A pesar de todo, Cuba resucitará
Este es el gran milagro de Cuba: un pueblo que, en medio de la más tenebrosa maldad, en medio de la más abyecta mentira, en medio de los horrores más incomprensibles, mantiene viva la nación, crucificada pero viva, sigue luchando por cada hora de vida, por cada respiro de libertad, por cada gramo de pan, por cada atisbo de esperanza

Dagoberto Valdés Hernández:
Como cada año, como en cada primavera, vuelve la Fiesta de la Resurrección de Jesucristo. Esta celebración no es solo para los cristianos, es la Fiesta de la Vida. Es el triunfo de la Luz sobre las tinieblas. Es la certeza de que el Bien, la Verdad y la Belleza, triunfarán sobre el mal, la mentira y el horror.
En Cuba hoy todo es peor. Pareciera como si, en esta pequeña isla del Caribe, no se cumpliera aquello de que “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. No son cien años, pero son 66 y muchos cuerpos siguen resistiendo y aguantando. Seguimos sobreviviendo y esperando.
Este es el gran milagro de Cuba: un pueblo que, en medio de la más tenebrosa maldad, en medio de la más abyecta mentira, en medio de los horrores más incomprensibles, mantiene viva la nación, crucificada pero viva, sigue luchando por cada hora de vida, por cada respiro de libertad, por cada gramo de pan, por cada atisbo de esperanza.
Por eso y muchas cosas más, yo sigo creyendo en Cristo y en Cuba, sigo orgulloso de ser cristiano y de ser cubano. Cuba vive en la noche más oscura, pero Cuba no es la noche. La noche le fue impuesta a Cuba. Pero el alma de Cuba es de luz. Por eso, terminados los días de la Semana Santa en Cuba, es necesario seguir reflexionando para discernir frente a tantas realidades terribles, a tantas prohibiciones y manipulaciones que lesionan gravemente el derecho a la libertad religiosa que, por cierto, no es, ni de lejos, el poder realizar las procesiones con las imágenes de madera o de yeso, mientras las ansias de libertad de nuestro pueblo no pueden salir a las calles sin ser reprimidas.
La libertad religiosa no es una “libertad de permisos”. No hay libertad religiosa cuando se intenta que la fe se encierre en los templos o, aún peor, cuando se impone que la fe se reduzca al intimismo de la vida personal. No hay libertad religiosa cuando la fe se reduce a un pietismo alienante. No hay libertad religiosa cuando no se pueden brindar cursos de Doctrina Social de la Iglesia, de Fe y Sociedad, de Fe y Cultura, y nos recomiendan que nos dediquemos solo a rezar dentro de nuestras casa y dentro de nuestros templos, mientras le dejamos la educación de nuestros hijos, la forma de convivir, la escuela, el trabajo, y todos los demás ambientes, solo a los que ostentan el poder. Esa no es la fe de Cristo encarnado y resucitado que hoy celebramos. Eso es lo que el marxismo–leninismo llamó “opio del pueblo”.
La verdadera libertad religiosa es un derecho humano universal que nadie otorga, viene inherente a cada persona humana, nadie da permiso para ser libre, porque entonces no sería libertad. La libertad religiosa es, en primer lugar, hija de la libertad de conciencia. Y cuando se invade, se espía, se censura, se castiga, se manipulan las conciencias, no puede haber libertad religiosa que es su hija mayor.
La libertad religiosa no es solo libertad de culto, es también libertad de educación, de enseñanza, es libertad de profetismo cristiano, es decir, de anunciar y denunciar, libre y responsablemente, aquello que va contra la naturaleza humana, contra la dignidad de cada persona y contra el bien común. Es libertad para que los pastores puedan predicar toda la verdad del mensaje cristiano sin miedo, sin amenaza y sin castigo. Libertad religiosa es que los laicos cristianos podamos aplicar nuestra fe a la vida familiar, escoger la educación para nuestros hijos y nietos, proponer y trabajar en la sociedad en que vivimos siendo fieles a nuestra conciencia y a nuestra religión en los campos de la cultura, de la economía, de la política, de la sociedad civil.
En fin, la libertad humana es indivisible. Si no hay libertad en general, todas las demás libertades están lesionadas, mutiladas, reprimidas. La libertad no es una tienda por departamentos en que se puede “comprar” libertad religiosa, sin tener libertad en todos los demás ámbitos de la vida personal y social.
*Cuba resucitará*
A pesar de toda la falta de libertad y de libertades, entre ellas, la falta de verdadera libertad religiosa, estoy seguro de que Cuba resucitará a una vida nueva. Estoy seguro de que la Iglesia del Cristo resucitado, también resucitará a una vida nueva. Y estoy seguro de que todos los cubanos podremos gozar del derecho a una plena y verdadera libertad religiosa para creer y ser consecuentes con nuestra fe, así como para no creer y ser consecuentes con el ateísmo o el agnosticismo por el que se opte. Tengo la serena certeza de que:
Cuba resucitará cuando pasemos de estas tinieblas a la libertad de la luz.
Cuba resucitará cuando pasemos de la maldad instituida a la bondad compartida.
Cuba resucitará cuando pasemos de la mentira como norma a la Verdad como forma de Vida.
Cuba resucitará cuando pasemos de los “horrores del mundo moral” a la Belleza de lo que trasciende.
Cuba resucitará cuando ningún vecino delate a otro vecino para hacerle daño.
Cuba resucitará cuando ningún maestro viole el derecho primero de los padres a la educación de sus hijos.
Cuba resucitará cuando cada cubano pueda sacar fuera “la procesión que lleva dentro”.
Cuba resucitará cuando la represión sea sustituida por la comprensión y la justicia sustituya a la injusticia.
Cuba resucitará cuando el odio, la venganza y el rencor sean curados por el perdón, la concordia y el amor.
Cuba resucitará cuando todo tipo de violencia y muerte sea abolido por la paz y la cultura de la vida.
Cuba resucitará cuando la libertad plena sea acompañada de la responsabilidad madura.
A nadie se le ocurre acostarse a dormir creyendo que la noche será eterna, en el fondo todos sabemos que amanecerá. En nuestra Isla amanecerá y toda Cuba, Isla y Diáspora, resucitará. Las tinieblas han estado presentes en todos los siglos, pero en todos los tiempos ha amanecido, una y otra vez.
Jamás la noche se ha extendido sobre Cuba como ahora, por eso mismo, tenemos la certeza de que el amanecer de la libertad está cerca, muy cerca. Tan cerca que hasta los más incrédulos expresan ya, en cada esquina de este país, que “esto tiene que cambiar”, que “esto no puede seguir así”, mientras que no hay un solo alivio, ni una señal de voluntad de cambio, y el mundo que nos rodea se radicaliza cada vez más. Todas estas son señales que nos recuerdan el anuncio de los nuevos tiempos. Hoy resuena en Cuba con un sonido fuerte y entrañable aquella profecía de Isaías 43, 19:
“Dice Dios: Estoy a punto de hacer algo nuevo. Miren que ya ha comenzado… ¿Aún no lo notan?”
Los cubanos debemos abrir los ojos, poner atención a los acontecimientos, tejerlos entre sí para identificar los procesos y hacia dónde va nuestra situación y nuestra vida. Promover esta conciencia vigilante, crítica y propositiva es el mayor servicio a Cuba hoy. Es también la vocación y la misión de los cristianos que creemos en la resurrección de Jesucristo. El colmo sería que los que profesamos que la vida triunfó sobre la muerte, vivamos y contagiemos el desánimo de quienes creen que la muerte tiene, o tendrá, la última palabra en Cuba.
La primera y la última palabra es de la vida. Cuba está muriendo, pero la muerte no tendrá la victoria, porque no hay victoria en la cultura de la muerte. Cuba está en agonía, pero no morirá, tengo la certeza de que Cuba resucitará. Y se cumplirá en Cuba la profecía de Ezequiel:
“Los huesos eran muy numerosos por el suelo de la vega, y estaban completamente secos. Me dijo: «Hijo de hombre, ¿podrán vivir estos huesos?» Yo dije: «Señor Yahveh, tú lo sabes.»
«Entonces me dijo: «Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: Huesos secos, escuchad la palabra de Yahveh. Así dice el Señor Yahveh a estos huesos: He aquí que yo voy a hacer entrar el espíritu en vosotros, y viviréis. Os cubriré de nervios, haré crecer sobre vosotros la carne, os cubriré de piel, os infundiré espíritu y viviréis; y sabréis que yo soy Yahveh»».
«Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras yo profetizaba se produjo un ruido. Hubo un estremecimiento, y los huesos se juntaron unos con otros. Miré y vi que estaban recubiertos de nervios, la carne salía y la piel se extendía por encima, pero no había espíritu en ellos. Él me dijo: «Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Dirás al espíritu: Así dice el Señor Yahveh: Ven, espíritu, de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que vivan.» Yo profeticé como se me había ordenado, y el espíritu entró en ellos; revivieron y se incorporaron sobre sus pies: era un enorme, inmenso ejército».
«Entonces me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros».
«Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al suelo de Israel. Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío».
«Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis.” (Ezequiel 37, 1-14)
Esta profecía se cumplirá en Cuba… ya se están viendo las primeras señales. Por eso estoy seguro de que:
A pesar de todo, Cuba resucitará.
Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.-
(Esta columna, que fue escrita el sábado 19 abril, ha sido publicada en la noche del lunes por respeto al fallecimiento del Papa Francisco, hoy 21 de abril de 2025)
21 de abril de 2025