«BARÉ MEKORO» JOSIAH K’OKAL, sembrado por siempre en el pueblo warao
Alfredo Infante, S.J.:
El pueblo warao y la Iglesia católica venezolana iniciamos el año 2024 con una noticia que nos ha llenado de profundo duelo y grandes interrogantes: la muerte, por presunto suicidio, del padre Josiah K’Okal, miembro de la congregación religiosa de La Consolata, quien con un profundo sentido evangélico se insertó en las injustamente vulneradas y excluidas comunidades indígenas, de las que aprendió su lengua, su historia y su cultura y con las que se dedicó a la defensa de los derechos humanos, fundando su trabajo de manera seria y responsable en investigaciones históricas y de contexto actual, valorando las capacidades y subjetualidad de los waraos y mostrando que, más que sujetos vulnerables, han sido sometidos a vivir una historia de sistemática marginación por parte de las políticas del Estado venezolano, tanto en el periodo democrático como en el actual socialismo del siglo XXI.
El padre K’Okal era un convencido que esta exclusión ha obligado a los waraos a desplazarse a las periferias de los centros urbanos -ocasionando un profundo desarraigo y empobrecimiento- y, en los últimos años de «emergencia humanitaria compleja», los ha empujado a la migración masiva y forzada hacia Brasil, Trinidad y Guyana, haciéndolos presa de las mafias de tráfico y trata de personas.
«Baré Mekoro» o «padre negro», como le llamaban cariñosamente los indígenas, era un hombre maratonista, cercano, servicial, compasivo, entregado, muy estudioso de las cuestiones humanas y sociales, y con un profundo sentido evangélico que irradiaba con su vida y palabra. Esto le llevó a hacer importantes denuncias a favor de la dignidad del pueblo warao y a trabajar en las comunidades por la «paz y la reconciliación», siendo líder en Venezuela de las “ESPERE”, escuelas de paz y reconciliación.
Según refiere una nota de La Consolata, “Baré Mekoro” “nació en Kenia el 7 de septiembre de 1969. Tras una formación inicial en Kenia e Inglaterra, fue ordenado sacerdote el 9 de agosto de 1997 y ese mismo año fue destinado por sus superiores al trabajo misionero en Venezuela. En 2005, llegó al vicariato apostólico de Tucupita y dedicó su ministerio junto al pueblo warao. El sacerdote fue dado por desaparecido el 1 de enero y su cuerpo sin vida fue encontrado al día siguiente en Boca de Guara, en el Estado venezolano de Monagas”.1
El padre K’Okal tenía la gracia y la virtud de hacer sentir importante, querida y reconocida a toda persona que le trataba, más aún si era pobre y excluida. Los innumerables testimonios de distintos sectores de la sociedad, de la iglesia y de los propios indígenas así lo certifican.
Personalidades de la sociedad civil venezolana y un importante número de ONG de derechos humanos han suscrito un documento de solidaridad con el pueblo warao, exigiendo a las autoridades competentes del Estado una investigación más exhaustiva sobre el deceso del sacerdote y misionero.2
Quisiera concluir dándole la palabra a un joven warao, jesuita, Johan Ramos, que desde niño creció siendo amigo del padre K’Okal y quien, en medio del duelo, escribió una conmovedora carta de la que extraigo dos párrafos:
«El sueño de una Iglesia inculturada con rostro, pensamiento y corazón indígena siempre lo compartías. En cada asamblea, encuentro y simposio tu invitación era siempre a hacer posible el ‘Buen Vivir”. Una Iglesia donde la cultura no se alejara de la fe, ni se aculturaran las costumbres por las tradiciones de la Iglesia. Recuerdo cómo en un viaje, desde el ritmo de una canción warao, alegrabas el camino cantándole a Dios».
«Navega Baré, recorre y prepara los caños y ríos cargados de sueños que muchos de tus hijos tenemos. Sigue escribiendo y contando las mejores historias para nuestras comunidades al lado de Dios y sigue construyendo el sueño de una IGLESIA WARAO con rostro, pensamiento y corazón indígena».
«Bienaventurados los que trabajan por la paz porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9)
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*Alfredo Infante, S.J., es provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela y director del Centro Arquidiocesano Monseñor Arias Blanco.
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1https://www.consolataamerica.
Signos de los Tiempos: Edición N° 211 (5 al 11 de enero de 2024)
Imagen: El Pitazo