Un Niño Jesús de Harina P.A.N.
Horacio Biord Castillo:
Para Marlon García,
que treinta años ha compartió conmigo
esta hermosa y verídica historia
Los nacimientos o pesebres constituyen un elemento muy importante en las tradiciones navideñas venezolanas. El nacimiento, cuando se hace con dedicación, prestándole atención a los detalles, suele reflejar el espíritu familiar, los sentimientos y emociones de cada hogar, los gustos y preferencias de quienes montan el pesebre. Antiguamente en ciudades y pueblos, en campos y caseríos, todas las casas en diciembre lucían con orgullo un nacimiento. Unos eran más grandes, otros más pequeños, unos más sofisticados, otros más sencillos; pero todos se elaboraban con gran amor y devoción al Niño Jesús. Entre otros elementos infaltables, además de las figuras que lo componen, sobresalían ramas, palos, hojas, retoños de plantas, barbas de palo o de árbol y musgo, que ahora no debe utilizarse por tratarse de una especie vegetal en riesgo. Mucho antes de que se popularizaran el arbolito y otros elementos decorativos, en ninguna casa faltaba el nacimiento. La elaboración del pesebre variaba de fechas, pero generalmente se hacía en los primeros días de diciembre de manera que ya para el inicio de la novena de Navidad y las misas de aguinaldo el 16 de diciembre el nacimiento estuviera puesto. Se trataba casi de una condición necesaria para la posterior confección de las hallacas y otros platillos y bebidas típicas de la Navidad venezolana. Con el nacimiento se daba inicio a la temporada navideña y a la alegría de los días decembrinos.
Un suceso ocurrido en Caracas en la década de 1980 es por demás hermoso. Esa anécdota siempre me ha llenado de íntimo regocijo y emoción. En el hogar de una familia muy trabajadora, afable y cariñosa, situado en la populosa parroquia de Coche, en un edificio cercano a donde hoy está la estación de metro homónima, próximo también al mercado de minoristas, una señora se desvelaba por colocar los adornos navideños. Ese año, al empezar a hacer el nacimiento, la señora se percató de que entre las figuras faltaba la del Niño Jesús. Tal vez se había traspapelado o deteriorado mucho. El tiempo se agotaba y los recursos escaseaban. Había que solucionar la falta del personaje más importante del nacimiento y del mundo.
Había que buscar rápido un Niño Jesús que sirviera para completar la escena de su propio nacimiento. La buena señora, bendecidas sus manos por la diaria elaboración del sustento familiar, tuvo la extraordinaria idea de elaborarlo ella misma. Se le ocurrió que lo más fácil y efectivo sería modelarlo con harina de maíz precocida y cocerlo para poder colocarlo en el pesebre. Así, con Harina P.A.N., la famosa y tan apreciada marca de harina precocida de maíz elaborada desde 1960 por Empresas Polar y la preferida de los hogares venezolanos, la dama hizo no una arepa, un bollito, una hallaca o un bollo navideño, que tantas veces sin embargo elaboraba en su cocina, sino un tierno y lindísimo Niño Jesús. Tal vez le echó algún conservante o una dosis más alta de simple sal.
Ese niño de Harina P.A.N., ese niño recreado por las manos mil veces bendita de una madre y abuela consagrada a las labores del hogar, ese niño que reiteraba la humildad elegida por Dios para hacerse hombre, nos llena de luz, bondad, paz y Amor. Es un hermoso canto a la Navidad, a la verdadera Navidad que comenzó en el pesebre de Belén hace más de dos mil años y que san Francisco de Asís en diciembre de 1223 quiso representar para que todos los cristianos recordáramos el momento sagrado de la natividad del Dios de Amor.
El maíz, alimento cotidiano de los venezolanos y latinoamericanos, nos recuerda nuestros orígenes americanos. Planta domesticada por los indígenas en Mesoamérica, sus mazorcas y semillas se esparcieron por todo el continente y fueron llevadas tempranamente a Europa, donde contribuyeron a mitigar el hambre y la escasez. El Niño Jesús de maíz, sea amarillo, blanco, azul o morado, como tantas variedades de Zea mays existan, ese Niño Jesús pequeñito de Harina P.A.N., es un símbolo del Dios encarnado y enculturado, un Niño que valora la diversidad y proclama la inclusión y la equidad, un mensaje hermoso de autenticidad y sencillez para los días navideños.
Que el Niño Jesús de Harina P.A.N. nos recuerde los afectos más profundos, los lazos más indestructibles, los días luminosos de la niñez y la devoción a quien nos ha prometido un reino sin fin de paz, amor y justicia, valga decir de justicia social.-
¡Feliz Navidad!
San Antonio de Los Altos, Gulima, 24 de diciembre de 2023
Imágenes: Xavier Villegas Godoy
Horacio Biord Castillo
Escritor, investigador y profesor universitario