Somos como las calderas del sótano, dice una carmelita: «No se ven, pero calientan a todos»
La archidiócesis de Mérida-Badajoz celebra este domingo de la Santísima Trinidad la Jornada Pro Orantibus, para orar por las comunidades de vida contemplativa y devolverles mínimamente esa continua oración por los demás en la que viven.
Con ese motivo, su semanario Iglesia en Camino se acerca hasta el convento de las carmelitas de Badajoz para entrevistar a la hermana Ariadna de Jesús, que entró en él hace quince años, y preguntarle cuál es el servicio a Dios y a la Iglesia prestan quienes consagran su vida a rezar.
» Alguien decía que somos como las calderas que hay en los sótanos de los edificios, que no se ven pero que calientan a todos«, contesta a preguntas de Juan José Montes: «La vida contemplativa es una mirada del amor de Dios tanto para nosotras como para la humanidad».
Sor Ariadna de Jesús.
La religiosa formaba parte del Camino Neocatecumenal en Colombia cuando se abrió la posibilidad de discernir esta vocación y empezó poco a poco a descubrir que la voluntad de Dios «era ésta». Y pide a quienes sientan la llamada divina «que arriesguen». Ella lo hizo y no fue fácil: «Una vez que di el salto y me vine al convento, pasé unos años difíciles. Peleas un poquito con el Señor porque está lo que tú quieres ser, tus planes y lo que ves que Dios te pide y que te hace muy feliz, una felicidad que nunca había experimentado… Cuando dejé de lado mis proyectos vi que la voluntad de Dios era que me entregara en esta forma de vida y me quedé con la felicidad que Dios me daba».
Para la hermana Ariadna, dedicar tiempo al silencio y la oración es algo que no valoramos porque lo hemos perdido: «Vivimos en un mundo tan tecnificado, tan acelerado, que todo es actividad«. Justo al contrario que en el monasterio, donde toda su vida está estructurada por la oración comunitaria y por la oración personal: «Toda la vida de una contemplativa es una vida orante desde que se levanta hasta que se acuesta».
Es en ese silencio donde es posible encontrarse «con el amor de Dios, con Dios mismo», y «esa mirada de Dios en el alma es la que luego tiene que salir para cooperar con Él a salvar las almas«.
Porque la gente sigue acudiendo a las monjas para pedirles oraciones, ya sea por teléfono o acudiendo directamente al torno: «La gente está muy necesitada y esa es la esencia de nuestra vida, ayudar al Señor a salvar almas. Santa Teresa del Niño Jesús decía: en el corazón de mi madre la Iglesia, yo seré el amor. Vienen buscando mucho consuelo, amor, comprensión de sus problemas».-