Lecturas recomendadas

K’OKal, El misionero

Bernardo Moncada:

«Que África, sonrisa y la esperanza del mundo, adquiera más importancia; que se hable más de ella, que tenga más peso y representación entre las naciones.» Papa Francisco, febrero 2023 en la República Democrática del Congo

En 1998, finalizando su visita a Cuba, Benedicto XVI pidió a Monseñor Lorenzo Albacete permanecer unos días en la isla. Entre los temas en charla con el mismísimo Fidel Castro, parafraseo uno: Preguntó castro ¿Por qué el cristianismo florece en África, más que en países asiáticos?, y replicó el sacerdote que las culturas asiáticas tienden a lo trascendente, lo que llamamos “espiritual”, mientras que las culturas africanas son culturas de la tierra, del cuerpo, más materiales, por lo cual el misterio de la Encarnación atrae y repercute muy bien. Para el cristianismo, Cristo está en todo, todo lo tangible procede de Él.

En 1978, mi hija fue bautizada en Inglaterra por un sacerdote irlandés. Al terminar, el padre O’Shea señaló: “Pronto tendrán que venir Ustedes a evangelizar Europa”. Veinticinco años después, misioneros coreanos, latinoamericanos y africanos llevaban ya el Evangelio a naciones que, hartas de bienes, y llenas de arrogancia, pretenden expulsar la fe que dio inicio y sustento a Europa moderna.

Secuestros y asesinatos se han hecho lamentablemente habituales en medios y redes. Pero no voy a hablar de la muerte del padre K’OKal. (en el día de hoy, por cierto, si googleamos las palabras “Josiah K’OKal”, hallaremos abundancia de reseñas referidas a su trágico fallecimiento).

Algunos preguntarán quién es ese K’OKal. Sin embargo, más noticiosa o “viralizable” que la noticia de su muerte, es la noticia de su vida.

Antes que religioso, fue maratonista. Ingresó a la Congregación “Misioneros de la Consolata” en 1993. Estudió teología en Londres y cuatro años más tarde se ordenó sacerdote. Inmediatamente, el padre K’OKal fue enviado a Venezuela.

¡Sí, de su lejana y árida Nyanza, en Kenia, a Londres, y directamente a Venezuela!

En nuestro país ejerció su ministerio misionero en Barlovento, Barquisimeto y Delta Amacuro, en Tucupita y Nabasanuka (confieso que tampoco quien escribe sabía que existía esa pujante y organizada comunidad Warao, de una de las dos parroquias del Vicariato de Tucupita, devota de Nuestra Señora de Coromoto). Allí estudió la cultura y lengua de la “gente del agua” (Warao), dedicándose completamente a ese pueblo.

Su labor ameritó que le fuesen otorgadas la nacionalidad venezolana y certificación como educador. Realizó cursos sobre derechos humanos, comenzando a enfocarse en la defensa de los derechos del pueblo Warao, llegando a culminar una maestría en Antropología en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, de Ecuador, con tesis sobre los waraos desplazados a Brasil, hacinados en centros de refugiados.

Con sus conocimientos de inglés ayudó al liceo de Nabasanuka en la primera promoción egresada, lo hizo en el área de idioma y lo hizo de forma desinteresada y de manera voluntaria. Fue como una mata de plátano: él sembró y alrededor de él crecieron otros cogollitos, y hoy por hoy, el liceo de Nabasanuka cuenta con profesores de inglés, que son discípulos de nuestro querido padre K’OKal”. Así lo describe Eira Torres, warao de la comunidad Nabasanuka (Fe y Alegría).

Josiah K’OKal no ha sido el único misionero africano en esa parroquia, ni en muchas otras del llamado “Occidente cristiano”. Miles de misioneros africanos, provenientes del continente donde se escenifica la más encarnizada persecución del islam extremista contra los cristianos, llevan el Evangelio a toda Europa y áreas menospreciadas de América.

La misión, como auguraba el padre O’Shea, se ha invertido. Siglos después de que los primeros misioneros europeos (católicos, anglicanos, evangélicos, etc.) desembarcaran en África para evangelizar, surgen los llamados «misioneros inversos». Y es que la estadística se ha cambiado: en 1950 el 80% de los cristianos de todo el mundo estaba en los países occidentales. En 2025 el 50% de todos ellos estará en África, Latinoamérica y algunas partes de Asia.

Hoy África, donde el martirio es una realidad frecuente (cada hora mueren dos cristianos en la persecución inclemente de milicias guerrilleras y la yihad musulmana), la vida basada Cristo florece, desafiando todo peligro. Es el continente donde más rápidamente crece la Iglesia católica y, mientras los seminarios europeos se vacían, en el pasado año se registraron unos 1.300 misioneros y más de 1.000 proceden de Nigeria, Congo, Costa de Marfil, Kenia, Camerún, Burkina y muchos otros países.

Seguimos sorprendiéndonos, fascinados como la mariposa por la llama, por malas noticias de un mundo que parece agonizar, sin abrir los ojos a una realidad poco difundida. Los “misioneros inversos” como Josiah K’OKal testimonian el permanente renacer del cristianismo y nos llaman a valorizar este fenómeno lleno de positividad y de esperanza.-

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