Opinión

¿Quo Vadis Homo Sapiens?

¿Cómo es posible que podamos ser tan sofisticados como para poner un hombre en la luna y, a la vez, ganar elecciones o vender algo diciendo mentiras?

José Antonio Gil Yepes:

¿Hacia qué tipo de ser podemos estar evolucionando los humanos? Hay científicos que hablan de la era del Antropoceno o autodestrucción de la humanidad a través del deterioro del medio ambiente o de una guerra nuclear. De ser así, pudiéramos imaginarnos que la falta de alimentos puede regresarnos hacia un australopiteco, un mono semi erecto que medía menos de un metro y pesaba unos 30 kilos.

Pero pensemos en otra dirección, asumamos nuestra responsabilidad: ¿Por qué está sucediendo la destrucción del ambiente? ¿Por qué hay guerras absurdas? ¿Por qué jugamos yo gano-tú pierdes? ¿Cómo es posible que podamos ser tan sofisticados como para poner un hombre en la luna y, a la vez, ganar elecciones o vender algo diciendo mentiras? En la evolución del ser humano hasta llegar al Homo Sapiens podemos encontrar la respuesta para tomar un rumbo constructivo, en vez del destructivo.

La clave está en los rasgos de personalidad que nos hicieron más exclusivamente humanos; los que nos convirtieron en líderes inclusivos, tolerantes y negociadores.

Llegamos a ser Homo Sapiens en función de una acumulación de factores, empezando porque la desertificación en África obligó a ciertos monos a bajar de los árboles y a buscar su alimento caminando erguidos (Homo Erectus). Al erguirnos, esa postura nos liberó las manos como instrumentos directos para hacer otras cosas, como asir la comida y palos o piedras que multiplicaron el poder de nuestros esfuerzos.

Luego aprendimos a hacer herramientas (Homo Habilis). Entre esas herramientas, estaba el fuego. Con esto empezamos a condicionar el ambiente y a cocinar los alimentos. El cocimiento rompe las moléculas que los componen y aumenta nuestra capacidad de absorción de nutrientes. Esto trajo como consecuencia el crecimiento del cerebro y de la inteligencia.

De allí fuimos perfeccionando herramientas; afilando la punta de un palo, de un hueso, con una piedra cascada para sacarle bordes filosos, usar esa piedra para limpiar los cueros de manera de facilitar los pliegues para cubrirnos del frío. Esta combinación de experiencias y factores nos fue haciendo más inteligentes y desarrollamos un habla primitiva.

Una rama del Homo Habilis salió de África y se estableció en Europa, de donde surgió el hombre de Neandertal. Éste dominó Europa desde el 350.000 A.C. hasta el 50.000 A.C. Su predominio se debió tanto a la adaptación física de sus cuerpos; más pequeños, más robustos que los del Homo Sapiens, como al desarrollo del lenguaje. Vivían en grupos familiares, de 3 a 6 personas, ayudándose en múltiples tareas. Cuando los alimentos escaseaban, mataban a sus neonatos.

Del África también surgió el Homo Sapiens, quien se encontró con el Neandertal en el Medio Oriente y Europa, hace unos 50.000 años. El apareamiento entre estas dos especies de humanos se conoce porque los estudios del genoma humano indican que todos los pueblos occidentales, menos los africanos (en África no existieron Neandertales), tienen entre el 2 y el 6% de genes neandertalensis. El Homo Sapiens desplazó o absorbió a los Neandertales por varias razones: Por apareamiento, por competencia de espacios, desplazando a los Neandertales hacia zonas donde no pudieron sobrevivir, por agresión con mejores herramientas (arcos y flechas que los Neandertales no desarrollaron), enfermedades y por la mayor capacidad de crecimiento poblacional del Sapiens. Esta última es clave y se debió a que, mientras los Neandertales se mantuvieron viviendo en grupos familiares muy pequeños, los sapiens integraron sus familias, lo cual les dio mayor capacidad de caza y recolección y de división y especialización del trabajo, haciéndolos más competitivos.

Para unir dos y más familias para compartir tareas y beneficios se necesita una gran capacidad de negociación y el desarrollo de la confianza mutua para que la relación se mantenga. De allí que la confianza sea producto de la constatación del cumplimiento de lo acordado sin coacción. A su vez, la negociación o “venta” de la idea de unirse para compartir necesita de inteligencia emocional para conocer las necesidades y emociones propias y del otro, así como saber manejar esas necesidades y emociones de manera asociativa para alcanzar fines comunes y que ese comportamiento se repita y se vaya ajustando en el tiempo.

Esta fue la gran diferencia entre el Sapiens y el Neandertal (y todos los demás homos que existieron), y la diferencia es tan grande que la única especie viva de la que existe una sola versión es la humana. Entonces, la clave para que podamos impulsar nuestra propia evolución hacia estadios superiores de humanidad está en perfeccionar nuestra sociabilidad voluntaria, no impuesta. Estas reflexiones me han motivado a desarrollar talleres de negociación, de liderazgo eficaz y desarrollo personal, de entendimiento entre empresas y trabajadores y de organización gremial.-

Imagen referencial: National Geographic

@joseagilyepes

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