Trabajos especiales

Jacques Maritain: cristianismo y democracia

Francisco Plaza/Revista SIC:

El 28 de abril se cumplió el quincuagésimo aniversario de la muerte de Jacques Maritain, con justicia considerado por muchos como el filósofo católico de mayor significación del siglo XX.

Junto a un importante número de filósofos católicos, Maritain contribuyó de manera decisiva al redescubrimiento y desarrollo del pensamiento de Santo Tomás de Aquino, cuya vigencia para la reflexión sobre las grandes interrogantes del mundo de hoy supo demostrar. Cumplió así con la exhortación ¡Id a Tomás! del papa Pío XI en su carta encíclica Studiorum Ducem, promulgada en 1923 con ocasión del sexto centenario de la canonización del Aquinate.

La prolífica obra de este eminente pensador francés abarca diversas áreas de la filosofía, incluyendo metafísica, epistemología, estética, y filosofía de la religión. Fue su filosofía moral y política, sin embargo, la que tuvo mayor proyección por su enorme influencia como marco de referencia para una política democrática de inspiración cristiana. En efecto, su apasionada defensa de las ideas fundamentales de dignidad humana, de libertad, de justicia y de bien común, hizo de Maritain un “filósofo en la ciudad”–philosophe dans la cité– de modo que siempre mantuvo un cálido contacto con el hombre existencial, es decir, una relación intuitiva con los hombres tal y como son aquí y ahora, como han sido moldeados en la historia, por la gracia y por el sufrimiento.

Jacques y Raissa Maritain en el Palacio Taverna (Roma)_Cercle d'Études Jacques y Raissa

Jacques y Raissa Maritain en el Palacio Taverna (Roma)_Cercle d’Études Jacques y Raissa

Sin ser un hombre político, Maritain tuvo una actividad pública importante durante los años de la Segunda Guerra Mundial. En ese periodo, grabó radiomensajes para la resistencia de la Francia ocupada y escribió varios textos sobre la lucha contra el totalitarismo nazi y el régimen colaboracionista de Vichy. Luego de la liberación de Francia en el verano de 1944, Maritain fue nombrado embajador ante la Santa Sede, así como también miembro y, por algún tiempo, jefe de la delegación de Francia ante la Unesco. En el ejercicio de estas responsabilidades, Maritain fue uno de los grandes inspiradores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, promovida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1948. Un año antes, en 1947, los trabajos preparatorios de la Declaración se encontraban en un punto muerto debido a las distintas posiciones teóricas de los miembros del Consejo de Derechos Humanos. Procurando superar esta situación, la Unesco preparó un cuestionario y organizó un simposio con intelectuales del mundo entero para intentar reunir puntos de encuentro. El día 6 de noviembre de ese año, Maritain fue escogido para presidir la sesión inaugural de la segunda Conferencia General de la Unesco. Su discurso de apertura fue memorable pues marcó de manera decisiva el curso de la conferencia. Ante una audiencia cautivada, Maritain explicó que, aunque la humanidad se encontraba dividida sobre la base de desacuerdos teóricos respecto a la concepción del mundo y del hombre, nuestra común naturaleza humana abre espacios para una cooperación práctica para proclamar y proteger los derechos fundamentales de la persona. El consenso sobre la aceptación de estos derechos responde a un mismo sustrato ético conocido por inclinación y compartido por todos los hombres con anterioridad a la reflexión intelectual. Esta posición de Maritain permitió desbloquear el camino a la Declaración de 1948, cuyo espíritu era concretar el sueño compartido de una familia humana unida en la paz y la amistad:

Puede que las ideas provoquen distancia entre los seres humanos; pero debemos dejar que el corazón nos descubra los perfiles de nuestra común naturaleza humana. Con independencia de nuestros distintos sistemas de creencias, hay un sueño práctico, concreto y real compartido por toda humanidad: el sueño de la ciudad fraterna que consiste, básicamente, en construir una casa para los hermanos.1

En la clausura del Concilio Vaticano II, el 8 de diciembre de 1965, el papa Pablo VI escogió a Maritain para entregar su carta a los intelectuales titulada “Mensaje a los hombres de la ciencia y del pensamiento”. Este reconocimiento fue un hermoso testimonio de la gran significación de Maritain como expresión viva del acuerdo entre la fe y la razón al servicio de la verdad. Como después lo haría San Juan Pablo II en su encíclica Fides et Ratio, el papa Pablo VI exhortaba a “… tener confianza en la fe, esa gran amiga de la inteligencia. Alumbraos en su luz para descubrir la verdad, toda la verdad”2.

Ediciones Palabra

Ediciones Palabra

El magisterio de Maritain ejerció una influencia extraordinaria en toda una generación de latinoamericanos. Luego de su viaje a América Latina en 1936, sus ideas tuvieron enorme repercusión, primero en Brasil, Chile y Uruguay, extendiéndose luego a otros países del hemisferio. En abril de 1947, grupos de intelectuales y hombres de acción se reunieron en Montevideo para poner en marcha un movimiento demócrata cristiano en escala continental latinoamericana. En esa reunión se escogió como fuente fecunda y segura de orientación los principios políticos de Maritain, particularmente aquellos contenidos en su libro Humanismo integral3.

Maritain escribió una parte significativa de sus textos de filosofía política como respuesta al auge de los totalitarismos de izquierda y de derecha que parecía indetenible por causa de la crisis de fe en la democracia que sufrían los pueblos del mundo.  Frente a esta angustiosa realidad, Maritain buscó abrir caminos a la reconstrucción, reivindicando el sistema democrático como el único compatible con la dignidad del hombre y con el bienestar del pueblo. Por ello, la obra de Maritain mantiene una actualidad extraordinaria como referencia sólida para el desarrollo de una acción política fecunda. Esto es particularmente cierto para Venezuela, en virtud de la terrible experiencia de destrucción que el país ha sufrido bajo el régimen totalitario del socialismo del siglo XXI. La analogía entre el horror de la destrucción totalitaria de Europa durante la Segunda Guerra Mundial y la absoluta demolición material, institucional y moral que el chavismo ha infligido a Venezuela, permite acercarnos a la obra de Maritain “en carne propia”, de manera que podamos asimilar sus reflexiones sobre el camino a la reconstrucción con los ojos puestos en el porvenir de nuestro país. Un texto especialmente valioso para este propósito es el libro Cristianismo y democracia4 que Maritain escribió en el verano de 1942, cuando aún la suerte de la guerra permanecía incierta.

Jacques Maritain y el papa Pablo VI Fundacion Pablo VI

Jacques Maritain y el papa Pablo VI Fundacion Pablo VI

Cristianismo y democracia

Todo esfuerzo de reconstrucción hacia la conquista de la libertad pasa por advertir que la democracia tiene un sentido mucho más amplio que el de una forma de gobierno que permite a las mayorías elegir a sus gobernantes en elecciones periódicas. Primeramente, la democracia “… designa una filosofía general de la vida humana y de la vida política, y un estado de espíritu”5. La dignidad espiritual de la persona humana “es el alma de la democracia” y, por tanto, no puede haber paz ni libertad si no se logra “… un consentimiento de los espíritus sobre las bases esenciales de la vida común, el respeto de la dignidad humana y los derechos del individuo”6. Esta definición de la democracia en su sentido valorativo como forma de vida es el fundamento de una tesis central en el pensamiento político de Maritain: “… la tragedia de las democracias modernas consiste en que ellas mismas no han logrado aún realizar la democracia”7.

Entre las innumerables causas del fracaso de las democracias, Maritain destaca tres factores fundamentales. En primer lugar, la persistencia de los enemigos del ideal democrático, vale decir, de aquellos cuyos resentimientos, su odio al pueblo y a la libertad crecen en la medida que las debilidades y las faltas de la democracia les dan pretextos. Segundo, “… el hecho de que la realización de la democracia exige ineluctablemente cumplirse tanto en el orden social como en lo político”. En efecto, “.. la impotencia de las sociedades modernas ante la miseria y ante la deshumanización del trabajo” impiden que las afirmaciones democráticas pasen plenamente a la vida social. Pero la causa principal para Maritain es de orden espiritual: “En su principio esencial, esta forma y este ideal de vida común que se llama democracia vienen de la inspiración evangélica y no pueden subsistir sin ella”8. Según Maritain, la crisis de la democracia encuentra su causa principal en el hecho de que las fuerzas directrices de las democracias han visto necesario renegar del cristianismo en nombre de la libertad humana, “… desarmado así espiritualmente las democracias y arruinado desde dentro su principio vital auténtico”9.

Maritain no invade con estas afirmaciones la legítima autonomía del orden temporal, es decir, la distinción entre las cosas que son del César y las cosas que son de Dios: “Ninguna doctrina u opinión de origen simplemente humano, por más verdadera que pueda ser, sino sólo las cosas reveladas por Dios, se imponen a la fe del alma cristiana.” Para Maritain, sin embargo, lo que sí es cierto es que “… el empuje democrático surgió en la historia humana como una manifestación temporal de la inspiración evangélica.” Al insistir sobre la relación vital entre cristianismo y democracia, Maritain no se refiere al cristianismo como credo religioso, sino al cristianismo como “… fermento de la vida social y política de los pueblos […] (y) como energía histórica accionada en el mundo […] en las profundidades de la conciencia profana”10.

El cristianismo enseñó:

[…] la unidad del género humano, la igualdad natural de todos los hombres; […] la dignidad inalienable de cada alma creada a imagen de Dios; la dignidad del trabajo y la dignidad de los pobres; la primacía de los valores interiores y de la buena voluntad sobre los valores externos; la inviolabilidad de las conciencias; la exacta vigilancia de la justicia y de la providencia de Dios sobre los grandes y sobre los pequeños; la obligación para los que mandan y para los que poseen, de mandar en justicia, de administrar los bienes que les han sido confiados para el bienestar común […].11

En la sección medular de este libro, Maritain describe los pensamientos y aspiraciones que el mensaje cristiano despertó en las profundidades de la conciencia de los pueblos y que avanzaron subterráneamente durante siglos antes de manifestarse:

  • La persona humana, en virtud de su dignidad intrínseca, “… trasciende el Estado por el misterio inviolable de su libertad espiritual y por su vocación a bienes absolutos”.
  • La razón de ser del Estado es ayudar a la persona “… a una vida verdaderamente humana”.
  • La justicia es el “… fundamento necesario de la vida común” y es “… propiedad esencial de la ley, que deja de ser ley si es injusta”.
  • Existe “… la igualdad natural entre los hombres y la igualdad relativa que la justicia debe crear entre ellos”, con la convicción de que:
[…] por medio de las desigualdades funcionales requeridas por la vida social, la igualdad debe restablecerse en un nivel más elevado, y fructificar en la posibilidad, para todos, de tener acceso a una vida digna del hombre, en el goce, asegurando a todos, de los bienes elementales, materiales y espirituales, de una vida tal, y en la real participación de cada uno, según sus capacidades y merecimientos, a la actividad común y a la herencia común de la civilización.

 

  • “Es contrario a la naturaleza que los hombres sean simples instrumentos del poder político –instrumentos de un dictador”.
  • “La política surge de la moral porque su fin es el bien humano de la comunidad”.
  • “La causa del bien y de la libertad del pueblo y la causa de la justicia política están sustancialmente ligadas”.
  • A la par de su dignidad, la persona tiene una aspiración natural a la liberación de la miseria, de la servidumbre y de la explotación del hombre por el hombre, para así alcanzar “… un estado de emancipación conforme a su dignidad”.
  • “En el orden temporal, social y político no sólo la amistad cívica es […] el alma y el vínculo constitutivo de la comunidad social […] sino que esta amistad cívica no puede prevalecer de hecho en el interior del grupo social si un amor más fuerte y más universal, el amor fraternal, no entra en ella”.
  • “La fe en la fraternidad humana, el sentido del deber social de compasión para el hombre en la persona de los débiles y de los que sufren; la convicción de que la obra política por excelencia es la de hacer la vida común mejor y más fraternal, y de trabajar para hacer, de la arquitectura de leyes, de instituciones y de costumbres de esta vida común, una casa para hermanos.”12

Escogerían bien los jóvenes venezolanos, ansiosos por reconstruir a Venezuela, pero también inconformes y rebeldes frente a la dictadura del relativismo, si buscan en el magisterio de Jacques Maritain los tesoros que encierra para orientar una acción política realmente transformadora, que haga del pueblo venezolano el verdadero sujeto de su destino, para que así pueda alcanzar la libertad, la paz y el bienestar que merece y por lo que lucha con tanto sacrificio.

Notas:

  1. Cf. LÓPEZ CASQUETE, Manuel. “Jaques Maritain y la Declaración de Derechos Humanos de la ONU de 1948”. https://saib.es/abril-2015-jacques-maritain-y-la-declaracion-de-derechos-humanos-de-la-onu-de-1948/
  2. Pablo VI (1965, 8 de diciembre): “Mensaje a los hombres del pensamiento y de la ciencia”. En: Clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II. (https://www.vatican.va/content/paul-vi/es/speeches/1965/documents/hf_p-vi_spe_19651208_epilogo-concilio-intelletuali.html)
  3. Sobre la influencia de Maritain en el surgimiento de movimientos demócrata cristianos en América Latina, Cf. CALDERA, Rafael (1980): Fe en Dios y en el pueblo. Caracas: Editorial Dimensiones. (https://rafaelcaldera.com/jacques-maritain-fe-en-dios-y-en-el-pueblo/ ) y “Han escogido ustedes bien”. Conferencia en el Instituto Internacional Jacques Maritain, Universidad Meléndez y Pelayo, España, 1 de agosto de 1981 (https://rafaelcaldera.com/escogido-ustedes-bien-conferencia-jacques-maritain/).
  4. MARITAIN, Jacques (1971): Cristianismo y Democracia. Buenos Aires: Ed. La Pléyade.
  5. Ibid., p. 41.
  6. , p. 42.
  7. Ibid., p. 31.
  8. Ibid., pp. 32-33.
  9. , p. 14.
  10. Ibid., pp. 44-45.
  11. , pp. 52-53.
  12. Ibid., pp. 54-64.

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