Opinión

Los santos venezolanos

Yo tengo el privilegio de haber conocido en vida a dos santos, a Juan Pablo II y a la Madre Teresa de Calcuta, así como a la Beata María de San José, en Maracay, Venezuela

Paciano Padrón*:

 

·     Venezuela tendrá, a partir de este 19 de octubre, sus dos primeros santos canonizados, en acto que presidirá en San Pedro el Papa León XIV, ellos son José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles.

 

En todos los pueblos del mundo conseguimos personas santas, buenas y serviciales, también otras que, en sentido contrario, podemos llamar malas, dañinas o improductivas, que no aportan en positivo a la vida social.

 

En la comunidad católica no todos los seres buenos y socialmente positivos son proclamados santos y canonizados, tampoco todos llegan a ser declarados por la Santa Sede “Beatos” y previamente “Siervos de Dios”. Conocemos gente buena, la que en lenguaje coloquial llamamos santos, que no llegan a ser canonizados. Yo tengo el privilegio de haber conocido en vida a dos santos, a Juan Pablo II y a la Madre Teresa de Calcuta, así como a la Beata María de San José, en Maracay, Venezuela.

 

Yo tengo el privilegio de haber conocido en vida a dos santos, a Juan Pablo II y a la Madre Teresa de Calcuta, así como a la Beata María de San José, en Maracay, Venezuela.

 

Juan Pablo II estuvo dos veces en Venezuela (1985 y 1996) y entre ambas fechas yo lo visité en Roma; la Madre Teresa de Calcuta, de padres albaneses, nacida en Macedonia, quien hizo buena parte de su vida en Calcuta, tenía cédula de identidad venezolana, ella fundó siete misiones en mi país (las dos primeras en Yaracuy, las dos últimas en Caracas y las otras tres en Catia La Mar, San Félix y Barquisimeto), habiendo recibido la cédula de identidad venezolana en 1965 y nuestra máxima presea, la Orden Libertador Simón Bolívar, en 1979, año en el que también recibió el premio Nobel de la Paz.

 

La beata Madre María de San José, nacida en Choroní, estado Aragua, como Laura Alvarado Cardozo, falleció en Maracay en 1967 y su cuerpo permanece incorrupto en urna de cristal.

 

Venezuela tendrá, a partir de este 19 de octubre, sus dos primeros santos canonizados, en acto que presidirá en San Pedro el Papa León XIV, ellos son José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles, un hombre y una mujer, un laico y una religiosa. Adicionalmente en Venezuela tenemos dos beatas, la ya mencionada Madre María de San José y la Madre Candelaria de San José. Otra vez se cumplió aquello de que los últimos serán los primeros, ya que José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles fueron beatificados luego que María de San José y Candelaria de San José, si bien ellas fueron, en ese mismo orden, nuestras dos primeras beatas, y lo siguen siendo.

 

¿Qué tienen en común estos cuatro venezolanos, dos santos y dos beatas?, ¿qué los hace santos? Ellos al igual que todos los santos en el mundo tienen en común la oración y el servicio al prójimo. En todo santo encontramos una vida de oración, como medio para acercarse a Dios y encontrar la paz. Decía el Padre Pío, “la oración es la llave del corazón de Dios”. Por supuesto que cada quien tiene su particular manera de orar, de encontrarse con Dios y conocer de su voluntad para acatarla.

 

El servicio al prójimo, la atención y cuidado de nuestros familiares y amigos, de nuestros compatriotas y en general de todos los seres humanos, constituye la esencia de la santidad. Leemos en Mateo (25: 34-37): “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; fui forastero y me dieron alojamiento; necesité ropa y me vistieron; estuve enfermo y me atendieron; estuve en la cárcel y me visitaron”. Después de esta afirmación de Jesús y en respuesta a la pregunta de los justos sobre “¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer?”, ¿o sediento, forastero, enfermo, preso o falto de alojamiento o ropa?, Él respondería, “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron”. Se trata del primer mandamiento: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Amamos a Dios sirviendo y siendo útiles a nuestros hermanos.

 

José Gregorio Hernández (Isnotú, Trujillo 1874 – Caracas 1919) es evocado como el “médico de los pobres”, egresado y profesor de la Universidad Central de Venezuela, científico, investigador y académico, con estudios en Europa, es un médico bondadoso y milagroso, que no limitaba su tiempo y sus conocimientos para atender a quienes lo requerían, sin importar hora ni condición social, atendiendo muchas veces en sus casas a los enfermos. La atención a los pobres es parte fundamental de su legado, precisamente muere atropellado por un vehículo, cuando llevaba medicinas a un enfermo que no tenía cómo adquirirlas.

 

La caraqueña Carmen Rendiles (1903-1977) hizo de la caridad su vida, es ejemplo de servicio, al punto de ser denominada Madre de la Caridad. Esta mujer nació sin el brazo izquierdo; un solo brazo de ella producía más que los dos que poseemos la mayoría de los mortales; fundadora de las Siervas de Jesús, de varios colegios y de centros de atención a los pobres, no establecía límites para dar a los demás todo el amor que tenía en abundancia, amor que cultivaba en la oración, para encontrar la fuerza de dar de manera ilimitada.

 

La fórmula para ser santo es sencilla: oración y servicio; lo difícil es la constancia. Orar en un momento dado no es difícil, como tampoco lo es servir en alguna oportunidad a nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestro prójimo en general; lo difícil es hacerlo siempre, es la perseverancia. Juan Pablo II cuando beatificó a mi querida María de San José, expresó de ella: “supo fundir de manera admirable oración y acción, en la práctica de la más genuina caridad hacia el prójimo”.

 

Cuando vemos la bondad y el servicio de los santos, la entrega de sus vidas a la caridad hacia el prójimo, contrasta con los malos, con aquellos que no sirven a los demás, sino que se sirven de los demás; cuando esos malos que en lenguaje popular llamamos diablos están en el ejercicio del poder, o tienen influencia decisiva en la vida colectiva de los pueblos, el daño que causan es mayor, la maldad se agranda y su responsabilidad se acrecienta.

 

A nuestros dos primeros santos, a José Gregorio Hernández y a Carmen Rendiles, les pedimos por Venezuela, por el pueblo humilde al cual sirvieron, para que seamos capaces de darle un vuelco, en todos los sentidos, a la vida de nuestro país, lo que sin duda generará el bienestar y la libertad que estamos anhelando.  www.venamerica.org.-

 

*Expresidente de VenAmérica y Vicepresidente de CICIVEN

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