El debate sobre el pensamiento humanista y el aporte de la Doctrina Social de la Iglesia no ha sido sólo con el fin de aclarar dudas, hacer análisis, confrontar ideas. El hacer político ha tenido siempre un papel fundamental.
Bien sea que recordemos la reunión de Eduardo Frei y Rafael Caldera, en Roma, en 1934, en el Congreso de Pax Romana, o los esfuerzos de un joven dirigente panameño, Ricardo Arias Calderón, o un joven Alcalde de San Salvador, fundador de la Democracia Cristiana salvadoreña y del Partido Demócrata Cristiano, Napoleón Duarte, o los entonces muy jóvenes dirigentes universitarios y sindicales cubanos, que lucharon primero contra la dictadura de Batista, y luego han dedicado el resto de su vida a luchar contra la tiranía castrista, juventud y humanismo cristiano se dan la mano en nuestra historia latinoamericana. Las nuevas juventudes democráticas del siglo XXI deben enfrentar los nuevos retos contra la dignidad humana.
Hoy, la democracia está amenazada. No solamente por las omnipresentes expresiones materialistas y hedonistas, o del marxismo convertido en nuevas formas de autoritarismo que han invadido incluso a sectores de la socialdemocracia tradicional. Emergen modelos populistas que envenenan la política, recientes formas de autoritarismo y de liderazgos mesiánicos han aparecido, trayendo consigo mayores peligros.
Un reto fundamental hoy: hacer llegar un mensaje humanista cristiano a toda la sociedad venezolana y latinoamericana, en especial a los jóvenes. Dicho mensaje debe expresarse en reales formas de participación, en una economía generadora de riqueza distribuida con justicia social, en un derecho que sirva a todos, no solo a unos pocos.
El humanismo cristiano trajo consigo el amanecer de la libertad, categoría política fundamental. Dentro de la libertad es asumible un Estado solidario y subsidiario, que, en palabras del chileno Ignacio Walker debe “ayudar a fortalecer la sociedad como una comunidad de personas que descubren y desarrollan sus enormes potencialidades”. Nadie como el pensamiento humanista cristiano para identificar y señalar los caminos diferenciados y diferenciadores entre libertad y libertinaje, entre persona e individuo, entre federalismo y centralismo, entre solidaridad y paternalismo, entre democracia y autocracia.
Algunos de los pilares de la necesaria y más urgente que nunca reconstrucción de la ciudadanía venezolana son: Diálogo, institucionalización acompañada de la promoción de la persona humana y de su papel en la comunidad, combate a la desigualdad, derrota de la pobreza por vía de la solidaridad y de la generación de riqueza.
Los venezolanos ya hemos comenzado a decidir sobre qué queremos en nuestro futuro, más allá de fechas electorales cambiadas a capricho, de trampas, y de oportunismos protagonizados por algunos que se dicen opositores pero que no lo son.
El 22 de octubre de 2023 es una fecha que ya forma parte importante de la historia patria.
Ese día Venezuela le dio al mundo el nombre del líder que debe enrumbar la reconstrucción nacional. María Corina Machado, política con experiencia, coraje y determinación, ha dicho que irá hasta el final. No está sola en esa determinación. Millones de sus compatriotas estamos con ella. Y la acompañaremos hasta el final.-
Edición febrero-marzo
www.encuentrohumanista.org