Lecturas recomendadas

¿Podemos conocer a Dios?

 

Rafael María de Balbín:

«Tú eres grande, Señor, y muy digno de alabanza (…). Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti» (San Agustín).

Hay en todo hombre un profundo deseo de plenitud y felicidad. <<Dios mismo, al crear al hombre a su propia imagen, inscribió en el corazón de éste el deseo de verlo. Aunque el hombre a menudo ignore tal deseo, Dios no cesa de atraerlo hacia sí, para que viva y encuentre en Él aquella plenitud de verdad y felicidad a la que aspira sin descanso>> (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2).

Se trata aquí de una realidad universal. <<En consecuencia, el hombre, por naturaleza y vocación, es un ser esencialmente religioso, capaz de entrar en comunión con Dios. Esta íntima y vital relación con Dios otorga al hombre su dignidad fundamental>> (Idem).

Siendo éste un común denominador de toda persona humana, presupone que todos podemos conocer a Dios. <<A partir de la Creación, esto es, del mundo y de la persona humana, el hombre, con la sola razón, puede con certeza conocer a Dios como origen y fin del universo y como sumo bien, verdad y belleza infinita>> (Idem, n.3).

Estamos inmersos en una cultura que valora primordialmente el conocimiento de las realidades materiales, con una visión cientificista y pragmática. Y Dios no es sensiblemente experimentable. <<Para conocer a Dios con la sola luz de la razón, el hombre encuentra muchas dificultades. Además no puede entrar por sí mismo en la intimidad del misterio divino. Por ello, Dios ha querido iluminarlo con su Revelación, no sólo acerca de las verdades que superan la comprensión humana, sino también sobre verdades religiosas y morales, que, aun siendo de por sí accesibles a la razón, de esta manera pueden ser conocidas por todos sin dificultad, con firme certeza y sin mezcla de error>> (Idem, n.4).

Pudiendo conocer a dios también podemos hablar de Él. <<Se puede hablar de Dios a todos y con todos, partiendo de las perfecciones del hombre y las demás criaturas, las cuales son un reflejo, si bien limitado, de la infinita perfección de Dios>> (Idem, n. 5).

Aunque hay que contar con   nuestras limitaciones <<.Sin embargo, es necesario purificar continuamente nuestro lenguaje de todo lo que tiene de fantasioso e imperfecto, sabiendo bien que nunca podrá expresar plenamente el infinito misterio de Dios>> (Idem).-

(rbalbin19@gmail.com)

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