Johan Ramos, SJ. Indígena Warao:
En junio del 2006 llegabas con todas las esperanzas para iniciar
un camino de fe en medio de nuestro querido Pueblo Warao. Tenía 8
años cuando te conocí, recuerdo que cuando recitaba mis coplas me
decías que lo dijera con mucha pasión.
El sueño de una iglesia inculturada con rostro, pensamiento y
corazón indígena siempre lo compartías. En cada asamblea, encuentro
y simposio tu invitación era siempre hacer posible el “Buen Vivir”. Una
iglesia donde la cultura no se alejará de la fe, ni se aculturará las
costumbres por las tradiciones de la iglesia. Recuerdo como en un viaje
desde el ritmo de una canción Warao alegrabas el camino cantándole
a Dios.
Tu amor por el Pueblo Warao era tan grande que hasta tu
investigación de tus estudios de especialización fue sobre el
desplazamiento Warao. Me dijiste que una frase que dije en una
actividad te animaba mucho!Ka sanamata tai seke ka nojiba»e
incluso lo colocaste en tu investigación. Cada propuesta y comentario
por la Amazonía lo hacías desde tu sentir indígena, desde tu experiencia
y entrega al proyecto de Dios en medio de mis hermanos Warao.
La última vez que hablamos me dijiste que el pueblo Warao
confiaba y esperaba mucho de mí. No olvidaré esas palabras, haré lo
posible de que me acompañe en mi caminar como compañero de
Jesús. Tu vida donada al Proyecto del Reino de Dios también animó y
seguirá animando mi ser indígena y vocacional. Aquella canción de la
“barca en la playa y consagrado serás” son las canciones que canto en
medio de esta tristeza y desolación. Así es, en la arena allí estabas tú,
porque en la barca el Señor te llamó y te trajo para estas tierras warauna
y te consagró y te hizo Sacerdote para siempre, en mi gente, en mi
pueblo y en la vida de tantos.
Querido Kokal, tantos sueños, anhelos y esperanzas se marchan
contigo y al mismo tiempo quedan impregnadas en los que te
conocimos. Tantas risas, chistes y actuaciones nos unían en la misión.
Tantas propuestas que estaban allí, para seguir promoviendo vida y
misión en medio de las comunidades.
Ha sido un día para llorar y lamentar tu muerte. Pero también un
día para agradecer lo mucho que diste e hiciste por el Pueblo Warao.
Estos días deben ser para cantar y alabar a Dios al modo como tú lo
hacías. Deben ser días para sentir como los espíritus indígenas se
alegran de tu unión con Dios. Deben ser días para reconocer que no
importa la cultura, ni el color ni el idioma que hables, sino el
reconocimiento que todos somos hermanos e hijos de Dios.
Bare kokal o mekoro como te decían en las comunidades, has
sembrado al modo de Fray Damián y Julio, una esperanza de seguir
construyendo una iglesia indígena, e inculturada, una IGLESIA WARAO.
Al ritmo del serayo y el Wirinokoida debemos recordarte y agradecerte
por tu amor a las culturas, en especial el del Pueblo Warao. Al son del
Nijarabaka y el Yorokó debemos cantarte por todas las veces que
defendiste la vida de tus hermanos. También, unidos al himno de Dani
Consolata debemos agradecer a Dios por tu presencia en medio de
nosotros, por tu cercanía y cariño. Sea ella la Madre de Consuelo que te
lleve al buen Jesús.
Navega Bare, recorre y prepara los caños y ríos cargados de
sueños que muchos de tus hijos tenemos. Sigue escribiendo y
contando las mejores historias para nuestras comunidades al lado de
Dios y sigue construyendo el sueño de una IGLESIA WARAO con rostro,
pensamiento y corazón indígena.-
Johan Ramos, SJ. Indígena Warao.