del alma del venezolano, “es todo aquello que representa un exceso de sentido (Ricoeur, Hermenéutica 68). Este excedente resulta ser residuo del sentido literal. Lo excesivo del mundo del símbolo es el ámbito más apropiado para que el místico pueda expresar, aunque limitadamente, su constante experiencia de ser arrojado lejos de lo contingente, de lo puramente humano para estar gozando de las realidades supracelestes y divinas”.

 

¿Estuvo la adversidad presente en el espacio y el tiempo vital de José Gregorio? ¿Lo sigue siendo en el presente? Sin duda alguna, para el venezolano de hoy José Gregorio está vivo y actuando, forma parte de la cotidianidad, sobre todo de quien sufre y busca consuelo o solución a su problema.

 

La adversidad, según el diccionario, “es una situación adversa, contraria, de mala suerte, difícil de sobrellevar, es la suerte adversa, el infortunio, un suceso o una situación que se caracteriza y está dominada por la desgracia en la que se encuentra una persona”. En el texto del Eclesiástico que abre esta disertación encontramos la clave. El que quiera servir al Señor tiene que prepararse para la prueba, porque el crisol del sufrimiento purifica como el fuego.

 

LA ADVERSIDAD EN LA VIDA DE JOSÉ GREGORIO

Si observamos con detenimiento el periplo vital de José Gregorio nos encontramos con varios elementos que pedagógicamente son la mejor cartilla para sentirnos identificados con él, e intentar seguir sus huellas, aunque nos cueste, porque su vida estuvo marcada por numerosas adversidades.

 

En primer lugar, llama la atención que procediendo de un pequeño pueblo interiorano, logra desarrollar una personalidad de gran sensibilidad y potencial espiritualidad. Tuvo la dicha de un entorno familiar y vecinal en el que los mejores valores ciudadanos y religiosos afloraban por doquier. Esta experiencia juvenil, tal vez explique su profundo amor por el terruño y su deseo de contribuir con su ciencia y sensibilidad social al progreso. Esto se evidencia en la correspondencia que sostuvo con su gran amigo y confidente Santos Dominici, donde expresa su enorme preocupación por el atraso, la ignorancia, la pobreza, necesitada de redención; pensaba que no podía lograrse desde el interior del país, sino desde la capital preparando una nueva generación con otros valores e ideales.

 

Contrasta este pensamiento con la percepción de que en los pueblos interioranos no hay futuro. Buena parte de la población urbana actual es hija de familias de procedencia rural, portando consigo los valores y tradiciones de sus mayores. La creciente urbanización y el abandono de los pueblos pequeños, ponen en evidencia que la ruralidad en general, es el vientre nutricio de donde han surgido muchos hombres y mujeres de bien y de progreso. José Gregorio es deudor de esa tradición. El Padre González Dorado sj, insistía que la división urbano/rural no se correspondía con la realidad latinoamericana. Clasificaba la población en urbana e inventó el neologismo de “urbanita” para dar a entender que por efecto de la tecnología y de la mayor facilidad de movilidad, la globalización diríamos hoy, el trasvase de elementos culturales de uno y otro son más fuertes de lo que se piensa. Ni el que vive en la ciudad es totalmente urbano en el sentido tradicional ni el habitante de los pueblos es, exclusivamente, de mentalidad campesina.

 

EL ATRACTIVO DE LA QUERENCIA: EL LUGAR COMO MOTOR DE VIDA

Otro elemento a resaltar en la personalidad de José Gregorio es su amor y compromiso con la querencia de sus orígenes. Tuvo como meta graduarse de médico para regresar a los Andes, a dar de lo que había recibido. La dura realidad lo hace expresar en su correspondencia, las dificultades y la constatación del atraso, no solo material, sino cultural, espiritual, tanto de la población en general, pero más aún, de los principales, en el orden político o económico; fueron, ciertamente, una traba para superar creencias ancestrales o nuevas conductas o procedimientos que tocaban los intereses, principalmente financieros, de los que ejercían la seudomedicina en los negocios o comercios que para la época eran almacenes de cuanta mercancía podía ofrecerse al público. Esta realidad lo llevó a tomar la decisión de regresar a Caracas con la convicción de que sin educación de la juventud para prepararla a la modernidad y al servicio de la gente no había posibilidad de progreso. El campo de lo sanitario, tan deficitario entonces, necesitaba de nuevos hombres y de nuevos recursos. Para ello, tuvo la suerte de compartir con otros médicos dicha inquietud, siendo parte de los prohombres de la medicina de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX que tuvieron visión y ejecutorias en este ramo. La adversidad estaba presente para asumirla y superarla.

 

LA FAMILIA, REMANSO Y ADVERSIDAD

Pasemos a otro estadio de la vida de nuestro beato. La atención y preocupación por la familia, ha sido y es una de las características y virtudes del pueblo venezolano. José Gregorio no fue una excepción. La pérdida de su madre a tan temprana edad y el asumir a la nueva esposa de su papá no fue problema para él. Estando en París, en sus estudios superiores, recibió la noticia de la muerte de su padre. Al dolor natural de dicho acontecimiento, sintió que le tocaba asumir el rol de paterfamilias de sus hermanos y sobrinos. Se los trajo a Caracas para atenderlos mejor y darles buena formación y educación a los más jóvenes. Les exigió la misma disciplina y rectitud con la que lo formaron a él. Como siempre no faltaron los problemas, ante las exigencias de sus seres queridos. Las enfermedades y muerte de alguno de ellos también lo afectaron. En silencio pero con presteza siguió adelante, aprovechando su mejor situación económica para atenderlos. Su reciedumbre religiosa lo guió para que la paz interior y la serenidad necesaria fuera su norte en el papel de preceptor de los suyos. De ello deja constancia la correspondencia privada, pues no era hombre de manifestar a cualquiera su estado de ánimo y los avatares de la vida familiar. La adversidad fue crisol para aferrarse al Señor y no separarse de él, para ser al final enaltecido como dice el libro sapiencial del Eclesiástico (cfr. Ecco. 2,3). La atención a los suyos no fue óbice para, a la par, atender a los pobres, a quienes dedicaba horas de consulta y donación de medicamentos para muchos de ellos.

 

LA FORMACIÓN INTEGRAL, ANTÍDOTO ANTE LA ADVERSIDAD

José Gregorio encontró en la formación permanente el sentido de su vocación y profesión. Se hizo médico para servir, abnegado y de avanzada, pues no cejó nunca de tener visión de futuro y esperanza de que Venezuela, los venezolanos, podían cambiar para mejor. A la estricta especialidad médica amplió su formación humanística y científica. Aprendió y dominó idiomas para tener acceso a lo que en otras sociedades más avanzadas se estaba practicando. Su estadía en París, Berlín y Madrid le abrieron horizontes que no abandonó, manteniendo correspondencia con sus amigos y colegas.

 

A esta formación agregó la de cultivar otras especialidades: la música, la filosofía, el sano disfrute de la vida, pues no rehuía, al contrario, participaba de las fiestas y el baile del que era buen ejecutor. Gustaba vestir bien y a la moda de entonces. En esa variedad de oficios aprendidos en el hogar, tenía destrezas como sastre de sus propias pertenencias. Contrasta con su carácter más bien reservado y parco, sin protagonismos. Sobresalía por su porte que era el mejor testimonio de su personalidad interior, íntegra y trasparente. La adversidad no está reñida con el lamento de lo que falta, sino en vivir a plenitud, con moderación y alegría, de la vida cotidiana.

 

ACTITUD DIALOGAL ANTE POSTURAS CONTRAPUESTAS

Sobresale en José Gregorio, hombre de convicciones firmes, su capacidad de compartir y convivir con personas que pensaban distinto. Con muchos de ellos, fue amigo sincero, pues las discusiones científicas, filosóficas o religiosas, le servían para dar su parecer y buscar los consensos posibles con sus contertulios para bien de todos. No faltaron las tribulaciones como la acusación insana ante la muerte inesperada de su paisano Rafael Rangel. Como bien señala el Dr. López Loyo “este episodio absurdo de resentimiento social que incriminaba al doctor Hernández, no fue más que la malsana interpretación de una discusión de carácter científico en tono de maestro a discípulo que ambos protagonizaron”. Lo sobrellevó en silencio y con altura, recibiendo el bálsamo sanador en el voto de confianza de sus discípulos, colegas y pacientes.

 

LO RELIGIOSO Y LA ADVERSIDAD

Pero el centro vital de toda la existencia del Dr. Hernández Cisneros fue su espiritualidad e inquietud religiosa que lo llevó a cultivarla de muchas formas. Asiduo en la oración personal, la participación en la eucaristía casi diaria, la pertenencia a varias de las cofradías de la época, la atención a los necesitados, fue la manera de involucrarse como laico en el cultivo de su fe católica. Lector empedernido de autores como los místicos españoles y las obras que le recomendaban sus directores espirituales, entre los que sobresalió el arzobispo Juan Bautista Castro. En varias oportunidades intentó ingresar a la vida religiosa contemplativa y al sacerdocio, sin éxito. Al final, siguiendo el consejo del arzobispo se dedicó por completo a la medicina como la vocación en la que podía encontrarle sentido pleno a su vida.

 

AMPLIANDO HORIZONTES: LA MUERTE SUPERACIÓN DE LA ADVERSIDAD

La rutina diaria no le impedía tener visión comprometida con lo que sucedía en el mundo. Sintió en lo íntimo de su corazón que la guerra que tenía como escenario la lejana Europa era un conflicto absurdo y que había que optar por la paz. Le ofreció al Señor su vida si cesaba la guerra. Signo inequívoco de la simultaneidad de la firma del armisticio y el accidente que le provocó la muerte, es la misteriosa coincidencia que hizo de su fallecimiento el anuncio de una nueva vida que se prolonga hasta hoy. Nació el médico milagroso, el José Gregorio es nuestro, de la multitud caraqueña que lo llevó en hombros hasta su última morada en el Cementerio General del Sur caraqueño. Otra adversidad que se convirtió en faro de luz y esperanza para muchos. Comenzaron los favores y milagros, el primero de todos, la apertura de la Universidad Central, cerrada desde hacía años por el régimen dictatorial, para dar entrada de sus restos mortales a la casa de estudios donde derrochó sabiduría y bondad. Su vida después de la muerte natural lo hace presente de mil maneras en los innumerables testimonios de quienes lo invocan en los momentos de angustia.

 

UN SANTO DIFERENTE

Una de las cosas que llama la atención de José Gregorio Hernández es que no es un santo tradicional, de los de túnica y manto, hábitos religiosos u ornamentos litúrgicos. Se trata de un snto de paltó y corabta, como uno. Es decir, como uno en lo de paltó y corabata, no que uno haya alcanzado la sentidad, pero quizá su vida y obra nos animan a intentarlo en los diferentes rumbos en los que la vida nos ha colocado, para emular la bondad, justicia, solidaridad y virtud que él practicó cuando caminó entre nosotros como uno más” (Laureano Márquez).

 

Es la adversidad y la manera cómo el Dr. Hernández asumió y superó las contrariedades de la vida, el mejor testimonio para entender y asumir que José Gregorio es nuestro. De qué manera nos identificamos y encontramos en su ciclo vital, el reflejo de lo que queremos ser aunque no hagamos mayor esfuerzo por alcanzarlo, es el misterio de lo desado pero no buscado. “La vida de José Gregorio demuestra la posibilidad de encarnar el evangelio también en la sociedad venezolana de comienzos del siglo XX. Por eso se convierte en una luz de nuestro imaginario social y en un desafío tanto a quienes compartimos su fe como a sus colegas médico-científicos en este siglo XXI. Es posible entregar la vida para que otros tengan vida. Es posible poner los conocimientos que se adquieren, con esfuerzo y dedicación personal, al servicio de la vida de todos, empezando por los que no tienen posibilidades por sí mismos”(Arturo Sosa).

 

SOSEGAR EL ESPÍRITU: LA EXPERIENCIA DE LOS MÍSTICOS

San Juan de la Cruz nos da la clave para leer y entender la trascendencia de la persona y mensaje de José Gregorio Hernández. En medio de todas las vicisitudes, de todas las adversidades, hizo suya la máxima del santo de Fontiveros. La fuerza de su vida de fe lo hizo superar los desórdenes interiores que tenemos los humanos: la sensación de ceguera, cansancio o debilidad. ¿Cómo se ordenan?, “sosegando la casa” en expresión del santo carmelita. Lo dejó escrito en hermosos versos que expresan la superación de la adversidad, pues los escribió en la fría e injusta cárcel de Toledo:

 

«En una noche oscura, con ansia, en amores inflamada,

¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada,

estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura por la secreta escala, disfrazada,

¡oh dichosa ventura!, a escuras y en celada,

estando ya mi casa sosegada».

 

LA ADVERSIDAD Y NOSOTROS HOY

El mundo de hoy, la Venezuela de hoy, sumida en crisis que invitan a la desesperanza y a la huida de sí mismo, al ensimismamiento individualista, a la búsqueda de sucedáneos en todo lo que distrae al ser humano de lo esencial; es urgente reencontrar el culto a la verdad y la trasparencia, a la belleza que se esconde en lo pequeño de cada día, en la alegría de la fraternidad y del diálogo. Solo “sosegando” el espíritu interior tendremos la fuerza para superar la adversidad. José Gregorio es la referencia más cercana y fiel que tenemos. He allí su atractivo y seducción. En palabras de Alex Capriles: “Hoy en día, en una Venezuela corroída por la corrupción y amenazada por el imperio de la psicopatía, sin formas ni medios

accesibles para contener el cinismo, el deterioro social y la anomia, José Gregorio Hernández da cuenta del atractivo que todavía ejerce en el inconsciente colectivo un orden humano delineado por la virtud. “El doctor Hernández es nuestro” no sólo por el amor y el cariño que le profesamos al hombre que fue, a la figura histórica. Tampoco lo es, exclusivamente, por la fe en su poder curativo o por la gratitud que sentimos por los favores recibidos o su mediación con el reino de Dios. “El doctor Hernández es nuestro” porque es el símbolo del potencial moral que lleva vida oculta en la mayor parte de la población de esta tierra de Gracia, porque descubre el lado oculto de nuestra forma de ser, el otro ventrículo de nuestro corazón, porque significa lo que podemos llegar a ser si asumimos con devoción y sentido de trascendencia nuestro proceso de individuación”.

 

La altura espiritual de una vida humana está marcada por el amor, que es el criterio para la decisión definitiva sobre la valoración positiva o negativa de una vida humana. Los valores morales de fortaleza, sobriedad, laboriosidad si se realizan en un dinamismo de apertura y unión hacia otras personas, nos abren horizontes para una vida más plena en lo personal y en lo comunitario (cfr. Fratelli tutti 92 y 91).

 

Que José Gregorio siga siendo ese anhelo no encontrado, pero deseado, sea el mejor ejemplo de que la adversidad no sobrepasa a nuestra capacidad de superarla. Una de las máximas del Papa Francisco que las repite de mil maneras es que con cara de funeral no se puede anunciar a Jesús. Hay una cierta forma de entender la vida cristiana que es incorrecta. La tristeza no es el camino de la esperanza. Nuestra tarea pasa por asumir los aspectos resaltados a lo largo de esta ponencia para que calibremos si José Gregorio vive en medio de nosotros o es simplemente una referencia del pasado. El compromiso es grande pero fascinante.-

¡Señores!

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