Fiesta del Santísimo Nombre de Jesús
Cada 3 de enero la Iglesia celebra la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús.
Esta fiesta conmemora el nombramiento de Jesús, anunciado en sueños a José (ver: Mt 1, 19-25), quien siguiendo las indicaciones del ángel, tomó por esposa a María Virgen, y, llegado el momento del alumbramiento, llamó al recién nacido “Jesús”.
Decía San Bernardino de Siena (1380-1444) en uno de sus sermones: “Éste es aquel santísimo nombre anhelado por los patriarcas, esperado con ansiedad, demandado con gemidos, invocado con suspiros, requerido con lágrimas, donado al llegar la plenitud de la gracia”.
Observancia
Durante el mes de enero hay otras festividades relacionadas con los primeros días de Jesús: la Circuncisión del Señor (1 de enero), la Epifanía (6 de enero o el domingo posterior a la Solemnidad de la Sagrada Familia) y el Bautismo del Señor (domingo posterior al 6 de enero). Mientras que estas dos últimas exigen generalmente observancia estricta y universal, el resto no, siendo este el caso de la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús.
Algunas órdenes religiosas celebran el Santísimo Nombre de Jesús en días distintos al 3 de enero (los franciscanos, carmelitas y agustinos lo hacen el 14 de enero, mientras que los dominicos celebran un día después, 15 de enero).
El nombre del Señor
El nombre “Jesús” es la forma latina del griego “Iesous” (Ἰησοῦς), que a su vez es la transliteración del hebreo “Jeshua” (Yehošuaʕ) o “Jehoshua” (Yehošuaʕ) o, en su forma contraída, “Joshua”, que significa “Yahveh es salvación” o simplemente “Dios salva”.
El surgimiento de la veneración al Santísimo Nombre de Jesús se remonta a las celebraciones litúrgicas del siglo XIV. San Bernardino de Siena, en el siglo XV, junto a sus discípulos, propagaron el culto al Nombre de Jesús y, un siglo después, hacia 1530, el Papa Clemente VII concedió por primera vez a la Orden Franciscana la autorización para la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús.
El monograma “IHS”
En su tiempo, San Bernardino solía llevar una tablilla que mostraba una imagen de la Eucaristía con rayos saliendo de ella, en la que podía verse el monograma “IHS”, abreviatura del Nombre de Jesús en griego (Ἰησοῦς). Más adelante, la tradición devocional le añade un nuevo sentido al monograma IHS, convirtiéndolo en un “cristograma”: «I» por “Iesus” (Jesús); «H» por hominum (de los hombres); «S» por “salvator» (salvador). Es decir, la inscripción “IHS” empezó a significar “Jesús, Salvador de los hombres”.
Nuevos significados se añadirán posteriormente. Por ejemplo, en el siglo XVI, San Ignacio de Loyola y los miembros de la Compañía de Jesús hicieron de este monograma el emblema de su Orden religiosa.
Auxilios espirituales para quienes invoquen el Santísimo Nombre de Jesús
El Nombre de Jesús, invocado con confianza:
- Brinda ayuda en las necesidades corporales, según la promesa de Cristo: «En mi nombre agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien» (Mc 16, 17-18). En el Nombre de Jesús, los apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hch 3,6; 9,34) y vida a los muertos (Hch 9,40).
- Da consuelo en las pruebas espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador las figuras del padre del hijo pródigo y del buen samaritano; así como al justo le recuerda el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.
- Nos protege de Satanás y sus artimañas, ya que el diablo le teme al Nombre de Jesús, quien lo ha vencido en la Cruz.
- En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: «Lo que pidan al Padre se los dará en mi nombre.» (Jn 16, 23). Por lo tanto, la Iglesia concluye todas sus oraciones con las palabras: «Por Jesucristo, Nuestro Señor». Así se cumple lo dicho por San Pablo: «Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos.» (Flp 2, 10).-
- Aciprensa