Trabajos especiales

Diversidad y unidad a propósito del Día del Idioma y del Libro

Horacio Biord Castillo:

El 23 de abril, en recuerdo del Miguel de Cervantes, se conmemora el día del Idioma español y del Libro. Por ello, cada 23 de abril o en torno a ese día se suele leer en espacios públicos fragmentos del Quijote o de otros libros y autores emblemáticos como una manera de recordar al llamado Príncipe de las Letras castellanas o españolas. No en balde, el máximo premio de la literatura en nuestro idioma que es además nuestra patria, lleva el nombre de Cervantes.

La reiteración de las celebraciones anuales conlleva el riesgo de vaciar de sentido de la conmemoración, aunque por otro lado también facilita el recuerdo permanente de la efeméride o personaje de que se trate. El 30 de marzo de 2023 se clausuró en Cádiz el IX Congreso Internacional de la Lengua Española, coorganizado por el Instituto Cervantes, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. El congreso, que inicialmente se había proyectado celebrar en la ciudad peruana de Arequipa aunque pese a muchos esfuerzos no se logró por la situación del Perú, tuvo como título “Lengua española, mestizaje e interculturalidad. Historia y futuro”. Sin duda, se trata de un bello título que encierra también diversas posiciones sobre el español y la cultura hispánica.

Arequipa, en los Andes centrales, muy cerca del corazón del Tahuantinsuyo, hubiera sido un escenario privilegiado para hablar sobre esos temas, que aún requieren de más reflexión y no excluyen la posibilidad de volver sobre ellos, tal vez de forma inagotable, incluso desde las tierras de moches, quechuas y aimaras. No obstante, Cádiz también constituye una locación señalada, tanto desde el punto de vista geográfico como histórico y sociocultural e incluso mítico y simbólico, para hablar de diversidad, mestizaje e interculturalidad.

Cádiz, una de las ciudades más americanas de la España peninsular y quizá la que más, alegre junto a la cambiante marea del Atlántico, está más acá del estrecho de Gibraltar, un peñón que confronta la hermandad europea y la soberanía española. Los griegos creyeron que allí estaba una de las Columnas de Hércules, la septentrional. Esas columnas marcaban el fin del mediterráneo y del mundo conocido. Los meros 14,4 km. que separan Europa de África también nos enseñan la proximidad de los seres humanos, aunque también sus distancias y alejamientos, delibrados o no. Cádiz se abre al Atlántico, que encerraba para los europeos la ignorada plenitud americana. Cádiz, en 1812, acogió a los constituyentes que trataron de ofrecer un modelo que hubiera evitado la fragmentación hispanoamericana.

Una estrecha lengua de tierra une Cádiz a España, a Europa. Si fuera una simple amarra y la ciudad una barca tan grande y hermosa como ella misma, Cádiz navegaría una y otra vez hacia el destino americano, la tierra donde hoy se habla más español en todo el mundo, llena la gaditana de las riquezas de su historia, anterior a los nombres y palabras en romance e incluso en latín vulgar. Al estar más acá de las Columnas de Hércules se erige en territorio propicio para desmontar las ideas excluyentes de la occidentalidad mal entendida y para incluir los paisajes naturales, humanos, culturales, simbólicos y lingüísticos de América y de África, y de las islas que en medio de los continentes también florecen.

No había, pues, un mejor lugar para celebrar ese congreso, que debía hacerse en Arequipa, que Cádiz. Y allí se celebró como una advertencia de que se trata de tema de gran importancia cuya comprensión y aplicación aún dista mucho de haberse agotado. El mestizaje, en la mayoría de las intervenciones y ponencias, fue abordado como una forma de enriquecimiento cultural y lingüístico que debe ser valorada como una herencia colonial sí, pero con una perspectiva de descolonizadora y postoccidental. Esa es una clave importante.

Celebrar la unidad del idioma español, promover y fortalecer su uso, pero consciente de las herencias históricas y culturales que hacen necesario un punto de vista descolonizador. La promoción del español en los ámbitos hispanoamericanos, así como en otras latitudes, entre ellas muy especialmente Filipinas y Guinea Ecuatorial, implica la adopción de criterios sustentados en la diversidad sociocultural y lingüística de cada país y de cada región, en particular. En el caso de Hispanoamérica, el contacto entre el español y las lenguas indígenas y otros idiomas y variedades lingüísticas no debe implicar la sustitución de las lenguas minoritarias, en el supuesto de que localmente lo sean, por el español. Más bien, este debe enriquecerse de ese contacto y proporcionar herramientas para la conservación, descripción y consolidación de esos idiomas, muchos de ellos en varios sentidos amenazados, y de los grupos sociales que constituyen sus hablantes.

Quizá tanto los hablantes nativos de esas lenguas minoritarias o amenazadas, como sus estudiosos, planificadores y promotores encuentren en español bibliografía pertinente y recursos informáticos de más fácil acceso y también en idioma español pueden ellos mismos adiestrarse y adiestrar para fortalecer los idiomas nativos y regionales. Es, sin duda, el caso de los idiomas amerindios y el de las lenguas de Guinea Ecuatorial y el de algunos idiomas y variedades lingüísticas de España.

En el IX Congreso de la Lengua Española se debatió ampliamente sobre la importancia de la educación intercultural bilingüe, los riesgos de pérdida lingüística y la necesidad de promover actitudes de respeto y valoración de la diversidad como condiciones indispensables para la conservación de la diversidad. Sería ingenuo suponer que sobre un asunto tan complejo, como también lo son el concepto de mestizaje y sus implicaciones epistemológicas y sociales, pueda haber unanimidad de criterios. Sin embargo, los consensos en esta materia no dejan de crecer y fructificar. Al hablar de diversidad debemos considerar la pluralidad ideológica como algo que le es y debe ser consustancial, lo cual olvidan con frecuencia y han olvidado en el pasado los gobiernos y regímenes autoritarios, asumiendo con su olvido una actitud imperialista.

Ojalá que ese espíritu gaditano de diversidad, que tiene que ver en su historia con tantas culturas, sociedades e idiomas, con su vocación americana y americanista y con el espíritu de aquella Constitución que quizá por tardía no sedujo empero a los hispanoamericanos, nos aliente a revisar conceptos como el del mestizaje cultural y lingüístico y la diversidad lingüística en contextos de mayoría hispanófona o de creciente expansión del uso del español, como en los Estados Unidos de América. Se trata de una perspectiva plurihispánica y no tan solo panhispánica.

Los hispanohablantes tenemos hermanos gemelos que a veces ignoramos o nos ignoramos mutuamente: los lusohablantes. Por eso, como meta geopolítica, no podemos dejar de considerar que los ideales plurihispánicos se proyectan en uno más amplio e inclusivo: lo transiberoamericano.

Desde estas perspectivas, celebrar la unidad del español y pensar no solo en su diversidad interna sino en el bilingüismo y el multilingüismo y las alianzas con culturas y lenguas próximas como maneras de fortalecer sociedades más justas, inclusivas e igualitarias debe ser parte del propósito del Día del Idioma español y, aunque con las especificaciones y salvedades requeridas, eso mismo aplicado a los libros, en cualquiera de sus formatos, impresos o electrónicos, el sentido de un Día del Libro.-

 

Horacio Biord Castillo

Escritor, investigador y profesor universitario

Contacto y comentarios: hbiordrcl@gmail.com

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