Entrevistas

Los Nobel de Economía, ¿qué opinan de esta crisis?

Nos enfrentamos a una crisis imprevisible por la cantidad de frentes abiertos, por eso se necesitan también soluciones nunca vistas. Preguntamos a algunos de los economistas más prestigiosos del mundo —Christopher Pissarides, Joseph Stiglitz y Richard Thaler, reunidos en el Lindau Nobel Laureate Meeting (Alemania)— cuáles son sus propuestas y sus predicciones. Empezamos con Christopher Pissarides.

Este economista chipriota, profesor de la London School of Economics, es uno de los mayores expertos del mundo en mercados de trabajo y desempleo. Por ello recibió, junto con Peter Diamond y Dale Mortensen, el Nobel de Economía.

XLSemanal. La situación actual recuerda unos versos de Wislawa Szymborska: «Tantas cosas están pasando al mismo tiempo / que deben estar sucediendo en todas partes». Hasta para un ganador del Nobel debe de ser difícil desentrañar este lío…

 

Christopher Pissarides. Tiene razón, ¿y sabe qué es lo peor? Si solo estuviera pasando una cosa, tendríamos una receta política para afrontarla, pero están ocurriendo tres cosas importantes y cada una requiere medidas diferentes. Por eso, los políticos tienen un dilema. ¿Qué política aplicas sabiendo que si solucionas un problema van a empeorar los otros dos?

XL. ¿Por cuál empezamos?

 

C.P. La inflación.

 

XL. Muchos analistas comparan la situación actual con la de los años setenta, cuando había tasas de inflación de dos dígitos y la economía se estancó en todas partes. El mundo tardó una década en superarla. 

 

C.P. La situación parece similar. Pero las causas de la inflación son diferentes. Entonces se debió a la reacción de los gobiernos ante el estancamiento económico.

XL. ¿Y ahora no es así?

C.P. No, ahora se debe a un impacto negativo en la oferta. La industria no produce lo suficiente porque faltan materiales, microchips… Pero no hay que responder a eso estimulando la demanda, sino con políticas que ayuden a resolver el problema de la oferta. La razón de que ahora la situación sea tan mala se debe, en parte, a la expansión del gasto de los países durante la pandemia, que generó un montón de liquidez. Tanto dinero en circulación aumentó la demanda.

XL. Ya veo. Una demanda que no se puede satisfacer porque faltan piezas, por ejemplo, en la industria del automóvil. Y eso hace que suban los precios.

 

C.P. Y, además, está el incremento de los precios por la invasión rusa de Ucrania. Si los bancos centrales responden a esto aumentando agresivamente los tipos de interés, como se hizo en los ochenta para salir de la estanflación de los setenta, la recesión será mucho peor.

XL. Pues ya se han subido los tipos para cortar la espiral inflacionista, pero se barajan más subidas.

C.P. Hay que ser mucho más cuidadoso esta vez, porque tienes que equilibrar las dos cosas: la inyección de dinero durante la pandemia con el impacto en los precios de la invasión.

XL. Y queda el tercer problema…

 

C.P. Sí, China está arrastrando al mundo a cierta desglobalización por las incertidumbres en la cadena de suministro. Y eso está generando un choque negativo en el comercio internacional, una minirrecesión dentro de la recesión a la que ya nos estamos asomando.

«No tenemos un problema, tenemos tres. De tal modo que, si intentamos solucionar uno de ellos, empeoramos los otros dos»

XL. ¿Se puede evitar una recesión en Europa?

C.P. Me temo que no. No veo una solución para la guerra que satisfaga a la Unión Europea y que nos devuelva a la situación previa a la invasión en cuanto a los suministros de gas ruso. Así que Europa tiene que encontrar alternativas para abastecerse de energía.

XL. Ya las está buscando y, de momento, está quemando carbón.

C.P. Eso es coyuntural. Tienen que ser renovables por sus compromisos medioambientales, pero no hay una solución rápida. Así que tenemos un problema a largo plazo. Los siete meses de guerra no son nada; esto va para años.

XL. Hablemos de la deuda. Están endeudados los países, las empresas, las familias… ¿Cree que la situación está controlada?

C.P. No, para nada. Porque, además, los gobiernos reciben diferentes recomendaciones. El Fondo Monetario Internacional les dice que suban los tipos de interés y que los bancos centrales sigan políticas restrictivas, más que las actuales. Pero, por otra parte, tienes a los gobiernos utilizando medios fiscales y ayudas para intentar contener el alza del coste de la vida. No está claro hacia dónde va la economía. Solo ves que los precios suben y que, si se aumentan los salarios para hacer frente a la subida, pueden subir más.

alternative textChristopher Pissarides. Premio Nobel en 2010 y profesor de la London School of Economics. |FOTO: CHEN DSB

XL. En la eurozona, los gobiernos y el Banco Central Europeo llevan una década encomendándose a imprimir dinero: primero, para defender al euro; luego, para evitar que empresas y hogares se arruinaran durante la pandemia; y, recientemente, para reiniciar la economía. La historia sugiere que, cuando se imprime dinero por desesperación, suceden cosas malas. Los alemanes se siguen acordando de la hiperinflación de hace un siglo…

C.P. No creo que sea un problema tan grave como usted sugiere. Es cierto que si imprimes mucho dinero vas a tener inflación, pero no estamos ni de lejos en la Alemania de Weimar. Imprimir dinero durante la crisis era necesario, por el colapso de la liquidez y para ayudar a los países del sur. No había más remedio. Y durante la pandemia también, porque la economía había colapsado a causa de los confinamientos. Hubiera sido terrible permitir que los trabajadores perdieran sus empleos masivamente y que las empresas quebrasen. Sería aconsejable, en este momento, que circulase algo menos de dinero. Pero no es fácil hacerlo rápido, con políticas fiscales restrictivas, porque sigue habiendo problemas en China y Ucrania. Y tienes que buscar un equilibrio entre el alza de los precios y el poder adquisitivo de los salarios, a no ser que solo te preocupe controlar la inflación.

XL. ¿Al menos, la inflación ayuda a los gobiernos a quitarse deuda?

C.P. Algo los ayuda, sí. Durante tres o cuatro años puede ser buena idea tener una inflación del 2 por ciento. Pero no del 10.

«Este invierno va a ser duro porque va a ser caro. Europa, Estados Unidos y China deben sentarse a dialogar»

XL. Usted es un especialista en los mercados de trabajo. Sostiene que hay buenas oportunidades en aquellos empleos no afectados por la automatización, como el turismo, y los que requieren contacto humano: cuidadores, entrenadores personales… Pero no suelen estar bien pagados.

C.P. Porque hay mucho trabajo ocasional, no hay convenios y la afiliación sindical es baja… Los gobiernos deberían asumir un papel central ahí porque es importantísimo que esos trabajos estén bien pagados.

XL. Pero la desigualdad aumenta.

C.P. Es el mayor de los problemas. Compañías de éxito en el sector digital pagan muy bien a sus empleados en los puestos más altos, pero al mismo tiempo subcontratan muchas tareas. Además, con el comercio on-line se están creando trabajos muy mal pagados, como los repartidores. La desigualdad entre los mejores puestos y los nuevos empleos no deja de aumentar.

XL. Los alimentos están cada vez más caros. ¿Podemos encontrarnos con supermercados vacíos este invierno?

C.P. Lo dudo. No creo que Rusia utilice el alimento como arma. Incluso si lo intentase no implicará escasez de alimentos este invierno porque ya hay rutas alternativas para el grano de Ucrania.

XL. ¿Y la energía? Todos los gobiernos europeos advierten de que el invierno va a ser duro.

C.P. Va a ser duro porque va a ser caro. La comida, la calefacción, la gasolina y la electricidad se van a llevar una parte muy considerable del presupuesto de los hogares. Va a haber que ayudar a muchos.

XL. ¿Los británicos echan de menos a Europa tras el brexit?

C.P. Creen que están mejor solos, pero están peor. La burocracia ha aumentado y hay recortes tremendos en salud y en servicios. Nos hemos quedado sin muchos jóvenes que venían a trabajar. En British Airways no encuentran auxiliares que hablen idiomas porque los ingleses solo hablan inglés.

XL. La metáfora del boxeador que se tambalea, pero que sigue en pie a pesar de los golpes, parece apropiada para describir el estado de la sociedad. Pero ¿y si llega otro cisne negro?

C.P. En realidad, no nos habíamos recuperado de las crisis anteriores y los problemas se van acumulando. Y eso dificulta cualquier política, no solo en Europa. Tenemos que hablar más. Rusia se ha quedado fuera de la ecuación, pero China, Europa y Estados Unidos deberían sentarse a dialogar.-

Carlos Manuel Sánchez

Sábado, 17 de Septiembre de 2022/XLSemanal

ANB de Madrid

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