Monseñor Chomali: «La corrupción nos empobrece como hombres y como sociedad»
El arzobispo de Concepción asegura que se trata de "una realidad muy dolorosa", ante la que no se puede ser indiferente
«La corrupción impide el desarrollo de las personas, frena el tránsito hacia una sociedad más justa y auténticamente democrática y el desarrollo de un sistema económico transparente y sanamente competitivo»
«La corrupción impide que los recursos sean destinados efectivamente a quienes les corresponde, lo que hace que sus redes siempre terminen perjudicando a los más pobres y desvalidos»
«La corrupción es lo opuesto al derecho, constituyéndose en una clara injusticia hacia las personas y la sociedad»
«Frente a situaciones de corrupción quienes tienen responsabilidades públicas van perdiendo credibilidad, lo que es un anticipo de una situación de ingobernabilidad muy peligrosa»
Lamentable, la percepción de los chilenos es que hay altos niveles de corrupción en nuestro país. Este se hace presente bajo la forma de extorsión, favoritismo, abuso de poder, malversación de fondos, soborno, cohecho, venta de favores, entre otros. Es una realidad muy dolorosa frente a la cual no podemos quedar indiferentes.
La corrupción impide el desarrollo de las personas, frena el tránsito hacia una sociedad más justa y auténticamente democrática y el desarrollo de un sistema económico transparente y sanamente competitivo. La corrupción distorsiona de raíz las instituciones representativas de un país porque son utilizadas como plataforma de intercambio de favores, lo que relega a un segundo plano las opciones políticas a favor del bien común, donde éstas encuentran su razón de ser. La corrupción denigra en sus raíces a las personas humanas utilizándolas con desprecio para fines claramente egoístas.
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia postula la corrupción como una de las causas que contribuyen en mayor medida al subdesarrollo y la pobreza. La corrupción impide que los recursos sean destinados efectivamente a quienes les corresponde, lo que hace que sus redes siempre terminen perjudicando a los más pobres y desvalidos.
La corrupción priva de la legalidad como un bien fundamental de todo ciudadano que se traduce en reglas, funcionamiento institucional y políticas sociales y económicas que miran al bien de la sociedad en su conjunto. La corrupción es lo opuesto al derecho, constituyéndose en una clara injusticia hacia las personas y la sociedad y en un deterioro de los fundamentos del tejido social en su conjunto. La corrupción es la antesala de la desconfianza entre los ciudadanos mismos y las instituciones.
Frente a situaciones de corrupción quienes tienen responsabilidades públicas van perdiendo credibilidad, lo que es un anticipo de una situación de ingobernabilidad muy peligrosa. Hemos de tomar mayor conciencia y hacer ver con mayor claridad que la credibilidad es lo que legitima a la autoridad y, por lo tanto, han de ser absolutamente transparentes respecto de lo que piensan, dicen y hacen. La sospecha generalizada respecto de lo que dicen los actores sociales, tanto a nivel público como privado de nuestro país, se ha instalado. Las consecuencias de éste fenómeno es nefasto dado que los referentes sociales se acaban y las prácticas, en este ambiente, terminan siendo imitadas.
En mi opinión la razón última de la corrupción hunde sus raíces en la pobre imagen que tenemos del ser humano y la falta de un proyecto de sociedad conforme a ella, y en el fondo también un gran escepticismo y falta de esperanza de un mundo más justo frente al que tenemos responsabilidades personales. Una sociedad que exacerba demasiado la libertad, los gustos personales, el éxito entendido de modo reductivo e individualista y el deseo tiende a que las personas logren sus objetivos de cualquier manera. El corrupto equivocadamente piensa que el fin justifica los medios.
Es impensable una sociedad menos corrupta si no promovemos en todos los ambientes convicciones éticas como el valor de la verdad, del bien, de la responsabilidad hacia el otro. Solamente el reconocimiento del impacto negativo de los actos de corrupción fruto de una adecuada concepción de lo que el ser humano es podrá hacer frente de raíz al flagelo de la corrupción. Algunas medidas importantes para avanzar hacia la legalidad son una formación de la recta conciencia. Esta tarea es propia de la familia. Si a los niños no se les enseña desde muy temprana edad lo que es justo, bueno, adecuado, correcto y de lo que no lo es, tomarán por normal o tolerable las prácticas toleradas de claras trasgresiones.
Termino con las conclusiones de un congreso de jueces italianos que se reunieron para abordar el tema: “Si no se reestructura la familia y la escuela en torno a estos valores de solidaridad y de verdad, no habrá salida posible y serán tantos los culpables que tendremos que encarcelar a los honestos y excarcelar a los culpables, que siendo demasiados no habrá lugar en donde tener a los corruptos y habrá que darles el país por cárcel”. Por último: ¿Usted le ha dicho a su hijo cuando lo llaman por teléfono y usted no quiere contestar “dile que no estoy”?
Pues bien, ya comenzó a cuajar un ambiente corrupto que falta a la verdad para solucionar sus conflictos. Cuidado.-