¿Hay instrumentos de salvación?
Rafael María de Balbín:
Es Dios, creador y santificador, quien puede otorgar y de hecho otorga a los hombres la salvación. Pero se ha querido valer de unos instrumentos a los que llamamos sacramentos. “Los sacramentos son signos sensibles y eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia, a través de los cuales se nos otorga la vida divina. Son siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden y Matrimonio” (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 224).
La eficacia de estos instrumentos proviene de su relación con la abundancia de los merecimientos de Cristo, que dio su vida por nuestra salvación. “Los misterios de la vida de Cristo constituyen el fundamento de lo que ahora, por medio de los ministros de su Iglesia, el mismo Cristo dispensa en los sacramentos” (Idem, n. 225).
«Lo que era visible en nuestro Salvador ha pasado a sus sacramentos» (San León Magno).
Estos instrumentos tienen un dispensador. “Cristo ha confiado los sacramentos a su Iglesia. Son «de la Iglesia» en un doble sentido: «de ella», en cuanto son acciones de la Iglesia, la cual es sacramento de la acción de Cristo; y «para ella», en el sentido de que edifican la Iglesia” (Idem, n. 226).
Algunos de ellos tienen una especial fuerza de permanencia, que llamamos carácter. “El carácter sacramental es un sello espiritual, conferido por los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y del Orden. Constituye promesa y garantía de la protección divina. En virtud de este sello, el cristiano queda configurado a Cristo, participa de diversos modos en su sacerdocio y forma parte de la Iglesia según estados y funciones diversos. Queda, por tanto, consagrado al culto divino y al servicio de la Iglesia. Puesto que el carácter es indeleble, los sacramentos que lo imprimen sólo pueden recibirse una vez en la vida” (Idem, n. 227).
Los sacramentos tienen una especial relación con la fe. “Los sacramentos no sólo suponen la fe, sino que con las palabras y los elementos rituales la alimentan, fortalecen y expresan. Celebrando los sacramentos la Iglesia confiesa la fe apostólica. De ahí la antigua sentencia: «lex orandi, lex credendi», esto es, la Iglesia cree tal como reza” (Idem, n. 228).
Los sacramentos no son meramente simbólicos. Sn también eficaces. “Los sacramentos son eficaces ex opere operato («por el hecho mismo de que la acción sacramental se realiza»), porque es Cristo quien actúa en ellos y quien da la gracia que significan, independientemente de la santidad personal del ministro. Sin embargo, los frutos de los sacramentos dependen también de las disposiciones del que los recibe” (Idem, n. 229).
Los sacramentos son medios, pero medios necesarios. “Para los creyentes en Cristo, los sacramentos, aunque no todos se den a cada uno de los fieles, son necesarios para la salvación, porque otorgan la gracia sacramental, el perdón de los pecados, la adopción como hijos de Dios, la configuración con Cristo Señor y la pertenencia a la Iglesia. El Espíritu Santo cura y transforma a quienes los reciben” (Idem, n. 230).
Y van acompañados por una especial eficacia. “La gracia sacramental es la gracia del Espíritu Santo, dada por Cristo y propia de cada sacramento. Esta gracia ayuda al fiel en su camino de santidad, y también a la Iglesia en su crecimiento de caridad y testimonio” (Idem, n. 231).
Al ser instrumentos de salvación: “En los sacramentos la Iglesia recibe ya un anticipo de la vida eterna, mientras vive «aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo» (Tt 2, 13)” (Idem, n. 232).-
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