En todo Amar y Servir… Adiós a Luis Delgado Bello, testimonio vivo de Ignacio y de Pablo
Werner Corrales Leal:
Pocas veces me ha invadido la tristeza como hoy, al enterarme del fallecimiento de Luis Delgado Bello, mi
amigo queridísimo y una de las personas a quienes más he admirado en mi vida. Lo recordaré siempre por
su calidad humana y por su entrega auténtica al prójimo; por su entereza ante los golpes que recibió en la
vida; y por su humildad sin poses, absolutamente libre de jactancias y apetencias
Nuestra amistad duró más de cincuenta años.
Realizamos juntos un postgrado a comienzos de la década
de 1970, cuando bullían ideas humanistas que cambiaron dramáticamente las visiones del desarrollo, las
agendas de la inclusión social y los enfoques de la educación, asuntos que siempre nos comprometieron.
A partir de entonces nos unimos al punto de compartir periódicamente lo que nos inquietaba y lo que
aspirábamos para la sociedad venezolana, recorrido del cual comento dos hitos que muestran de manera
significativa la continuidad de lo que compartimos.
A inicios de la década de 1970 hicimos juntos un proyecto de maestría en el CENDES, que titulamos Una
Organización Comunitaria de Marginados, y Luis se fue a vivir a los barrios de Barquisimeto, a promover
esos planteamientos en la dura realidad de las familias populares de Venezuela. Entonces nació la iniciativa
de transformación del Cooperativismo a la cual él se entregó hasta el último momento su vida.
Más de cuarenta años después, en 2017, con motivo de la consulta que nos encomendase la Asamblea
Nacional sobre una Visión Compartida de País, nos reunimos en el Capitolio Federal para considerar las
experiencias de inclusión social y libertad que se han producido en el Movimiento Cooperativo de
Venezuela, en gran medida derivadas del compromiso vital de Luis.
Luis era de una profunda espiritualidad cristiana. Nunca lo vi hacer alarde de religiosidad, e incluso,
compartió conmigo visiones muy críticassobre la conducta de la Iglesia de nuestros tiempos. Pero, a través
de su acción solidaria, compasiva a la vez que comprometida con la lucha por la equidad social, Luis
personificó, como nadie que conozca, el testimonio de vida de San Pablo de Tarso, la concepción de la
felicidad de Teilhard De Chardin y la frase de San Ignacio de Loyola con la que titulé esta Nota.
Con este escrito quiero recordar y rendir homenaje a Luis el amigo soñador y luchador, y también llevar
mi afecto a Yaika y a sus hijos David, Ana Karina, Carlos, Gabriel y Luis Eduardo.
Pero también trato de celebrar la vida de Luis festejando la obra por la que se le conocerá siempre, y lo
hago recordando a los entonces jóvenes que lo acompañaron desde los primeros tiempos de la iniciativa
cooperativista. Con especial afecto recuerdo a Ramón Espinasa, Ignacio Ávalos, Luis Gómez, Eduardo
Matute, Gustavo Salas, Teresita Correa, Macario Castillo y María Elena Méndez. Ellos, especialmente
quienesse mantuvieron en el Cooperativismo, aportaron esfuerzos y concepciones que convirtieron a éste
en un modelo merecedor de los más importantes reconocimientos internacionales.
Conociéndolo, estoy convencido de que Luis emprenderá un nuevo comienzo cada día, en que se cumpla
la letra de aquel himno del equipo de futbol del colegio en que ambos, aunque en momentos distintos,
estudiamos… Comienza la lucha con tren formidable, pero no se agotan, pues son incansables…
16 de diciembre de 2023