El portugués y el español: herencia y reto de hermandad
Horacio Biord Castillo:
Las palabras que siguen fueron pronunciadas como apertura del acto celebrado de manera conjunta por la Embajada de Portugal en Venezuela y la Academia Venezolana de la Lengua en el Paraninfo del Palacio de las Academias, en Caracas, el 05 de mayo 05 de 2023, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Lengua Portuguesa y, por extensión, de la cultura y los valores portugueses o de origen portugués.
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Bienvenidos seamos todos a este evento. Estamos, como se puede apreciar, en un lugar especial; pero no tanto por su belleza física, su decorado, sus cortinajes y cuadros o sus muebles. No tanto por eso, como tampoco solo por su antigüedad, aunque ella contribuya a darle ese carácter especial.
Si algo hace especial a este lugar, denominado paraninfo del Palacio de las Academias que nació como un convento franciscano en la Caracas colonial, es haber reunido durante tanto tiempo, desde cuando aquí funcionaba la Universidad Central de Venezuela, ideas y conceptos, tesis y reflexiones, que sintetizan en gran parte el pensamiento y los ideales venezolanos. Dicho de otra forma, este lugar es especial porque concentra energías, el eco de palabras que siempre han buscado la elevación del espíritu, la ampliación del conocimiento y, por esa vía, la comprensión de las circunstancias del país en cada momento de su historia.
Por todo eso, para una institución correspondiente de la Real Academia Española, como es nuestra Academia Venezolana de la Lengua, sin más especificación que de la lengua, lo cual omite -quizá por haberse considerado en algún momento innecesario- la precisión de lengua española (precisión importante porque en Venezuela se hablan muchas lenguas, como las indígenas, las coterritoriales y las traídas por los inmigrantes), ese sentido no marcado, digo, nos da la posibilidad de celebrar la lengua, más allá de sus particularidades o realizaciones concretas. Si algo caracteriza, por encima de todo, a los seres humanos es la capacidad de articular sonidos significativos mediante sistemas denominados lenguas o códigos.
Esa condición exclusivamente humana de los lenguajes verbales le otorga aún más valor o significado a aquellas palabras de Fernando Pessoa, el gran poeta portugués, escritas sin embargo en prosa, y a tribuidas a su heterónimo Bernardo Soares: “Gosto de dizer. Direi melhor: gosto de palavrar. As palavras são para mim corpos tocáveis, sereias visíveis, sensualidades incorporadas”. El palabrear, el hablar, el sentir la realización de los actos de habla nos remite a la idea de patria. Por ello, el poeta afirma: “Minha pátria é a língua portuguesa”.
No se equivocó: la patria es la lengua, lo que significa exactamente eso, o con los términos invertidos: la lengua es la patria. De hecho, a una persona se le puede quitar todo, menos su manera de hablar, sus pensamientos y sueños que generalmente se expresan en la primera lengua adquirida, también calificada de nativa y sobre todo de materna, aunque más en sentido figurado que absolutamente etnográfico. Una persona puede ser despojada de su nacionalidad, pero nunca de su acento; puede mudarse a otro país y región donde se hable otros idiomas y difícilmente perderá su primera lengua, aunque matice los rasgos dialectales originarios.
Cuando una persona está en un país de lengua extranjera, sobre todo si no la domina con total fluidez, y encuentra a alguien que habla su propio idioma, siente como que si se le quitara un peso de encima. Es el sentimiento de poder comunicarse con una facilidad que no siempre es fácil en segundas o terceras lenguas. De allí proviene la idea de patria lingüística en el sentido de comunidad de afectos, creencias y herencias culturales que potencian la comunidad primaria de sonidos, palabras, giros y usos lingüísticos. Todo eso lo celebramos hoy.
La Academia Venezolana de la Lengua agradece a la Embajada de Portugal la distinción de querer celebrar la lengua portuguesa en su día internacional con y en esta institución, que días atrás ha arribado a 140 años de existencia. Nuestra academia se une jubilosa a esta fiesta que viene a ser también una fiesta patriótica para los venezolanos. Sin duda, el portugués es, cuando menos, una patria pequeña en Venezuela porque el idioma portugués nos habita a los venezolanos en el corazón y en la piel, en la epidermis. Más allá de los vínculos tan estrechos entre el portugués y el español en la Península Ibérica, donde el hermosísimo idioma galego sirve de puente y unión, el portugués habita el corazón de Venezuela por todos los portugueses que, especialmente en la década de 1950, pero también desde los días iniciales de la conquista, y a partir de la década de 1960, llegaron como inmigrantes y aquí encontraron y construyeron un hogar y una patria, mezclando palabras españolas y portuguesas. Pero el portugués también habita nuestra piel porque por gracia de Dios uno de los vecinos de Venezuela es el país con mayor número de lusohablantes en el mundo: o Brasil.
Así, pues, la Academia Venezolana de la Lengua, pese a la posible inexactitud de un nombre que no dice a qué lengua se refiere, se regocija en el portugués, en el de Portugal y, en especial, en la variedad de la Isla de Madeira, cuyos nativos y descendientes han tenido una presencia tan importante en la sociedad venezolana; en el de Brasil y tantos otros países y lugares de África y Asia; en el portugués de Camoens, de Pessoa, de Saramago, de Da Cunha, de Amado, de Drummond de Andrade.
Esta celebración solemne es, pues, un acto de hermandad entre dos patrias: el español y el portugués, y también un acto de hermandad entre Venezuela, Portugal, Brasil y todos los países lusohablantes. Para mí es, además, el recordatorio de un reto grande e insoslayable aunque no fácil, pero sí imperativo: la alianza transiberoamericana, la conformación de un bloque plural de hablantes de español, portugués y otros idiomas minoritarios que no deben ser desplazados sino potenciados por las dos lenguas mayoritarias. Esa alianza tendría una importancia geopolítica y estratégica de gran trascendencia y aquí, hoy, en este momento, mostramos su carácter hermanador y vinculante.
Un especial y respetuoso saludo y agradecimiento al mbajador de Portugal en Venezuela, Excmo. Sr. João Pedro Fins do Lago, al señor Agregado Cultural y coordinador de la Enseñanza de la Lengua Portuguesa del Instituto Camões en Venezuela, Mag. Rainer Sousa, y a los funcionarios de la Embajada de Portugal que de tantas maneras han contribuido a este acto.
Gracias a todos los presentes que han acogido esta invitación.
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Finalmente, quisiera dedicar la versión ajustada de estas palabras al señor Casimiro (era su apellido y no su nombre), un diligente y rollizo portugués que siendo yo un niño a mediados de la década de 1960, en su camioneta verde o quizá azul llena de sonrisas, todos los días muy temprano llevaba pan fresco a nuestra casa de Don Blas, en San Antonio de Los Altos (estado Miranda). Fue, hasta donde llegan mis recuerdos infantiles, el primer portugués o al menos el primero que para mí, con ese español tan marcado por los rasgos de su primera lengua, representó la presencia portuguesa en nuestro entorno. Muito obrigado, Casimiro.
Horacio Biord Castillo
Escritor, investigador y profesor universitario. Presidente de la Academia Venezolana de la Lengua
Contacto y comentarios: hbiordrcl@gmail.com