Opinión

Populismo, democracia, izquierda y derecha

El político debe tener iniciativa estratégica, pero con un sentido de las proporciones. Y esa es la función del político con vocación y de oficio en estos tiempos de globalización y auge de la democracia sobre todo en los últimos 35 años

Jesús Mazzei Alfonzo:

Tema de actualidad y que para mi persona están siempre sobre el tapete sobre todo luego de los resultados de Chile, Turquía, las perspectivas en la Argentina, donde se observa, que no importa la tendencia política está vivito y coleando. El populismo muta en un mundo globalizado y adquiere neopropiedades que lo hacen atractivo a los electorados de algunas regiones del mundo, sobre todo en sectores de clases medias, con escasa formación y desplazados de los frutos de la globalización.

En efecto, el populismo, es para algunos autores una teoría de análisis político, para otros, autores, es un tipo de modelo particular y peculiar sea el caso latinoamericano, que tiene sus orígenes en los años 40, que evolucionó de ser una alianza heterogénea de clases a lo que es lo hoy, vivo tanto en la izquierda y derecha. Ahora bien, esta categoría de análisis y modelo de desarrollo político tiene una serie de características muy particulares: tienen en común un fuerte liderazgo carismático, busca crear y robustecer un orden socio-político altamente movilizador desde el punto de vista social, conciliador entre las políticas de acumulación y de distribución de los recursos estatales, que puede llegar sea el caso a la ruptura de la coalicción populista, cuando esta se hace insostenible por escasez de recursos o pésima administración de ellos. Entre los neoliberales y de izquierda, se pueden ubicar partidos de esta identidad, dado que se dan en sociedades abiertas, pluralistas que producen este tipo particular no sólo de discurso político, sino de acción política concreta como se puede ver en los casos de los Países Bajos, Francia, Alemania, España y más recientemente con la llegada al gobierno de una candidatura que desde afuera con un discurso rupturista capto a la mayoría del electorado republicano y lo llevó a la presidencia de los EE. UU, me refiero al caso de Donald Trump, en una amplia coalicción con grandes sectores blancos desplazados del cambio industrial-tecnológico, geográficamente situados en el centro-este de los EE.UU. O lo que significó la victoria de Jair Bolsonaro en 2018, en una amplia coalicción blanca, de sectores medios y de la región sur-este del Brasil, donde aún es fuerte y la conformación de la actual correlación de fuerzas en el parlamento brasileño, es un termómetro de lo fuerte que es esta ideología política, al no tener a estas alturas el gobierno de Lula una colacción parlamentaria que le permita señal verde a sus proyectos parlamentarios y le de estabilidad en una nueva colacción presidencial.

O como afirma el historiador Del Palacio “…El éxito del populismo no se cifra solamente en su capacidad para ganar elecciones y penetrar en las instituciones. Al contrario, el populismo también vence cuando condiciona tanto la agenda política de un país, como la forma de hacer política de los partidos tradicionales. Normaliza la personalización de la política, el estado de movilización permanente, el decisionismo, los registros discursivos hiperbólicos y la polarización ideológica. Porque, en el fondo, el populismo no aspira sino a convertir la democracia en un espacio de deslegitimación política del adversario.

Por eso tenemos muy pocos motivos para la alegría ante la progresiva moralización de nuestra conversación política, donde ya sólo parece haber cabida para los buenos y los malos sin tacha: los santos. Y por ese camino se ha llegado al extremo irresponsable de normalizar un lenguaje maximalista, así como a banalizar conceptos como el totalitarismo, el fascismo, el comunismo y todo extremismo. El objetivo es parecer más democrático que el oponente ante la opinión pública, aunque con ello se contribuya a la degradación de la convivencia y las instituciones…” Aquí está el meollo de la situación y en eso los populistas han sido exitosos los últimos años. Los populistas necesitan las estructuras libres y plurales de la democracia para acceder, queda en un alto grado de la institucionalización de estructuras políticas, judiciales, económicas, culturales ser el canal de contención para su éxito y permanencia.

En suma, conjugar la labor del técnico con la del político es difícil, gobernar es más intricado, complejo, es optar entre opciones, es saber que se quiere, saber que se puede y que no se puede hacer, saber cuándo hay que hacerlo y finalmente, cómo hay que hacerlo, y en sociedades posindustriales de carácter democrático, es más complicado. El político debe tener iniciativa estratégica, pero con un sentido de las proporciones. Y esa es la función del político con vocación y de oficio en estos tiempos de globalización y auge de la democracia sobre todo en los últimos 35 años. Por ello, debemos estimular la aparición de políticos, sensatos y maduros y no populistas que estimulen las emociones del electorado.

En ese sentido, una sociedad internacional globalizada en su faz o cara política, como la actual es compleja por el tipo de relaciones que se dan entre las diferentes dimensiones de la globalización y por otra parte, por la sofisticación de las mismas en su definición, en su interdependencia, por los múltiples factores de las nuevas relaciones espacio-tiempo que se dan, por el dominio creciente de lo que es reflejo de la acción social, que mantiene la incertidumbre sistemática tanto en el plano individual como en el colectivo, ya que esto afecta de antemano las posibilidades de anticipar intereses, necesidades y comportamientos. Y esta esta es la paradoja en tiempos de globalización el surgimiento de un nuevo populismo.

Por tal razón, la consideramos efectivamente un proceso multidimensional caracterizado por seis vertientes principales interrelacionadas: La militar, económica con sus dos subdivisiones: la financiera y la comercial, la comunicacional/cultural, la científica/tecnológica, la ecológica/ambiental y la política.-

jesusmazzei@gmail.com

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