Opinión

Fe y Esperanza son palabras mágicas

Egildo Luján Nava:

Los venezolanos habían borrado de su léxico y memoria las dos palabras más importantes de la vida colectiva: «FE» y «ESPERANZA». Es decir, de las expresiones y  palabras mágicas que se recuperaron por convicción a partir del pasado 22 de octubre del pasado año.

Desde luego, la referencia tiene que ver con las palabras que conforman una manera de sentir y de ser. Pero, además,  que configuran una disposición interna para actuar en favor de lo que se puede hacer o de aquello que puede suceder, cuando existen las condiciones relacionadas con nuestros deseos.

La cita obedece, desde luego, a un sentimiento colectivo que mueve el alma nacional. Y tiene que ver con el hecho de que  el régimen gubernamental, como una lijadora perversa,  raspando en el subir y en el bajar sobre el bienestar del pueblo durante los pasados y pesados 25 años, con engaños y usurpadores del poder, ha logrado coartar  toda posibilidad de superación. Pero, además, haciendo posible la provocación de la ruina del país, además del exilio ciudadano de una cuarta parte de la población de la Patria.

«El tiempo, al final  lo cura o resuelve todo en la vida»,  afirma un dicho popular. Asimismo, reafirma que «NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS, NI CUERPO QUE LO RESISTA». Pues bien, a Dios Gracias para los venezolanos, lo ya vivido y sufrido, fueron 25 años y suficientemente prolongados. Mientras que otra afirmación  popular ha dejado sonar su alcance de atención colectiva, y es que «TANTO VA EL CÁNTARO AL AGUA, HASTA QUE SE ROMPE».

Desafortunadamente, sin embargo,  un régimen que recibió una fortuna de dinero tan grande por haber disfrutado del incremento inconmensurable del aumento descomunal de los precios de sus productos estrellas, como fue el caso del  PETRÓLEO Y GAS, en función de los conflictos que se produjeron en  el Medio Oriente, y siendo Venezuela en la época uno de los productores más grandes y seguros del mundo, hizo de tales valores de transacción lo que es historia y referencia para el mundo.

Dicho régimen, entonces, disfrutó de los ingresos mil millonarios en dólares y con los que se  pudieron haber desarrollado y transformado al país, además de pasar a  hacer posible dicha nación  en uno de los integrantes del club de los desarrollados a nivel mundial. Sin embargo, eso no sucedió así. Por el contrario, la estructura administrativa del citado comercio dilapidó, promovió el robo, además del regalo y diversas manera de malgastar dicha enorme fortuna de dinero.  Y, por si fuera poco, destruyó la industria petrolera, catalogada en su momento estelar como una de las más grandes y eficientes del mundo, además de  arruinar todos los sectores industriales y de producción nacional.

El gran logro de entonces fue que se degradaron los ingresos del venezolano, en la escala de salarios e índices de pobreza a los niveles más bajos del mundo.

Lo cierto es que lo sucedido -e imposible que no sucediera así- promovió lo que la comunidad venezolana ha calificado como hecho que se tradujo en lo que se conoce como:  «SE ROMPIÓ EL CÁNTARO». Y, entonces,  el pueblo dijo: !BASTA!. Y accionó tomando una decisión que se expresó con un pronunciamiento en forma clara y masiva, y  en contra del actual régimen. Y lo hizo, como ya es sabido,  convocando a unas elecciones primarias AUTOGESTIONADAS para el 22 de Octubre del año pasado, y en la que participaron casi 3 millones de ciudadanos, representados por 11 candidatos de oposición.

La intervención de una mayoría decidida del  93% de los participantes se tradujo en un respaldo  a favor de su candidata y representante política para las elecciones presidenciales, Ingeniera MARÍA CORINA MACHADO. Lo expuesto por la voluntad popular del citado abrumador resultado, encendió las alarmas del gobierno. ¿Por qué?: porque quedó claro  y en evidencia  que sería absurdo pensar en  que el régimen, ni con  TARZAN de candidato, puede ganarle en elección alguna a la candidata opositora.

La indiscutible verdad es que, a partir del hecho comicial, a la representación electoral del régimen, le llego la hora de reflexionar y de llegar a acuerdos,  sin traumatismos ni luchas inútiles. Sobre todo de acuerdos en los que  impere la sensatez, como el sentido común, además del respeto, cumplimiento y acatamiento de lo que está consagrado en la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Y, adicionalmente, dejando atrás los odios y los rencores, pensando únicamente en el rescate y refundación del país, tal y como, en su momento, lo recomendó el Episcopado.

Todos los países se enfrentan a situaciones, como a picos históricos que marcan su evolución. Y hoy Venezuela está en el ápice de uno de los momentos más  tristes, pero importante de su historia, amenazada por factores y fuerzas tanto internas como externas. Pero, además,  luchando contra intereses mezquinos que atentan contra la integridad y seguridad de una ciudadanía convulsionada, confundida y afectada, y sometida a la posibilidad de que se ponga en peligro su existencia.

Desde luego, ante la compleja situación que vive el país, es necesario, oportuno e importante hacerle un llamado al contingente de  las Fuerzas Armadas Bolivarianas para que eviten seguirse viendo involucradas   en el festín de acusaciones y de descalificaciones, ante lo que está planteado para la Nación. El tiempo apremia. Además de que  es hora de reflexión, como de unión. Recapitulen, reconstituyan e institucionalicen el cuerpo. Aceptando como razón única de su creación la de defender la territorialidad y las fronteras, la independencia e integridad de la República, la seguridad ciudadana. Asimismo, de mantener el orden público, sostener y hacer cumplir el mandato constitucional y las leyes de la República.

Definitivamente, llegó el momento de reivindicar y de  recuperar el prestigio de la institucionalidad uniformada. De igual manera, de rescatar la moral y que sea honor y orgullo portar sus uniformes con dignidad. En estos momentos épicos y de gran peligro para la Patria, la institución uniformada está llamada a ser el factor principal e dispensable para restituir el orden constitucional, además de garantizar y de custodiar la realización democrática de las próximas  elecciones presidenciales de acuerdo a la Constitución. «Abaaaajo cadenas………..»

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