La guerra de Ucrania está en un punto muerto
Las sospechas se confirman, y de manera irrebatible porque lo dice el propio general en jefe de las fuerzas armadas de Ucrania, Valeryi Zaluzhnyi, la guerra ha llegado a un punto muerto y su ejército no podrá avanzar en su contraofensiva -tan frenada que apenas se habla de ella- si no recibe material que signifique un salto tecnológico potente
En declaraciones a The Economist, revista a la que el general ya reveló sus puntos de vista y sus planes (en líneas generales, claro) tiempo atrás, Zaluzhnyi reconoce que en cinco meses sus tropas solo han avanzado 17 kilómetros, cuando ya, comenta, deberían haber tomado Crimea e incluso haber ido y vuelto de la península dos veces. De manera menos explicita, Zaluzhnyi viene a admitir el error de la larga batalla de Bajmut pero, sobre todo, su error de partida: haber intentado agotar a las fuerzas rusas –a las que dice haber causado 150.000 muertos– para forzar al presidente Putin a negociar. Recíprocamente, la estrategia rusa parece haber sido hasta ahora agotar a los ucranianos y esperar a que esa fatiga afecte a los aliados que suministran armas y que esperaban una victoria más o menos rápida. El propio Zaluzhnyi, sin embargo, ya había advertido que su oponente ruso, el general Gerásimov, “lo sabe todo sobre la guerra” y que no había que fiarse.
Se ha llegado a una guerra de posiciones al intentar agotar a las fuerzas rusas, admite Valeryi Zaluzhnyi
El general ucraniano reconoce que, buscando en qué había fallado en sus previsiones, hizo cambios organizativos hasta que, según dice (en una explicación que parece pretender ser muy gráfica para el público), echó mano de un viejo tratado del general soviético P.S. Smirnov, que analizaba la I Guerra Mundial –con la cual precisamente se ha querido encontrar una analogía: guerra de trincheras en una palabra– y encontró que “ahí es exactamente donde estamos, porque, justo igual que entonces, el nivel de desarrollo tecnológico nos ha dejado a nosotros y a nuestros enemigos en un estado de estupor”, una explicación técnica que se remite a cómo evolucionaron rápidamente los recursos de guerra entre 1914 y 1918.
En otras palabras, se trata de una situación de guerra de posiciones, guerra de desgaste, en que las condiciones de uno y otro han acabado por parecerse. Rusia ha avanzado en su desarrollo de guerra electrónica y las fuerzas ucranianas, apoyadas por la OTAN, ya no cuentan con la ventaja de que gozaron en este campo. De otro lado, la industria armamentística rusa está trabajando a todo gas, mientras que los niveles de los aliados de la Alianza Atlántica, señala, pueden tardar un año hasta representar un beneficio para Ucrania.
Rusia ha avanzado en guerra electrónica y las fuerzas ucranianas ya no cuentan con ventaja
Por todo ello, el general escribe una especie de lista de peticiones, todo aquello que necesita para su “salto tecnológico”. Por este orden, se trata de:
En primer lugar, conseguir la superioridad aérea, una condición indispensable en toda guerra, tanto en aviones convencionales de combate como en drones. Este aspecto, no obstante, está sujeto al tiempo y al pretendido entrenamiento de pilotos y suministro de aviones F-16.
En segundo lugar –pero es un aspecto capital–, Ucrania necesita avanzar en guerra electrónica, en particular para detener los drones de los rusos. En tercer lugar, y relacionado con lo anterior, los ucranianos deben mejorar en la “guerra de contrabatería”. Es decir, mejoras en tecnología para detectar y destruir la artillería rusa y los dañinos drones suicidas Lancet, que han atacado precisamente los sistemas de detección ucranianos. Hasta el momento, reconoce el general, la artillería ucraniana era más precisa que la rusa disparando menos munición (hasta diez veces menos), pero si los rusos compensaban esa precisión con el volumen disparado, eso está cambiando.
También, en cuarto lugar, el ejército de Zalunzhnyi necesita más tecnología para acabar con los campos minados, que han sido el gran obstáculo en el intento de la contraofensiva ucraniana de avanzar por el frente sur.
Y, por último, lo más comprometido: más reservistas. Zaluzhnyi dice que no se pueden hacer más rotaciones de tropas (períodos en el frente y de descanso), hay que formar más reservistas. El problema es que no se les puede preparar dentro del país porque los campos de entrenamiento serían blanco de los misiles rusos, por lo que deberían seguir entrenándose en los países aliados. De otro lado, el general en jefe cree que hay que cambiar la legislación porque hay demasiadas excepciones por las cuales uno puede librarse de ser llamado a filas.
El panorama no deja de ser preocupante. Y concluye Zaluzhnyi: “El mayor riesgo de la guerra de desgaste de trincheras es que puede prolongarse durante años y agotar al Estado ucraniano”.
El Kremlin reaccionó rápidamente a las palabras del general enemigo. Según dijo su portavoz, Dmitri Peskov, los ucranianos se equivocan al decir que el conflicto avanza hacia una nueva etapa de combates estáticos, ya que Rusia logrará todos sus objetivos y es absurdo que Ucrania hable de victoria.-
La Vanguardia de España