Navidad, ¿por qué el 25 de diciembre? ¿Qué dice y que no dice el Evangelio? ¿Hubo buey y mula?
La Navidad, que los católicos celebran el 25 de diciembre, es una de las grandes fiestas para los cristianos y fuente de un gran número de tradiciones que se llevan celebrando desde hace siglos. El nacimiento de Cristo cambió el rumbo de la historia y transformó la humanidad. Como dijera San Juan Pablo II en 1998, «desde la noche de Belén hasta hoy, la Navidad continúa suscitando himnos de alegría, que expresan la ternura de Dios sembrada en el corazón de los hombres. En todas las lenguas del mundo se celebra el acontecimiento más grande: el Emmanuel, Dios con nosotros para siempre».
Índice para conocer mejor todo lo relacionado con la fiesta de Navidad
-¿Qué es la Navidad?
-¿Cuál es el origen de la palabra Navidad?
-¿Qué dicen los Evangelios sobre la Navidad?
-¿Qué dice el Catecismo sobre la Navidad?
-¿Por qué la Navidad se celebra el 25 de diciembre?
-¿Qué es la Misa de Gallo?
-¿Por qué el Papa imparte la bendición “Urbi et Orbi” en Navidad?
-¿Cuándo comenzó la tradición de colocar el Nacimiento en Navidad?
-¿El árbol de Navidad es de origen cristiano?
-¿Hubo un buey y una mula en el lugar en el que nació Jesús?
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-¿Qué es la Navidad?
La Navidad es la gran fiesta con la que se conmemora el nacimiento de Jesucristo, por lo que es un día de gran importancia para los cristianos. De este modo se celebra, tal y como recoge el Credo Niceno-Constantinopolitano que Jesucristo, el Hijo de Dios “por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre”.
-¿Cuál es el origen de la palabra Navidad?
En español la palabra Navidad procede del latín tardío “natitivitas, -atis”, cuyo significado es nacimiento. La Navidad es, por tanto, la festividad del nacimiento de Cristo, pero también el tiempo que comprende entre la noche del 24 de diciembre hasta la Epifanía, la manifestación del Señor al mundo.
-¿Qué dicen los Evangelios sobre la Navidad?
De los cuatro evangelios sólo dos de ellos, el de Mateo y el de Lucas, hacen mención al nacimiento de Jesús, mientras que los de Juan y Marcos no entran en este momento de la vida de Cristo.
En el Evangelio de Lucas, en el segundo capítulo, el evangelista escribe: «Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Angel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: ‘No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre’. Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: ‘Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace’. Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: ’Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado’. Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho”.
Por su parte, Mateo recoge el relato de la Navidad en los capítulos primero y segundo de su Evangelio: «La generación de Jesucristo fue de esta manera: su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados’. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: ‘Dios con nosotros’. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús”. Y a continuación añade que Jesús nació “en Belén de Judea, en tiempos del Rey Herodes”.
– ¿Qué dice el Catecismo sobre la Navidad?
El Catecismo de la Iglesia Católica, que expone de manera oficial la fe, la doctrina y la moral de la Iglesia, recoge en sus puntos 525 y 526 el “Misterio de la Navidad”. De este modo, indica que “Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche” y para ello cita a San Romano Melodo: “Hoy la Virgen da a luz al Transcendente. Y la tierra ofrece una cueva al Inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban. Los magos caminan con la estrella: Porque ha nacido por nosotros, Niño pequeñito el Dios eterno”.
Además, el Catecismo señala que “‘hacerse niño’ con relación a Dios es la condición para entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para eso es necesario abajarse (cf. Mt 23, 12), hacerse pequeño; más todavía: es necesario «nacer de lo alto» (Jn 3,7), «nacer de Dios» (Jn 1, 13) para ‘hacerse hijos de Dios’ (Jn 1, 12). El misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo ‘toma forma’ en nosotros (Ga 4, 19). Navidad es el misterio de este ‘admirable intercambio»: ‘¡Oh admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de la Virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad’ (Solemnidad de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, Antífona de I y II Vísperas: Liturgia de las Horas)”.
-¿Por qué la Navidad se celebra el 25 de diciembre?
Los Evangelios no dicen nada sobre la fecha de nacimiento de Jesús, por lo que se ha estudiado e investigado mucho sobre qué día pudo haber nacido. Hasta el siglo III no hay constancia sobre la fecha, y los primeros testimonios señalan, de hecho, días diferentes.
Acerca del 25 de diciembre, fecha en la que los católicos y otros muchos cristianos celebran la Navidad, el primer testimonio indirecto que cita la natividad este día lo ofreció Sexto Julio Africano en el año 221. Por su parte, la primera referencia directa de su celebración es la del calendario litúrgico filocaliano del año 354 (MGH, IX,I, 13-196): VIII kal. Ian. natus Christus in Betleem Iudeae (“el 25 de diciembre nació Cristo en Belén de Judea”). A partir del siglo IV los testimonios de este día como celebración del nacimiento de Cristo son comunes en la tradición occidental, pero no tanto en Oriente, donde prevalecía, y a día de hoy sigue siendo así entre los ortodoxos, el 6 de enero.
-¿Qué es la Misa de Gallo?
Uno de los elementos más característicos y que da inicio a la Navidad es la que se conoce popularmente como la Misa de Gallo, que se celebra a medianoche y que según se cree tiene su origen en el Papa Sixto III en el siglo V. La tradición cuenta que este pontífice introdujo en Roma la costumbre de celebrar una vigilia nocturna previa a la Navidad en la capilla del pesebre, en la basílica romana de Santa María la Mayor.
Esta misa recibe este peculiar nombre porque se celebraba “mox ut gallus cantaverit”, en seguida de cantar el gallo, pues para los antiguos romanos este era el momento en el que daba inicio un nuevo día.
-¿Por qué el Papa imparte la bendición “Urbi et Orbi” en Navidad?
Otra de las tradiciones más conocidas y arraigadas para los católicos en Navidad es la tradicional bendición “Urbi et Orbi” que imparte el Papa cada 25 de diciembre. Proviene de los términos en latín que significan “a la ciudad (en este caso Roma) y al mundo”, pues era la fórmula habitual con las que se iniciaban las proclamas en el Imperio Romano.
En estos momentos, esta bendición solemne es impartida por el Santo Padre a la ciudad de Roma, de la cual es obispo, y al mundo entero. Únicamente se imparte al año en dos ocasiones: el día de Navidad y el Domingo de Pascua de Resurrección. En otros momentos, esta bendición también es ofrecida por el Papa en el momento de su elección.
La bendición “Urbi et Orbi” se lleva a cabo desde el balcón de las bendiciones de la basílica de San Pedro. Con ella, los fieles católicos que la reciben obtienen la remisión por las penas de los pecados ya perdonados. La culpa por el pecado es remitida por el Sacramento de la Reconciliación, de manera que la persona vuelve a estar en gracia de Dios, por lo cual se salvará si no vuelve a caer en pecado mortal. Dado que la indulgencia plenaria remite completamente esa pena debida el fallecido, sin haber caído nuevamente en pecado no ha de pasar por el purgatorio y accede directamente al cielo.
Gruta de la Natividad, en Greccio, el lugar en el que San Francisco montó el primer Nacimiento.
-¿Cuándo comenzó la tradición de colocar el Nacimiento en Navidad?
Sin ningún género de dudas, la colocación del Belén es una de las tradiciones más importantes y extendidas de la Navidad. Y todo ello se debe a San Francisco de Asís, uno de los santos más importantes y relevantes de la Iglesia.
Su origen data concretamente de 1223 en Greccio (Italia), donde se sitúa uno de los cuatro santuarios que fundaría el santo de Asís. En este pueblo cercano a Rieti Francisco se detuvo para ver a Giovanni Vellita, amigo y seguidor suyo. Al ver las cuevas que había allí se le vino a la mente la imagen de Belén, pueblo que visitó cuando peregrinó a Tierra Santa.
San Francisco, inspirado a celebrar la memoria del “Niño que nació en Belén”, expresó este deseo a su amigo y organizó lo que fue el primer Nacimiento. En una cueva colocaron un pesebre, así como un buey y un asno de carne y hueso. Seguidores de Francisco y vecinos se dieron cita el 25 de diciembre en torno a este escenario llevando flores y antorchas. Y allí junto a la Virgen, San José y el niño conformaron lo que hoy se coloca en multitud de hogares.
-¿El árbol de Navidad es de origen cristiano?
Sí, el árbol de Navidad tiene una significación cristiana, aunque tradicionalmente no ha sido tan común en los países católicos mediterráneos o iberoamericanos como en los países centroeuropeos. Sin embargo, fue San Juan Pablo II quien introdujo en 1982 la tradición de colocar un gran árbol de Navidad en la Plaza de San Pedro del Vaticano, costumbre que han seguido adoptando tanto Benedicto XVI como Francisco.
En 2004, el Papa polaco afirmaba: “En invierno, el abeto siempre verde se convierte en signo de la vida que no muere […] El mensaje del árbol de Navidad es, por tanto, que la vida es ‘siempre verde’ si se hace don, no tanto de cosas materiales, sino de sí mismo: en la amistad y en el afecto sincero, en la ayuda fraterna y en el perdón, en el tiempo compartido y en la escucha recíproca” (Audiencia, 19 de diciembre de 2004).
El origen de esta tradición se remonta al siglo IV cuando San Bonifacio evangelizó el territorio que hoy es Alemania. El escritor y periodista Luis Antequera, colaborador de ReL, lo explicaba así en Trece TV: “Existía una tradición de veneración y adorno de los árboles por parte de los celtas. San Bonifacio, preso de un ataque de indignación, liquida uno de estos árboles, y lo sustituye por un pino de hoja perenne, como perenne es el mensaje de Jesucristo”. Además, los adornos tienen también una simbología: “Primero se colocaban manzanas, que representan el pecado, ahora sustituidas por las famosas bolas del árbol. Y segundo las luces, que empezaron siendo velas y representan la luz de Cristo”.
-¿Hubo un buey y una mula en el lugar en el que nació Jesús?
En los Evangelios de Lucas y Mateo, que son los que se hacen eco del nacimiento de Jesús, sí que son citados ya sean los pastores o los magos, pero no así el buey y la mula. Sin embargo, estos animales están siempre presentes en los nacimientos que se colocan en millones de hogares e iglesias de todo el mundo, tal y como ya hiciera San Francisco.
El buey y la mula forman parte de una tradición muy arraigada y son específicamente estos animales porque son mencionados en el evangelio apócrifo de Pseudomateo. «Los Evangelios son breves al narrar la realidad histórica del nacimiento de Jesús, por lo que la tradición añade información que complementa desde un punto de vista humano el momento del nacimiento del Niño en Belén», explica la doctora y profesora de Historia del Arte de la Universidad CEU San Pablo, Sirga de la Pisa. Recuerda además que «el buey y la mula están mencionados en el Evangelio Apócrifo del Pseudomateo, texto no considerado canónico por la Iglesia, escrito en el siglo VII por un autor desconocido».
En Isaías 1, 3 se dice: “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no conoce, mi pueblo no discierne”. La profecía del profeta se relaciona con el nacimiento humilde de Jesús y por tanto con estos animales que la tradición ha introducido en el portal de Belén. Pero De la Pisa recuerda igualmente que los textos apócrifos «no pretenden ser históricos sino que atienden la curiosidad popular que quería conocer la vida cotidiana de la Sagrada Familia en todos sus detalles».-