Opinión

Juegos de guerra no son juegos

Eduardo Martínez:

Cuando éramos niños, y luego que el Niño Jesús nos trajera los juguetes, se intensificaban los juegos entre nosotros con el arsenal de soldaditos, carritos y hasta de armas de juguetes.

Para ello, nos reuníamos en un terreno neutral y planificábamos frentes de batalla. Tratábamos de reproducir las batallas de guerra de las películas, y especialmente, lo que veíamos en series de televisión. Entre ellas la serie “Combate”, que era más imitable por cuanto se trataba de un pelotón de soldados que se infiltraba tras las líneas enemigas.

Todo eso ocurría entre el 25 de diciembre y los primeros días del nuevo año. Luego de la reanudación de las clases, con el tiempo los juegos bélicos se iban apagando.

En esta oportunidad, y en este teatro de operaciones en que se ha transformado Venezuela luego de la Navidad, el gobierno ha seguido con su guion que comenzó a escenificar desde que la oposición anunciara la realización de una Primaria para escoger su candidato presidencial.

Ante los frustrados intentos de abortar esta Primaria, el gobierno optó por dar inicio a una campaña para la recuperación del territorio Esequibo. De esta manera elevó la temperatura del diferendo a nivel de una posible confrontación. Lo que aparentemente se le ha ido de las manos.

No es nada nueva esta estrategia. En la región, ya había sido puesta en escena en los años 80 por el gobierno militar argentino para desviar la atención de los problemas nacionales.

Con este fin, trató de levantar el espíritu patriótico con la toma de las islas Malvinas. Un territorio arrebatado por el Reino Unido.

A toda carrera tras un “malvinazo”, el gobierno de Maduro chocó con una alianza pro-Guyana que no se esperaba. Lo que hizo que se pactara una cumbre entre los presidentes de las dos naciones en la isla de San Vicente.

El presidente Alí de Guyana llegó en un avión -presuntamente- fletado por la Exxon. El Caricom, que ya lo había anunciado, se cuadró con Guyana, a pesar de los miles de millones de dólares de ayuda que Hugo Chávez les facilitó, especialmente con la iniciativa PetroCaribe: Petróleo y derivados a precios por debajo del mercado, lo que quiere decir “subsidiado”, financiado a bajísimos intereses, y pagables en tres cómodas cuotas: luego, después y nunca.

A parte que, esa deuda de los países del Caricom, ha venido siendo reducida, tanto por acuerdos con Venezuela, o por ser graciosamente eliminada. Lo que ha convertido miles de millones de deuda petrolera, en simples “regalos”.

Por otra parte en San Vicente, Venezuela se encontró prácticamente “sola”. Se pudo conocer que la Chevron, también tiene intereses en Guyana; los chinos tercian comercialmente a favor de Guyana, al igual que Cuba que nunca dejó de lado sus intereses en ese país desde 1966. Y el camarada Lula Da Silva, uno de los promotores y garantes de la cumbre, debe haber ponderado la gran inversión que tiene Brasil en Guyana, por cuanto dio inicio a una movilización de tropas y pertrechos hacia su frontera norte. No precisamente para cuadrarse con Venezuela.

¿Quién apoyó a Venezuela? No lo sabemos, y es posible que tampoco lo conozca el gobierno venezolano.

Sin embargo, la piedra angular de ese reagrupamiento de apoyos, es sin duda alguna la Exxon. Una empresa que Chávez se empeñó en desconocer, y que prácticamente, fue sacada a patadas de Venezuela a pesar de su larga tradición y buena relación. Lo que llevó a la Exxon a emprender en cortes internacionales un litigio legal contra Venezuela por resarcimiento y cobro de deudas.

El acuerdo firmado en San Vicente (acuerdos de Argyle), por unos días hizo alejar en la mente de gobiernos y observadores la posibilidad de una mayor escalada. Lo que en esta post-Navidad ha sido superado por la llegada a Guyana de una nave de guerra británica. Lo que a su vez -con o sin razón- provocó que el gobierno venezolano activara una “acción conjunta de carácter defensiva”, denominada “General Domingo Sifonte”.

A lo mejor el presidente Maduro no se atreve a empuñar un arma. Lo que si no perdió la oportunidad fue la de presentarse vestido con uniforme verde oliva, y empuñar un micrófono.

Entre otras cosas, en su alocución de ayer jueves, el presidente Maduro dijo -entre otras cosas- “Esto es una ruptura a los Acuerdos de Argyle” (…) Esta amenaza es inaceptable del decadente y putrefacto imperio del Reino Unido (…) Así lo anuncio desde Venezuela (…) es la amenaza del Reino Unido contra un pueblo noble, pacífico pero guerrero”.

La verdad tras los hechos

Lo que se esconde tras las actuaciones del gobierno venezolano es probablemente el temor de perder las próximas elecciones presidenciales. Hasta en las encuestas que contrata la “sala situacional”, está una creciente pérdida de puntos. Con grandes o pequeños saltos, día a día desmejoran las posibilidades de que Maduro supere a María Corina Machado.

En este contexto interno, el cuadro externo parece impulsar en su guion a Maduro, pero también probablemente en no ayudarle. Son muchas las cosas que actúan en contra.

Otro fin de año en ascuas

Esa sí como nos encontramos a finales de año con una Venezuela en juego de guerra en las cercanías de Guyana, con un atravesado buque de guerra del Reino Unido en el medio que nos puede traer a los británicos acompañados de la OTAN… y Venezuela, está a mitad de camino de las Malvinas.

Feliz Año 2024.

editor@eastwebside.com

@ermartinezd

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