¿Qué estamos haciendo con la Madre Tierra?
Javier Duplá sj.:
El enorme glaciar que une el pico Humboldt con el Bonpland llegaba hasta Murallas Rojas, un corte de roca horizontal que no impide el ascenso. Hoy día el glaciar ha desaparecido, derretido por la subida de la temperatura. El pico Bolívar (llamado antiguamente La Columna), la Concha, el Humboldt unido con el Bonpland, el Toro y el León – las famosas “cinco águilas blancas”, como las bautizó Tulio Febres Cordero – perdieron la nieve perpetua. Yanasacha, la gran roca negra que da un toque de distinción al Cotopaxi en El Ecuador, ya no está en medio del glaciar de subida, que sólo abarca la zona más alta del pico. Así está ocurriendo en todas las cordilleras más altas del mundo.
En otro ambiente, “uno de los efectos más notable del calentamiento global que estamos experimentando es la pérdida de hielo marino que acontece en el hemisferio norte, concretamente en el Ártico. Las observaciones por satélite indican que la extensión de hielo marino en septiembre (cuando se alcanza el mínimo anual) ha decrecido aproximadamente un 13% por década en los últimos 40 años, si bien es cierto que con una alta variabilidad interanual.” (Wikipedia, Clima y medio ambiente). También en la Antártida y Groenlandia la pérdida de hielo se ha acelerado. Todos estos derretimientos progresivos contribuyen a elevar el nivel de las aguas marinas y a poner en riesgo la vida de muchas especies, como los osos polares y las focas. Las ciudades construidas a la orilla del mar están amenazadas de desaparición. Cientos de millones de personas viven en zonas en peligro de inundación y muchas islas de poca altura desaparecerán. ¿Es esto un fenómeno natural o lo provoca el ser humano?
Todavía hay gente que se empeña en no ver lo evidente. Dicen que los períodos de glaciación y derretimiento de glaciares se suceden naturalmente y de aquí a unos años vendrá una nueva glaciación. No quieren ver la mano destructora del hombre. Pues bien, el calentamiento global sigue aumentando y estamos a punto de sobrepasar el punto de no retorno. “Estamos en camino de un aumento de la temperatura global de 2,7 grados centígrados cuando deberíamos alcanzar la meta de 1,5 grados”. Sabemos que, con este nivel de calentamiento, gran parte de las especies no conseguirán adaptarse y desaparecerán. Millones de seres humanos pobres y vulnerables estarán en grave peligro. De cara a todo esto el Papa Francisco en un mensaje final a la COP26 de Glasgow dijo acertadamente: “Hemos recibido un jardín y estamos entregando a nuestros hijos y nietos un desierto”.
En la encíclica Laudato sí el Papa señala varios ejes fundamentales de la relación del hombre con la naturaleza, que no están siendo atendidos: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada cultura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida. En los países desarrollados el modelo de vida que se propone la actual cultura consumista es el de un consumo creciente de bienes, aunque no sean necesarios, lo cual lleva al agotamiento de los recursos y a la contaminación.
Como dice el P. Arturo Sosa, General de la Compañía de Jesús, refiriéndose a la plataforma Laudato Si’, “A través de esta iniciativa del Papa se busca organizar un programa de trabajo que, escuchando el grito de la tierra, responda al clamor de los pobres y asegure los derechos de las generaciones futuras.
A este primer objetivo, la plataforma Laudato Si’ añade otros seis: avanzar en una economía ecológica, la adopción de estilos de vida sostenibles; una educación ecológica, profundizar una espiritualidad que sustente la búsqueda del equilibrio ecológico; el compromiso comunitario; y una ciudadanía activa en la preservación del medio ambiente.”
“Les hago, pues, una ferviente invitación a todos a unirse al proceso de la Plataforma de Acción Laudato Si’, a profundizar la conversión ecológica; a continuar integrando los objetivos de la Laudato Si’ en nuestra vida y apostolados, a tomar medidas concretas y audaces para afrontar la crisis que afecta nuestra casa común, como dimensión de nuestra misión de reconciliación y justicia que quiere restaurar el equilibrio con el medio ambiente y la superación de las estructuras de injusticias para restablecer la relación con Dios. Es así como podremos ofrecer nuestra contribución a un mundo más fraterno, justo y sostenible.” (Padre General invita a unirse a la Plataforma de Acción Laudato Sí, 6 de diciembre 2021).
Como personas, como familias, como grupos religiosos, como empresas, como asociaciones de todo tipo tenemos una gran tarea por delante. Pensemos en las generaciones que van a venir. Van a heredar el mundo que les dejemos, que puede ser mucho mejor que el actual o puede ser mucho peor. En cada uno está la elección de contribuir a uno de los dos.
Es verdad que son los gobiernos y las grandes trasnacionales los que tienen poder de decisión inmediato. La destrucción de la Amazonia, por ejemplo, podría haberla evitado el presidente Bolsonaro, pero miró a otra parte y permitió la destrucción a pesar de las presiones dentro y fuera de su país. Algo parecido ocurre con China, India y Rusia, que en su afán de conquistar mercados no miran el daño ecológico que promueven. El arco minero del Estado Bolívar en Venezuela es otro triste ejemplo de la irresponsabilidad del gobierno, a quien no le importa la contaminación de los ríos ni la destrucción de la selva, con grave perjuicio de las etnias indígenas. La energía no renovable del petróleo está siendo sustituida por la eléctrica para el transporte de vehículos, pero todavía a un ritmo lento. ¿Llegaremos a tiempo para evitar tornados devastadores, sequías extremas, muerte de especies animales y peligro de muerte para muchos humanos? No lo sabemos, pero hay que extender la conciencia del peligro, para que entre todos, cada uno dentro de lo que está a su alcance, evitamos la destrucción de la vida en la Madre Tierra.-