José Antonio Gil Yepes:
Ningún nombramiento, título de trabajo o nivel de experiencia es suficiente para convertirte en líder legítimo a los ojos de tus colaboradores: Es necesario ganarse esa distinción con hechos y hacerlo cotidianamente a través de tus acciones:
Enfócate en el logro, no en el poder, ni la filiación. Que tu motivación sea alcanzar los objetivos y cumplir con la misión o propósito de tu organización. La relación con los colaboradores no debe enfocarse a imponer tu autoridad o poder ni tampoco en privilegiar el ser complaciente con todos para ser popular.
Privilegia lo asociativo versus lo disociativo. Desarrolla tu inteligencia emocional para tener siempre un sesgo asociativo en tus relaciones con otros; evita “resolver” los problemas cortando relaciones con los demás. Necesitamos autoconocimiento y autocontrol de nuestras propias emociones, empatía o conciencia de las emociones de los demás y destreza social para manejar las emociones ajenas de la manera más asociativa y justa posible. La inteligencia emocional, no la racional, explica el 75% del éxito de los grupos de trabajo de alto desempeño. Además, necesitamos tener presente que la inteligencia emocional necesita que nuestras acciones partan de la motivación al logro porque, mientras quieras alcanzar las metas de la organización, el resto de las relaciones tenderá a marchar fluidamente. Pero, si lo que te motiva es el poder, dominar a los demás, tus relaciones serán de distancia o disociativas; cuando no estés presente, el grupo no marchará solo y cada participante tenderá a ejercer el poder, copiando el mal ejemplo. Peor, si lo que te motiva es ser complaciente para ser amigo de todos, puede que te quieran, pero no te respetarán como líder ni cumplirán tus lineamientos.
Sé humilde, escucha, apaga el radio interior. Es posible que el colaborador esté diciendo algo que tenga sentido.
Aúpa la participación de los miembros del grupo a través de sesiones de planificación, formulación de objetivos y estrategias, así como en los procesos de evaluación sobre el cumplimiento o no de los planes acordados.
Comunícate claramente. Cuenta una historia convincente de dónde viene tu equipo u organización, a dónde va y por qué. En esa historia necesitas ser capaz de transmitir cómo encajan tus empleados en ese plan.
Demuestra equidad. Como la persona que marca la pauta, debes comunicar de forma proactiva la consideración y el respeto por las personas que diriges, y hacerlo con transparencia y consistencia. El favoritismo y las decisiones opacas desmotivarán a tus empleados y conducirán a una cultura de comportamiento político y de autoprotección.
A toda costa, hay que evitar que una decisión sea calificada como «eso no es justo» pues ello socava rápidamente tu legitimidad.
Compórtate con integridad. Es necesario actuar de acuerdo con los valores y principios adoptados, especialmente cuando hacerlo sea costoso.
Sé auténtico. Los líderes auténticos son tan honestos sobre sus éxitos y fortalezas como sobre sus fracasos y debilidades, y son transparentes sobre quiénes son y cómo son, más allá de su ámbito profesional.
Ubica a los demás en primer lugar. Reconoce que liderar es un privilegio, da crédito generosamente a quien lo merezca y haz sacrificios antes de pedir a otros que los hagan.
Interésate por la vocación de tus colaboradores. De nada te servirá que trabajen contigo personas que preferirían estar haciendo otro tipo de labores. Averigua sus preferencias y facilítales un cambio de trabajo si fuese el caso.
Enfoca tu liderazgo hacia lo Transformacional, por encima de lo Transaccional. El líder transaccional, se ocupa de que sus colaboradores hagan el trabajo acordado por la paga acordada. El líder transformacional va mucho más lejos, se ocupa y preocupa porque sus colaboradores estén satisfaciendo sus inclinaciones vocacionales, aprendan cada vez más, tengan oportunidades de progresar en sus puestos de trabajo y de satisfacer otros intereses como seres humanos integrales.
Lidera con propósito. La gente no sólo espera que aumentes el rendimiento y las ganancias; también esperan que infundas en su trabajo un sentido de misión y significado que les llene de orgullo. Para ello, demuestra que tu motivación está al servicio de un objetivo mayor, como servir a la sociedad, creando valor para los clientes satisfaciendo sus necesidades; en lugar de un objetivo menor, como aumentar la riqueza de los accionistas. Esto último es una condición necesaria porque, sin resultados positivos, la organización desaparece, pero no es lo prioritario porque dejaríamos de ser relevantes para el mercado y fuente de orgullo para nuestros colaboradores.-
@joseagilyepes