Opinión

Exageraciones, mentiras y calumnias (II)

Gloria Cuenca:

Se me enseñó desde siempre: la mentira es dañina.  Un gentío cree al manejar las redes sociales, que se tituló como periodista (¡?). Para nada: se trata de los info-ciudadanos: un ciudadano que puede reducir la incertidumbre sí produce  información veraz. (Recuérdese: la información es un dato reductor de incertidumbre) Para ser periodista, se debe estudiar 5 años de una carrera universitaria, cumpliendo con la ética profesional y muchas normas específicas de la profesión. Podemos hablar de noticia informativa o de información noticiosa. (No es redundante.)  He explicado la diferencia entre información, (dato reductor de incertidumbre) y la noticia, (news: novedad; refiere al suceso, raro, instantáneo, prominente, actual, principales factores). Insisten en homologar las dos expresiones. La cuestión estriba, según creo, en un problema de orden educativo y cultural, en medio del desastre pregonado por el régimen. Audaces quienes se autodenominan periodistas, no saben el ABC de la ética profesional. Tampoco conocen, ni les interesa hacerlo, todo el andamiaje ético jurídico, desde la Constitución Nacional, pasando por la Ley del Ejercicio del Periodismo y el Código de Ética, que sirve de orientación precisa al dar noticias informativas.

Existe en la actualidad, un importante sector que no quiere hacer el esfuerzo y estudiar. No quieren “quemarse las pestañas” suele decirse, y dedicar largo tiempo al estudio de determinada carrera, técnica, profesión u oficio. Especialmente, quienes vienen con información de la extinta y fracasada URSS o, de la muy publicitada revolución cubana, piensan, eso les decían: “Hay que estudiar marxismo leninismo”.  Lo creían, pues “al tener ideología comunista, sin ningún otro estudio, puedes desempeñar cualquier tarea con  éxito”. (Conocemos los resultados) Lo hicieron comunistas en la Unión Soviética. Imitados-ciegamente- por chinos, alemanes y  cubanos; además de muchos de los dirigentes de las mal llamadas “Repúblicas Democráticas” del este de Europa. ¡Gran fracaso! ¡Peor error! Se acabó la prosperidad, la alimentación y por eso ocurre la destrucción de los países.  Obsecuentes seguidores del régimen y su ideología, no quieren pensar en eso. No pueden culpar, menos responsabilizar a los “imperios” del fracaso de la URSS. El imperio comunista se desbarató, ante los ojos del mundo libre. Hace más de 30 años. Quienes observamos lo que ocurría, nos parecía imposible: “El fin de la URSS”, también del “PCUS, Partido Comunista de la Unión Soviética”. Como fila de dominós, todo cayó. Menos Cuba, con su dictador, soberbio y malvado, quien, a pesar de saber la verdad, no quiso aceptar el fracaso. Cual “garrapata” se pegó del dinero y la bonanza venezolana, para que los mantuvieran. Conocen el resto de la historia.

Amables seguidores, contradictorios lectores: los tuiteros e “influyentes” no son periodistas. Para eso, lo repito, deben estudiar una carrera: Comunicación Social.  ¡A estudiar! Con seriedad y dedicación. Una profesión bella, maravillosa, intensa y llena de desafíos. Sí les gusta, es un placer, se los aseguro. De lo contrario, encontramos las falsas noticias, bluff, fake y demás, que causan daño entre ingenuos seguidores. No son ellos los únicos responsables de esta situación. Sin embargo, si los que más las expanden.

Las exageraciones, pueden partir de un hecho cierto, pueden ser demasiado grandes, resultan falsas, por distorsión. Ejemplo: “Venezuela se arregló”. ¿Quién lo creyó? ¿Era cierto? Hicieron unos arreglos, se devolvió el Sambil de la Candelaria, se construyeron algunos edificios y se abrieron  restaurantes. ¡Con inseguridad alimentaria grave, con 7 millones y medio de migrantes, con el salario mínimo más bajo de latino américa, con los servicios públicos en el suelo, con gente que muere por comer de la basura, con una deserción escolar grande, sin libertad de expresión, de información y prensa! ¿Se arregló? No se piense que somos mensos. La situación es terrible, no hay arreglo posible con este régimen.

Hay otra forma de mentira, la calumnia. En Venezuela es un terrible delito contra la administración de justicia. Aquí, no refiero al delito, sino a la expresión calumnia, de (calvi engañar). La gente, ofendida, dice: “me calumniaron, eso no es verdad”. Las redes sociales se han vuelto una especie de escupidero, (perdónese el coloquialismo) donde la gente “vomita” frustraciones, amarguras, resentimientos y odios, contra quien siente envidia, molestia, amargura. Sentimientos desagradables, que surgen cuando las personas no se han realizado. Acomplejados, con terrible sentimiento de minusvalía, producto de quien sabe cuales situaciones en su infancia temprana. Ser calumniado es molesto y humillante. En el pasado hubo hasta duelos cuando los ofendidos sentían que había que reparar la ofensa con sangre. La calumnia, se dice, es como el agua derramada, nunca se termina de recoger. Apelo a la consciencia de quienes tienen en sus manos tan trascendental tecnología: hay que respetar, comprometerse con la verdad, darse cuenta de que, se hacen cosas muy buenas y, con  mentiras, exageraciones,  calumnias, también hacen- en oportunidades- daños irreparables. No olvidarlo.-

Imagen referencial: Diario Constitucional

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