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Natura et Hábitat… S.O.S.

Hacia el infierno climático y con nuestro pie todavía en el acelerador

Natura et Hábitat… S.O.S.

Este 3 de marzo conmemoramos el Día Mundial de la Naturaleza y de la Vida Silvestre, contexto universal y acervo supremo del conjunto de seres vivos, fuerzas, recursos y cosas que componen e integran el universo.

Inescrutable escenario angular para la presencia, prolongación y sostenibilidad de toda vida, biodiversidad o actividad, tanto humana como fenomenológica.

Natura et Hábitat con sus revelaciones y facetas creativas; aspectos climáticos constituyentes esenciales de todo lo que existe o ha existido en millones de años de evolución; las primeras manifestaciones de vida silvestre y animal, la variedad de seres vivos que existen en el planeta, el surgimiento de la civilización humana, las relaciones que establecen entre sí y con el espacio circundante, la diversidad y la biodiversidad de especies vegetales que proliferan en espacios determinados.

Recursos naturales, fenómenos y/o bienes absolutamente relevantes e insustituibles como la autorregulación climática, la fertilidad y fecundidad del suelo, la provisión, captación y filtración de agua, la polinización o el singular equilibrio original del ecosistema, son como diamantes preciosos que, históricamente, fueron insinuando, vislumbrando y acrecentando su valor natural en el origen, acompañamiento, modificaciones e intercambios de la biodiversidad, en la aparición y transmisión de las vidas, en el desarrollo humano, en los procesos agrícolas y productivos, etc.

Evidentemente, bienes decisivos para la existencia y la reproducción de los seres vivos, recursos naturales que encontramos y usamos en nuestro planeta tierra como conjunto plural de factores ambientales, hídricos, minerales, físicos y geográficos que, combinados, inciden y coinciden de modo imprescindible para la presencia humana y el desarrollo de un individuo, de una población, de una especie o grupo de especies vegetales y animales.

Entonces es demasiado importante que personas, comunidades, países, empresas e industrias que “aprovechan” recursos naturales, tengan cabal conciencia ambiental y responsabilidad social ecológica en sus usos y consumos; ya sin cabida para más abusos e irracionalidades, sino sólo para remediaciones y regeneraciones posibles.

Ahora bien, en la utilización y transformación de estos recursos para subvenir necesidades físicas básicas o razonables intereses, el yerro o la codicia humana en la estructuración y coordinación de un razonable y apropiado aprovechamiento; explican y predicen que muchos de los mismos atraviesen una situación crítica que cotidianamente los expone a graves contaminaciones (ambiental, atmosférica, del suelo, hídrica, marina, espacial, etc.), disminución y agotamiento.

A propósito, “El reloj sigue corriendo, estamos en la lucha de nuestras vidas y estamos perdiendo. Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen creciendo, las temperaturas globales siguen aumentando y nuestro planeta se acerca rápidamente a puntos de inflexión que harán el caos climático, irreversible. Estamos en una autopista hacia el infierno climático y con nuestro pie todavía en el acelerador”, (Antonio Guterres, Secretario General de la ONU; Egipto, COP27`)

Con la caótica e irresponsable precipitación de tales acontecimientos, sin un timonazo histórico del hombre, no es grandilocuencia que se incrementen agravamientos naturales con sus adversos escenarios y trágicas consecuencias para las condiciones imprescindibles de la existencia y supervivencia –no solamente- humana.

En efecto, así lo confirman los últimos signos de los tiempos, con sus ´elocuentes presagios´ negativos, vg.: calentamiento global e inéditas olas de calor (La meta recogida en la Agenda 2030 acordada por los líderes mundiales es mantenerlo por debajo de los 2ºC , en lo posible,  1,5ºC.); desniveles oceánicos, desmanejos de cuencas forestales sin conservación y restauración de las deforestaciones y los desmontes con la creciente extinción de floras y faunas (extinción del yaguareté, del oso hormiguero, etc.); inusitadas inundaciones y pestes (ahora también Panzootia, la pandemia que ya está causando la gripe aviar, etc.); con muertos, desaparecidos, despojados y desprendimientos de tierra como los que recientemente –sólo en Sudamérica- devastaron  poblados peruanos o brasileños; las más recurrentes y prolongadas sequías, la ampliación de espacios o regiones de tierras desertificadas, de ciudades insostenibles, de incontrolables incendios arrasadores (Chile, California, etc.)

Concomitantemente, catastróficos movimientos y réplicas sísmicas (vg., Turquía-Siria últimamente) e impactos ambientales adversos de “crueles heridas” a la tierra o fracking abusivos; son señales aterradoras que, mancomunadas con las anteriormente relacionadas, vienen causando en términos de sustentabilidad ecológica, muchísimas y graves problemáticas dañinas para la tierra y todo lo que hay en ella, sus recursos y el medioambiente; crisis humanitarias adversas para la vida, la salud, el hábitat y un natural desenvolvimiento de los seres vivos.

Por tanto, según la protección y el cuidado de cada ecosistema, será el modo y la medida para que el ser humano y la biodiversidad, ecológicamente, ¡puedan subsistir y finalmente prevalecer… o no!

Definitivamente, entonces, ¡Save Or Succumb! (“Sálvennos O Moriremos”)

 

Roberto Fermín Bertossi

Experto en Cooperativismo de la Coneau

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