Iglesia Venezolana

La esperanza a los pies del altar

 Crónica de un reencuentro

 

Macky Arenas:

La esperanza era el sentimiento que llenaba los corazones de todos los presentes durante la misa celebrada para conmemorar los 78 años de presencia de la Democracia Cristiana en Venezuela.

Destacados líderes, dirigentes, activistas, todos militantes, herederos de aquella idea del ejercicio político inspirado en las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia, se congregaron en el templo parroquial de San José, en Chacao. Y es que rescatar el afecto y la hermandad en la religión que nos une, precede a cualquier proyecto que se apellide cristiano. Eso fue lo que ocurrió: la gente, emocionada, se felicitaba por haber podido compartir esa Eucaristía llena de añoranzas, de emoción y de propósitos y anhelos comunes.

Un honor fue tener como oficiante al Arzobispo de Caracas, Cardenal Baltazar Porras Cardozo. Junto a él, celebraron Monseñor Ovidio Pérez Morales, una especie de buque insignia espiritual que durante 78 años ha caminado a nuestro lado; el párroco de Chacao, el P. José Clemente, un sacerdote joven que hace pocos meses se estrenó al frente de esa emblemática comunidad y ya es querido y valorado por su inteligencia y dinamismo; acompañados por el Diácono Thomas Chacón. El coro de la parroquia San Benito, bajo la batuta de Fernando Alfonso, fue una esencial contribución al recogimiento y la oración.

La representación de la tradición democristiana estuvo en líderes históricos, tanto nacionales como locales. También acudieron personalidades que hoy pertenecen a otras organizaciones pero que mantienen un sólido vínculo con la doctrina que nos anima.

Allí se vio , en las primeras filas, a Oswaldo Álvarez Paz y su señora, a César Pérez Vivas, a Leopoldo Vizcarrondo e Ivonne Attas, a la Nena Casal de Contreras Pulido, a Ramón Guillermo Aveledo, a Sofía Cardot de Briceño, a Pilarica y Haroldo Romero, a Guillermo Betancourt Oteyza, a Nelson Chitty La Roche, al querido «flaco» Ildemaro Martínez, a Ana Cecilia Vivas, a Oscar Arnal, a Ramón José Medina, a Egildo Luján, a Jorge Paparoni, a Mercedes Silva, a Juan Francisco Contreras, a Rommer Ytriago  a Teresita Goechea, a María Enriqueta Álvarez, a Luis Ignacio Planas, a Nicolás Espinoza, a Lorenzo Tovar, a Biaggio Pillieri, el gral. Juan Antonio Herrera Betancourt,  a Mercedes Malavé,  a Rafael Hernández Andrew, a Henry Contreras y a Enrique Naime, entre otros.

Nutrida fue la asistencia de dirigentes de las parroquias de Caracas y los equipos (Petare) de nuestro inolvidable Enrique Mendoza, entre quienes figuraron Dulce María Blanco, el popular «Chuchú», Ingrid Narváez y Rosaura Mejía y Alberto Mérida. Y de Caracas al abogado,  consecuente defensor de nuestros presos políticos, Alonso Medina Roa,  a José Rafel Noria, a Toño Ruiz  y  a Sandra Rincones (Pta. de MUDCA), como parte de una buena movilización de la dirigencia  municipal y la militancia de base.

Muy significativa y emocionante fue la presencia de familiares de nuestros fundadores. Algunos de ellos dieron testimonio público de un pasado del cual nos enorgullecemos y que nos prefigura el futuro brillante que podemos construir, unidos en el esfuerzo «Por la Justicia Social en una Venezuela mejor«.  Los hijos de Don Pedro del Corral, Juan Félix y María Celina; Andrés Caldera Pietri; José Antonio Pérez Osuna, Pablo Herrera, Maribel Calvani, Carlos Eduardo Herrera y Lucía Guzmán, hija de quien fuera destacada dirigente femenina de Copei, María de Guzmán, dieron especial brillo a esa celebración.

*****************

Las palabras del cardenal Porras en su homilía fueron señeras. Recordó asuntos cruciales sobre los que el mundo político, especialmente de filiación cristiana, debe reflexionar y tomar posiciones. Puso los puntos sobre la íes y propinó algunos aldabonazos a las conciencias.

En su homilía, el cardenal resaltó el rol protagónico de los ciudadanos en la construcción de una mejor sociedad. La arquidiócesis de Caracas, en su reseña para las redes, destacó algunos aspectos de su predicación:

“Estamos en un momento en el que el valor de las virtudes, de lo que es el bien y la paz, no es el eje central del discurso político. Lo que importa es la imagen. Tenemos que ver que no solo es la popularidad y la búsqueda de poder, si no está por delante el verdadero servicio a los demás; sobre todo al que piensa distinto”, señaló.

“En un año electoral como el que atravesamos hay que preguntarse qué es lo que debemos hacer. Creo que debemos aprender cómo convivir en la pluralidad con los que tienen la necesidad de consenso”, manifestó.

 

Su Eminencia invitó a preguntarse a qué se debe hoy día la falta de unidad, el deterioro del sistema democrático, el desprestigio de los partidos políticos y la pérdida de la credibilidad”.

*****************

Previo al comienzo de la misa tuvo lugar un emotivo momento cuando Virginia Rivero recordó a 78 líderes demócrata-cristianos que ya se nos fueron pero que siguen en la memoria agradecida de todos. Se mencionó a uno por año cumplido. Era una invitación a rezar por ellos y sus familias. Especialmente tuvimos en la mente a Arístides Calvani, ese gran apóstol de la democracia, lamentablemente fallecido y de cuya desaparición se cumplía otro aniversario. El cardenal lo tuvo en cuenta al inicio de la misa y durante su homilía contó episodios inéditos que sorprendieron a su propia hija, allí presente.

Maribel Calvani colaboró leyendo maravillosamente las ofrendas que fueron llevadas al altar por una familia y algunos jóvenes; varios de los participantes lo hicieron con las peticiones de los fieles, así como Julio César Pérez Morales y Macky Arenas haciendo, respectivamente, las lecturas del salmo responsorial y la primera lectura de la  celebración.

**************************

Al finalizar, escuchamos las estimulantes palabras de Andrés Caldera y de José Antonio Pérez Osuna, las cuales reproducimos a continuación:

ANDRÉS CALDERA PIETRI, hijo del fundador y expresidente de la república, Rafael Caldera, comenzó con unas celebradas palabras que contaron nuestra historia por “ganar la patria” según el legado de los fundadores :

“Un puñado de jóvenes, formados en colegios católicos, alzaron su voz en la cuarta década del siglo veinte para defender a las órdenes religiosas y su valiosa labor educativa, frente a la corriente laicista y anti-clerical dominante en aquellos tiempos que amenazaba con destruirlas.

Pero ese puñado de jóvenes no se quedó allí, ellos decidieron comprometer sus vidas en la acción política, luchando -en pocas palabras- por intentar hacer realidad “el reino de Dios en la Tierra”. Introdujeron una nueva forma de hacer política: respetando al adversario, hablando con la verdad –sin engaños- y elevando el nivel del debate, orientándolo hacia la discusión de las ideas y sacándolo del terreno de la descalificación personal.

Propiciaron la paz, la vigencia del estado de derecho y una cultura democrática que hizo suya especialmente la clase media. Enfocaron la renta petrolera -de la que tanto se habla en estos días- a financiar la construcción de hospitales, escuelas, carreteras, puertos, aeropuertos y todo lo que iba en función de un desarrollo integral, que definían como de todo el hombre, y de todos los hombres.

Le dieron valor a la familia, a la educación, al trabajo, a la solidaridad y a la justicia social, pero, sobre todo, trasmitieron ejemplo de recta conducta y honestidad en su vida pública y privada, de manejo probo de los bienes públicos, que nos pertenecen a todos.

Propiciaron la descentralización, para acercar el poder a la gente, y, muy especialmente, promovieron la participación, para darle apoyo a numerosas organizaciones no gubernamentales que hacen presente una ciudadanía activa que se ocupa en la solución de problemas sociales, especialmente de los sectores más vulnerables.

Pero más que todo, fueron siempre los mismos, antes y después de haber tenido posiciones de poder. Amaron a Venezuela y dieron lo mejor de sí mismos, con las fallas consustanciales a toda acción humana, trabajando para hacer de nuestra patria una tierra próspera y bendita para todos.

La ideología socialcristiana, inspirada en la Doctrina Social de la Iglesia, sigue teniendo las respuestas para las angustias del mundo de hoy. Sólo espera por quienes la estudien con seriedad, la hagan suya y la proclamen con la misma pasión y firmeza, con la misma entrega y vocación de servicio que estos venezolanos, a los que hoy rendimos este homenaje, nos dejaron como extraordinario e invalorable legado.

¡Ganar la Patria!, consigna proclamada hace 78 años, apela nuevamente a las conciencias. Pareciera estar vigente en la Venezuela de hoy”.

Andres Caldera

JOSE ANTONIO PÉREZ OSUNA (Japo), hijo del Dr. José Antonio Pérez Díaz, brillante primer secretario General de Copei, nos alentó, al mejor estilo de su padre, a revisarnos y a seguir haciendo historia:

 

PALABRAS DE JOSÉ ANTONIO PÉREZ OSUNA, CON OCASIÓN DEL 78 ANIVERSARIO DEL PARTIDO SOCIALCRISTIANO COPEI, EN LA MISA OFRECIDA POR EL CARDENAL BALTAZAR PORRAS CARDOZO, IGLESIA PARROQUIAL DE SAN JOSÉ CHACAO, EL 19 DE ENERO DE 2024.

 

COPEI EN EL 2024

 

Hace 78 años, como aprendizaje social, nació COPEI.

Un grupo de jóvenes que venían de la Universidad, se empeñaron entonces con seriedad y vocación ciudadana a diseñar el perfil de un país posible.

Sin tregua, dedicaron su tiempo de juventudes en discutir los diferentes conceptos sobre el papel del Estado; a definir el carácter y fin último de la actividad política.

Con pasión, escudriñaron la realidad nacional y ante opciones trasnochadas y delirantes precisaban al hombre y a la dignidad de su persona como sujeto y meta del orden social.

Así, amalgamarían modos individuales de pensar, enriqueciéndolos con la orientación de justicia social contenido en el mandato de las encíclicas papales.

Estaban conscientes, además, de que para difundir esas ideas y de que éstas  tuviesen eco y entidad, se requería crear un movimiento político orgánico, con un mensaje claro que le llegara al pueblo, para entonces con su respaldo, y jamás sin él, lograr el acceso a los mecanismos de poder indispensables para realizar un programa de contenido venezolano y beneficio popular.

Ese tan soñado proyecto político del COPEI de entonces, habría de tener en primer término eticidad cristiana; en segundo término, ideología con proyección social; objetividad en el análisis de la realidad nacional y, por último, pasión y contenidos venezolanos.

La proyección humanística del cuerpo político partidista le venía desde sus fuentes filosóficas; el arraigo nacional llegaría con el tiempo como una confirmación a la vocación   popular de la dirigencia, en razón de la integridad y rectitud de su conducta.

La fecha nos recibe, además, en la condición de partido histórico, porque ha hecho y forma parte de la historia de estos 78 años del proceso histórico político venezolano durante las dictaduras, y en la democracia, tanto en funciones estelares  de oposición como de gobierno.

COPEI fue así, desde el inicio, una respuesta ideológica y una alternativa democrática impulsada por una ilusión de juventud. Como canalizador de las inquietudes populares por el camino del civismo y el respeto institucional. Como freno para las tentaciones de la autocracia militarista o civil, al ofrecer una opción para el cambio y el ejercicio democrático del poder.

Hoy en el 2024, en el orden institucional, político, económico, cultural, social y sobre todo en el orden moral estamos como apresados en arenas movedizas que amenazan con ahogarnos  entre el escepticismo y la resignación.

Al mismo tiempo, en Venezuela y en el mundo se cuestiona la vigencia de los partidos y se afirma su obsolescencia, y su responsabilidad única y directa de las incapacidades y contradicciones de la democracia, de la dispersión del cuerpo social y de la quiebra de las instituciones que amenaza destruir a la República.

Pensamos que eso es un cómodo lavatorio de Pilatos, para que cualquiera se exculpe de sus responsabilidades individuales y colectivas. Yo protesto y me rebelo frente a esos juicios y reivindico con orgullo la política, los políticos y los partidos políticos que luchan por conquistar un destino mejor para Venezuela y su gente!

Sabemos que los esfuerzos no han sido suficientes, e invitamos a los venezolanos a realizar u examen honesto y exhaustivo de la complejidad problemática nacional y profundizar en las causas primarias de la descomposición que nos estremece.

Debemos revisarnos individual y colectivamente de manera integral. Vamos todos a voltearnos al revés como un guante y escudriñar qué clase de material palpita en nuestras vísceras y auscultarnos el alma para desnudar nuestras miserias y exaltar nuestras virtudes.

COPEI tiene que seguir haciendo historia, debe desarrollar un nuevo impulso en este tercer milenio de la cristiandad. Debemos recurrir a las savias que tenemos en las fuentes y raíces primordiales en la discusión sobre organización, comportamientos y líneas maestras de conducción política en este crucial 2024, donde tenemos que cumplir con la voluntad del pueblo, voto a voto, que nos reclama la UNIDAD UNIDA, en el compromiso de Cambio que se corea por todas partes.

La triple vertiente de la comunidad ideológica que debemos fortalecer, la comunidad afectiva que hay que rescatar, y la comunidad política que se identifica en el objetivo histórico común, deben influir en el cauce institucional primario para que su caudal nos empuje hacia el porvenir.

Tenemos que llenarnos el espíritu y los ojos con una nueva visión de país que incentive a los venezolanos hacia el esfuerzo compartido de un proyecto social, democrático productivo, innovador y solidariamente humano. COPEI debe resucitar hacia lo mejor. Si nosotros permanecemos desunidos, también desunido marchará el partido y el país.

Ha llegado el momento de cicatrizar las heridas causadas por nosotros mismos. COPEI no tiene un pelo de culpa por los pecados cometidos por la dirigencia. Si nos queremos llamar socialcristianos, si aspiramos a un COPEI cónsono con su alto destino histórico, para el bien del pueblo, debemos comportarnos no sólo como demócratas sino fundamentalmente como cristianos.

Debemos remozarnos espiritualmente, rebrotar copeyanamente; necesitamos largueza de comprensión para no padecer en COPEI el morbo de la desunión. Cristianicemos nuestro momento actual y nuestro futuro. Copeyanicemos una sana, necesaria e impostergable rectificación.

Reunifiquemos a la familia copeyana alrededor del tronco primario institucional, de sus raíces, ideario, programa y símbolos históricos: su lanza llanera y el verde color de la esperanza de nuestras banderas. Así volveremos a sentarnos alrededor de la misma mesa, las manos sobre el mismo madero, y el latido de los corazones en idéntico tic tac, para el bienestar de todos y para la alegría de Dios.

Señoras, señores

Japo

*****************************

No queda sino tomar este acto religioso, donde rememoramos tanta historia buena, noble y entregada al servicio de la patria, como inspiración y punto de partida dejando nuestra esperanza a los pies del altar para que este reencuentro en la fe se convierta, como dijo José Antonio Pérez Díaz en su discurso ante el Congreso Nacional cuando Copei fue gobierno por primera vez, “en el comienzo de un compromiso mayor”.-

 

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba