Frente al «Muro de Managua», la Santa Sede puede contar con la tradición de su diplomacia
"Ama a tu enemigo": El martirio de la paciencia
Nicaragua es miembro del Mercado Común Centroamericano (MCCA), que incluye a Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Honduras. China es el segundo socio comercial mundial del MCCA, después de Estados Unidos. ¿Podrían las sanciones occidentales influir positivamente en la situación? Probablemente no
El último diplomático vaticano que quedaba en Managua, Monseñor Marcel Diouf, ha sido expulsado y se ha cerrado la nunciatura. La Santa Sede se ha quedado sin representación diplomática en Nicaragua justo cuando la Iglesia local más ayuda necesita
Al comparar la situación de la Santa Sede en Cuba tras la toma del poder por Fidel Castro, se observa hasta qué punto Nicaragua constituye hoy una anomalía, y cuánta presión existe sobre el cardenal arzobispo de Nicaragua, Leopoldo Brenes, único mediador en el país
Entre bastidores, el Papa siempre está trabajando. Sabemos que ha activado al presidente brasileño Luis Lula da Silva para que ayude a sostener a Álvarez gracias a las relaciones del presidente con Ortega
La Compañía de Jesús ha sido el último objetivo católico en la mira del presidente nicaragüense Daniel Ortega.
El 15 de agosto, el régimen ordenó la confiscación de la Universidad Centroamericana dirigida por los jesuitas, una prestigiosa institución fundada en 1960. El régimen confiscó propiedades, edificios y cuentas bancarias de la universidad, acusándola de ser un “centro de terrorismo”.
La Agencia Fides ha reportado la escalada de maltratos gubernamentales contra la Iglesia Católica, incluyendo la sanción al obispo de Matagalpa, Rolando José Álvarez Lagos, condenado a más de 26 años de prisión por alta traición; la expulsión de 18 misioneras de la caridad; el cierre de emisoras de radio católicas; y los sacrilegios cometidos contra el Santísimo Sacramento para intimidar a los fieles.
Como ha señalado el Papa Francisco en una entrevista concedida al sitio web argentino Infobae, en este régimen opresor existe como un retorno al terror estalinista de 1917 o a la violencia nazi de los años treinta – un comentario que ha enardecido a Ortega y a su vicepresidenta/esposa, Rosario María Murillo.
En unos pocos días, el último diplomático vaticano que quedaba en Managua, Monseñor Marcel Diouf, ha sido expulsado y se ha cerrado la nunciatura. De este modo, la Santa Sede se ha quedado sin representación diplomática en Nicaragua justo cuando la Iglesia local más ayuda necesita. Si se tiene en cuenta que los nuncios suelen permanecer en sus cargos durante las guerras -como fue el caso en Irak y Siria-, la situación en Nicaragua es insólita.
«La Santa Sede se ha quedado sin representación diplomática en Nicaragua justo cuando la Iglesia local más ayuda necesita»
Al comparar la situación de la Santa Sede en Cuba tras la toma del poder por Fidel Castro, se observa hasta qué punto Nicaragua constituye hoy una anomalía, y cuánta presión existe sobre el cardenal arzobispo de Nicaragua, Leopoldo Brenes, único mediador en el país.
La misión primordial del cardenal Brenes ahora debe ser preservar la Iglesia, sus sacramentos y la sucesión apostólica.
Semejanzas y una diferencia fundamental
Al igual que Daniel Ortega, Fidel Castro se educó en un prestigioso colegio jesuita. Ambos crecieron y tomaron el poder en países predominantemente católicos, prometiendo una vida mejor también para los fieles.
En cambio, al consolidar el poder -Castro en los años 60 y 70 y Ortega al menos en los últimos cinco años- han utilizado tácticas similares de represión contra la Iglesia católica.
La policía persigue a los opositores, que son condenados a largas penas de prisión o forzados al exilio. Se utiliza a las multitudes para intimidar y golpear a cualquiera que se atreva a protestar, creando un desorden que se convierte en pretexto para un mayor control estatal. A los miembros destacados de la Iglesia se les llama “agentes extranjeros” y se les demoniza para que la gente de a pie tenga miedo incluso de ir a misa.
Aunque la mayoría de las iglesias parroquiales no están cerradas, la policía asalta arbitrariamente los templos e incluso interrumpe la celebración de la Eucaristía.
En Cuba, en los diez primeros años tras la llegada de Castro al poder, unos 3.500 sacerdotes y religiosas fueron encarcelados, asesinados u obligados a abandonar la isla -la mayoría extranjeros, pero también muchos cubanos-. Se confiscaron seminarios, escuelas y todas las demás propiedades católicas. El cardenal Manuel Arteaga y Betancourt, arzobispo de La Habana (1941-1963), se refugió en la embajada argentina, donde murió.
Sin embargo, Fidel Castro nunca rompió las relaciones diplomáticas con la Santa Sede, como hicieron los partidos comunistas de Europa del Este y China. Mantuvo un embajador ante la Santa Sede en Roma. Gracias a la presencia diplomática del Vaticano en Cuba, la Iglesia fue ganando espacio. Tres Papas han visitado la isla para animar a los fieles.
Opciones en Nicaragua
Ante la represión en Nicaragua, ¿qué final se puede imaginar? Muchos esperan más violencia. Una posibilidad es la intervención salvadora de las instituciones occidentales mediante presiones y sanciones. Una tercera posibilidad es el diálogo con el régimen de Ortega y la mediación para salvar vidas y preservar la Iglesia.
Las aspiraciones de los oprimidos por los autócratas son nobles. La gente (incluidos los obispos y los fieles religiosos y laicos) simplemente exige libertad (política, religiosa, de expresión, de reunión), el fin de la corrupción y el fin de los impuestos arbitrarios. ¿No son objetivos por los que merezca la pena luchar? Por supuesto que sí. Pero el Estado controla totalmente las fuerzas armadas y de seguridad.
¿Podrían las sanciones occidentales influir positivamente en la situación? Probablemente no. Sobre todo porque Daniel Ortega ha realizado un movimiento geopolítico espectacular: en 2021, después de haber reconocido a Taiwán durante décadas, ha establecido relaciones diplomáticas con Pekín. Ha seguido la tendencia imperante en Centroamérica: Costa Rica, Guatemala, Panamá, El Salvador y Honduras ya habían hecho lo mismo.
Después de Estados Unidos, el segundo socio comercial del Mercado Común Centroamericano es China, lo que significa que Nicaragua puede invertir y comerciar sin restricciones. Puede resistir cualquier presión financiera y moral de Occidente.
El martirio de la paciencia
Los diplomáticos católicos asumen que un asesino hoy puede experimentar el amor de Cristo y convertirse en creyente mañana. Esta actitud viene de la Biblia, «Ama a tu enemigo», y orienta el modo en que la Iglesia trata a los líderes políticos, incluso a los que nos matan y meten a nuestros obispos en la cárcel.
Para activar esta posibilidad, los líderes de la Iglesia deben entablar un diálogocon los dirigentes políticos. Esto es lo que lleva intentando el cardenal Jamie Ortega Alamino, arzobispo de La Habana, desde hace unos 38 años. Y este es el papel del Cardenal Arzobispo Brenes, no el de enemistarse aún más con el régimen.
Una estrategia habitual del Vaticano, especialmente bajo un régimen autocrático, es mantener su presencia y resistirse a ser engullido, trabajando discretamente para limitar las tácticas más agresivas del Estado y tratando de salvaguardar los sacramentos y la sucesión apostólica.
A menudo, el Cardenal Ortega ha podido proporcionar ayuda a los perseguidos. Por ejemplo, ha conseguido negociar un mayor acceso a las familias de los presos políticos y ha coordinado la ayuda humanitaria procedente del extranjero, incluidos los medicamentos, distribuidos a través de la red de Cáritas en Cuba.
El cardenal Agostino Casaroli, Secretario de Estado del Papa Juan Pablo II y arquitecto de la diplomacia vaticana con los regímenes comunistas, calificó este enfoque como “martirio de la paciencia”.
Cuatro funciones
La diplomacia vaticana se estructura principalmente en torno a cuatro funciones: Representación, Mediación, Preservación y Evangelización.
La Representación es la simple práctica de mandar enviados por todo el mundo para representar al Papa, teniendo experiencia de la realidad política nacional y de la condición de los obispos locales en cada país. Esta función ha sido anulada en Nicaragua.
El arzobispo de origen polaco Waldemar Sommertag llegó a Managua a principios de 2018, para representar al papa Francisco como nuncio, y se suponía que también ayudaría a mediar entre el gobierno y los líderes eclesiásticos que se habían alineado con la oposición en protestas por incendios sospechosos en regiones indígenas, impuestos a la seguridad social, supresión de medios de comunicación y brutalidad policial.
Con el número de muertos en constante aumento, el gobierno accedió a un Diálogo Nacional celebrado en el Seminario Nacional Nuestra Señora de Fátima de Managua en mayo de 2018. El arzobispo Leopoldo Brenes estuvo en el centro de las negociaciones, que fracasaron cuando las partes no pudieron ponerse de acuerdo sobre el programa.
La violencia se intensificó en pocos meses. Sommertag, Brenes y el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez Ortega, OCD, fueron algunos de los eclesiásticos golpeados físicamente en la ciudad de Diriamba cuando intentaban proteger la Basílica de San Sebastián de una turba instigada por el gobierno y proteger a los fieles que se refugiaban en su interior.
Las amenazas de muerte contra Báez llegaron a ser tan intensas que la Santa Sede pidió al obispo carmelita que viniera a Roma en abril de 2019. (Báez ahora vive y trabaja como pastor en Miami, Florida, animando a la creciente comunidad de exiliados nicaragüenses).
Tres años más tarde, el régimen de Ortega-Murillo expulsó a Sommertag dándole un plazo para abandonar el país. ¿Su delito? Supuestamente utilizó el término «presos políticos» para referirse a ciudadanos encarcelados injustamente por oponerse al gobierno.
El arzobispo de Managua se queda solo
Arzobispo de Managua desde 2004, el Papa Francisco creó cardenal a Brenes diez años después, principalmente en reconocimiento a su humilde dedicación pastoral y cercanía a los pobres.
En los últimos cinco años, el cardenal Brenes ha sido criticado -incluso por seminaristas anónimos en una carta abierta- por su timidez ante el control de Ortega sobre la Iglesia.
El cardenal Brenes está solo: su auxiliar más veterano está en el exilio; su sucesor natural (el obispo de Matagalpa suele trasladarse a Managua, como le ocurrió al propio Brenes) está engullido en la cárcel La Modelo, y la nunciatura está cerrada, lo que limita hasta la capacidad del Vaticano para negociar la liberación de Álvarez.
El obispo Álvarezdijo que sólo abandonaría el país si el Papa se lo pedía. El Papa Juan Pablo II hizo marchar al Arzobispo de La Habana, Francisco Ricardo Oves, en 1980, y el Papa Pablo VI pidió al Cardenal húngaro József Mindszenty que viniera a Roma tras refugiarse en la Embajada de EE.UU. durante 15 años. Todos ellos tuvieron que aceptar sacrificios en las opciones tomadas por la Santa Sede para hacer frente a los regímenes comunistas y preservar la Iglesia para toda la comunidad de fieles.
Mientras tanto, debemos rezar por el cardenal Brenes. En su intento por preservar la Iglesia, el arzobispo de Cuba, Jamie Ortega, siempre ha contado con diplomáticos discretos del Vaticano en los que apoyarse, pero Brenes tiene poco apoyo local.
Entre bastidores, el Papa siempre está trabajando. Sabemos que ha activado al presidente brasileño Luis Lula da Silva para que ayude a sostener a Álvarez gracias a las relaciones del presidente con Ortega.
No podemos conocer otros intentos, pero debemos rezar para que tengan éxito.
Y pase lo que pase, el Espíritu Santo es nuestro abogado.-