Una Bitácora cubana (XCVI)
La deuda externa cubana se ha convertido en deuda eterna
Marcelino Miyares:
1 – Enésima negociación de Cuba con el Club de París por impagos, mientras se multiplican los hoteles de lujo
En notas publicadas por diversos medios se destaca, una vez más, con la regularidad de las cuatro estaciones, que Cuba es un deudor moroso, incumplido, y cínico.
El castrismo renovado, modelo siglo XXI, que eso y no más es lo que son Díaz-Canel y sus amigotes y compinches, encima que acumula una súper deuda millonaria cuyo importe asciende a 4.827 millones de dólares según el último balance del Club de París, de diciembre de 2022, no detiene la construcción de nuevos hoteles de lujo, para satisfacer un turismo que no termina de recuperarse, con Canadá alertando a sus ciudadanos de que si viajan a Cuba las cosas no van a salir color de rosa. La situación es sencillamente desastrosa.
La deuda externa cubana se ha convertido en deuda eterna.
Mientras, el Club de París, aparentemente resignado, propone el establecimiento de un nuevo “calendario de acuerdo de pago”, tras exponer que «existe comprensión hacia las dificultades que atraviesa la Isla». Para ello, el secretario del Club visitó la isla, “para reunirse con Ricardo Cabrisas Ruiz, que además de vice primer ministro y titular de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, ha sido el principal muñidor de los acuerdos de renegociación de la deuda externa con sus distintos acreedores”.
Cabrisas es un chulo, un rufián experimentado. Mentirá lo que sea necesario, buscando extender la arruga -que ya es kilométrica- de promesas de pago jamás cumplidas. En los últimos ocho años la deuda ha sido negociada dos veces.
Las excusas son las de siempre; la más usada estos días es que la inclusión de Cuba en la lista de Estados promotores del terrorismo obstaculiza el acceso a fuentes de financiamiento y a las necesarias inversiones extranjeras. También mencionan el «recrudecimiento sin precedentes del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos y el impacto de fenómenos asociados al cambio climático y de la pandemia de covid-19».
En años recientes prometieron que pasada la pandemia el turismo se recuperaría y podrían cumplir con los compromisos. Gracias a ello, obtuvieron una moratoria hasta 2022. Pero no contaban con el hecho de que los turistas están yendo a otros destinos, y con una desastrosa gestión de la llamada Tarea Ordenamiento.
En 2021, Cuba también acordó un aplazamiento del pago de su deuda con Rusia, que había dejado de abonar en 2020. Y según puede leerse en 14ymedio, mencionemos apenas que,
“Otros acreedores menores son México, que en 2013 perdonó el 70% de los 487 millones de dólares que había prestado a la Isla, y Japón, que un año después le concedió una quita de 1.000 millones de una antigua deuda en 2014. Vietnam y China también han condonado una cantidad desconocida a la Isla.
La palma, con todo, se la lleva la deuda histórica de 15.000 millones que Cuba tiene con Argentina. Varios de sus mandatarios, incluido el actual, Alberto Fernández, han instado a la Isla a devolverla o canjearla – se llegó a negociar el intercambio por vacunas, que no prosperó– pero todo intento ha sido infructuoso”.
Hoy Cuba vive la peor crisis en décadas.
Veamos la lista de países acreedores:
“Los acreedores de Cuba dentro del Club de París son Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Italia, Japón, Países Bajos, Suecia, Suiza y Reino Unido. Hasta 2015, la deuda ascendía a 10.660 millones de dólares. Aquel año se negoció una quita calculada tradicionalmente en 8.500 millones, aunque la documentación de los años 2016 y 2017 no está archivada en la página web de la institución.
2 – ¿A cargar el dinero en carretillas en Cuba?
En Diario de Cuba, Jorge Sanguinetty analiza la noticia de la reciente bancarización en Cuba, otra idea extravagante, por decir lo menos, del régimen, otro intento -que será fallido- de obviar y negar la cruda realidad de su aparatoso e inhumano fracaso.
Lo cierto es que en Cuba hay escasez de dinero en efectivo, y el autor -recordando la hiperinflación boliviana de 1985- asume que en Cuba la razón de esta falta es también, como en el país sudamericano, por causas inflacionarias, si bien en Cuba no se han alcanzado los desastrosos niveles inflacionarios bolivianos (o el caso más reciente de la hiperinflación venezolana).
¿Cómo fue el fenómeno en Bolivia? Nos dice el autor:
“En ese entonces la inflación boliviana, según la lectura que uno haga, alcanzó un ridículo nivel anualizado de 20.000%, 60.000% o, hasta 1.000.000% para cada período. Los precios de todo lo que se transaba subieron tanto que había que portar mucho dinero para una persona comprar cualquier cosa y, peor todavía, para un comerciante ir al banco y depositar las ventas del mes que cargaba en carretillas literalmente, declarándolo solamente porque no había tiempo para contarlo (…).
Extractos de la muy interesante nota:
Por lo tanto, tiendo a creer que la llamada bancarización es una cortina de humo para ocultar la última y muy humillante noticia que nos regalan los que mandan en Cuba (no merecen ser llamados Gobierno por su incompetencia). Tal bancarización, como la definen ellos, es el reemplazo del dinero en efectivo por medios electrónicos como tarjetas magnéticas para los pagos. (…)
¿Qué efectos puede tener la «bancarización» sobre la economía cubana? Veamos.
Hay efectos positivos y efectos negativos. Entre los primeros podemos citar que, en teoría tiene el potencial de impedir u obstaculizar las transacciones clandestinas o legalmente prohibidas, lo cual es a la vez un efecto negativo ya que le da a los que mandan una herramienta más para reprimir a los que trabajan en el país, incluyendo a los miembros de la nomenclatura.
La bancarización facilitaría la fiscalización de todas las empresas establecidas, estatales y privadas, desde su volumen de operaciones hasta su nivel de empleo y el detalle de transacciones con terceros lo cual sería mal visto por las empresas, especialmente las extranjeras. Todo lo cual contradice la política oficial de crear condiciones para atraer la misma en suficiente volumen, que Cuba necesita urgentemente.
Entre los efectos negativos tenemos que pensar primero que nada en la población que usa el efectivo cotidianamente en sus actividades de compra y venta en el país. (…) Tanto el volumen como el número de estas transacciones son enormes y uno puede suponer la madeja de enredos que se crearía con la «bancarización». Es obvio que las transacciones correspondientes no se pueden «bancarizar» en el corto plazo y, por lo tanto, muchas de ellas sufrirían una severa contracción de inmediato, aumentando la penuria acumulada de la población consumidora en general.
Las noticias que nos llegan de Cuba cada día son más desalentadoras. Lo que otros llaman Gobierno parece estar poblado por personal ejecutivo muy mal preparado intelectual y técnicamente para las labores que debieran realizar. La falta de libertad de expresión y el ambiente represivo que opera entre todos los cubanos es una variable fundamental. Cuba ha evolucionado hacia un Estado dónde lo que domina es la inseguridad económica para todos, donde el ciudadano-habitante no cuenta y vive controlado por una minoría que parece inamovible, pero que carga en sus entrañas el mecanismo de su auto destrucción.
A pesar de la censura o falta de libertad de expresión, las señales de descontento generalizado de toda la población son múltiples y continuas, pero ahora con una nueva característica distintiva: muy modestamente, con sigilo, parecen manifestarse de modo esporádico en lugares oficiales, como la Asamblea Nacional del Poder Popular. Lo que sugiere que la protesta puede estarse desplazando desde la calle hacia centros más cerca de los medios más adeptos al régimen. Al fin y al cabo, la situación o coyuntura actual no parece estar bajo el control de los que mandan, incluyendo en los que mandan, los agentes de la Seguridad del Estado, los militares y la burocracia, todos los cuales deben estar muy preocupados con un país sin Gobierno y literalmente al garete.
Creo que el régimen no ha estado nunca tan cerca de una catástrofe como ahora, resultado de su inflexibilidad y de la farsa de la revolución castrista. Ojalá los cubanos puedan manejar al país después de la vorágine que se nos encima”.
3 – El dólar baja, pero a fuerza de trucos
Lo cierto es que, como bien señala Ernesto Pérez Chang en Cubanet,
“Bancarizado o no, el peso continuará su camino a la extinción y, ya sea el dólar o el rublo, alguna moneda tendrá que ocupar su lugar”.
Apenas implementada la Tarea Ordenamiento, hace casi tres años, el cambio en la calle pasó, en menos de 24 horas, de 25 pesos cubanos por dólar, a 50 o 60.
Una idea muy clara de lo que estaba por suceder en la economía cubana.
Habla Pérez Chang asimismo del efecto psicológico que siempre acompaña estos asuntos; si en noviembre pasado la gente se quejaba porque el dólar ya alcanzaba los 180-190 pesos al cambio, ahora la gente siente algún alivio, porque pareciera estabilizarse, pero en una cifra que el autor no duda en calificar de “abusiva”.
El régimen, en materia económica, está al nivel de la espera de algún milagro. Y le encanta cambiar las reglas según le convenga a sus propósitos.
Pero el castrismo tiene más de sesenta años sin producir milagros, solo tragedias, miseria extrema, represión, y creciente ausencia de esperanzas, o sea de futuro.
En materia de divisas, lo único formal es el mercado informal. Sigue el autor:
Todo pudiera suceder en un país tan demencial como el nuestro, pero dudo que el dólar se coloque por debajo de los 200 pesos cuando todavía hay demasiados contenedores de mercancías por arribar a Cuba, abrirse y venderse, y sus altos precios al por menor aún responderán a los altos precios que costó importarlas al por mayor, y mucho menos dudo de que, una vez que los “chicos listos” de la calle descubran que todo ha sido “un susto” (ya superado el trauma de la bancarización), el dólar una vez más remontará el vuelo en busca de ese desafío de los 300 por unidad de USD. (…)
A fin de cuentas, la realidad para los del régimen es que la cuenta no les da, y con el Club de París una vez más dando vueltas sobre sus cabezas y exigiendo el money tantas veces postergado (es decir, enmarañado), no van quedando vías de escape, con lo cual, bancarizado o no, el peso continuará su camino a la extinción y, ya sea el dólar o el rublo, alguna moneda tendrá que ocupar su lugar”.
4 – En Cuba no habrá ni glasnost ni perestroika
Luis Cino, en Cubanet, enfatiza un hecho que todos conocemos: “Regímenes como el castrista no admiten reformas ni perfeccionamientos, ni siquiera remiendos”.
Parafraseando el famoso letrero en la puerta del infierno en la Divina Comedia, de Dante Alighieri, los que viven en el castrismo pueden olvidar toda esperanza de reformas radicalmente positivas. Dice el autor de la nota:
“Los pocos libros que se han publicado en Cuba sobre el derrumbe de los regímenes comunistas entre 1989 y 1991 en la Unión Soviética y Europa Oriental pretenden explicar que lo que fracasó fue el llamado “socialismo real”, o sea: el modelo soviético del socialismo, y no la idea socialista en sí, que consideran sigue siendo la alternativa a los problemas del siglo XXI.
Uno de esos libros es El socialismo traicionado, de los norteamericanos Roger Keeran y Thomas Kenny, publicado por la Editorial de Ciencias Sociales en el año 2015. (…)
Las recetas del libro para no repetir los errores que provocaron el colapso soviético son impracticables: esos “errores”, como los llaman Keenan y Kenny, son inherentes al sistema.
En el libro, el lector cubano hallará reflejados problemas que desde hace muchos años vienen dándose en nuestra sociedad y que cada día, lejos de solucionarse, se agravan: la corrupción rampante a todos los niveles, la caída de la productividad, la existencia de un inmenso mercado negro que se nutre del robo en los almacenes estatales, etc. (…)
Nada dados a las lecturas, los mandamases no necesitan de libros como El socialismo traicionado, y menos del prólogo ingenuamente triunfalista de Ramón Labañino para saber que regímenes como el suyo no admiten reformas ni perfeccionamientos. Ni siquiera remiendos. De ahí su temor a la economía de mercado y su empecinamiento en seguir insistiendo, aunque cada vez hundan más la economía, en la tantas veces fracasada planificación centralizada y la hegemonía de la empresa estatal. Eso, sin hablar de su enfermiza aversión por la democracia y el pluripartidismo. Y es que si algo tienen aguzado los mandamases —aunque a veces de tan torpes que son no lo parezca— es el instinto de supervivencia”.
5– Los cubanos, rehenes y mercenarios forzosos
En un breve, pero muy completo editorial, el prestigioso diario hispano ABC hace mención de un muy reciente escándalo: los cubanos que han aparecido, al parecer como mercenarios en las fuerzas putinistas, en la guerra contra Ucrania (y contra el occidente). Para colmo, la versión que da el régimen es sencillamente inverosímil. Veamos dicho editorial:
“Las revelaciones sobre la existencia, ya probada, de una red de reclutamiento de cubanos para engrosar las filas del Ejército ruso y combatir en el frente de Ucrania pone de manifiesto la connivencia, en grado de corrupción, del régimen de La Habana y el Kremlin. La dictadura cubana se hace la sorprendida y minimiza el escándalo a unos cuantos casos aislados, pero solo durante los pasados julio y agosto podrían haber sido 189 los cubanos que, bajo el reclamo de una promesa de trabajo, se incorporaron a las tropas de Moscú.
En un sistema autoritario en el que la vigilancia personal, la delación vecinal y el control social se aplican a rajatabla, resulta inverosímil la versión de sus gobernantes, que fingen desconocer el alcance de lo que no es sino una trama de trata de personas, nada nuevo en una isla que desde hace más de medio siglo utiliza a la población como rehén de su intransigencia y que aún tiene sueños de grandeza en los que exporta y comparte su modelo de negocio”.
14ymedio indica también que “El aparato de propaganda del régimen cubano se enreda en sus desmentidos sobre los mercenarios”. En realidad, es un ejemplo descarnado de trata de personas.
Hay que estar totalmente de acuerdo con la petición de Cuba Siglo 21 a la Unión Europea para que rompa el Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación con La Habana por su connivencia con Rusia en la guerra de Ucrania; dicho Acuerdo «no ha servido el propósito de avanzar hacia una sociedad abierta, pero ha entregado miles de millones de euros al gobierno cubano que los ha usado en la represión interna».-
Es por demás evidente la existencia de “amigos del castrismo” dentro de las diversas familias socialistas europeas, que desde hace años protegen, amparan y acompañan a la tiranía en sus desmanes.
Ya es hora de que las fuerzas realmente democráticas en Europa detengan esta fuente de ayuda y de protección que por demasiados años le ha servido al régimen de La Habana.
Ya basta.
Marcelino Miyares, Miami, 23 de septiembre 2023
Original de: https://americanuestra.com/miyares-una-bitacora-cubana-xcvi/