Arzobispo Chomalí pide a los políticos «una verdadera lección de humanidad y de civilidad»
Chile: elecciones municipales y de gobernadores en octubre
Estas elecciones son especialmente significativas, ya que otorgan a los ciudadanos la oportunidad de influir directamente en la gestión de sus comunidades, como las que indica el arzobispo. Los gobernadores, por su parte, juegan un rol clave en la articulación entre el gobierno central y las necesidades específicas de cada región.
«Que estas elecciones sean una verdadera lección de humanidad y de civilidad, haciendo ver que es posible aspirar como país a una cultura superior. El daño que se le hace al tejido social el desprestigio de la cosa pública es enorme», dice el arzobispo de Santiago.
«Percibo a muchos partidos políticos más preocupados de las candidaturas a alcaldes, con la vista puesta en las elecciones presidenciales en dos años más que en la dramática situación que viven millones de chilenos que con el sudor de su frente llevan el pan a la mesa» señaló monseñor Fernando Chomalí, arzobispo de Santiago.
El prelado hace el diagnóstico del clima político actual marcado, como él indica, por una «‘trilogía mortal’: deserción escolar, armas a destajo y tráfico de drogas». Respecto de esto, añade, «el Estado tiene el deber de actuar a todos los niveles para terminar con este flagelo y ahora. Mañana será tarde».
Chile enfrenta otro importante proceso electoral en octubre de 2024 con las elecciones municipales y de gobernadores, un evento que promete reconfigurar el mapa político local y regional del país.
Estas elecciones son especialmente significativas, ya que otorgan a los ciudadanos la oportunidad de influir directamente en la gestión de sus comunidades, como las que indica el arzobispo. Los gobernadores, por su parte, juegan un rol clave en la articulación entre el gobierno central y las necesidades específicas de cada región.
Estas declaraciones, monseñor Fernando Chomalí las ha formulado en su habitual columna que escribe en el diario electrónico El Líbero. En su última edición, dice que a la luz de la realidad que se vive en Chile «les pido encarecidamente a todos quienes aspiran a cargos políticos que su actuar verbal, escrito y corporal tienda a elevar el contenido de los debates; eviten las descalificaciones; utilicen siempre el diálogo y el entendimiento razonado y razonable en la promoción del bien común y rechacen de manera categórica y sin ambigüedades todo atisbo de cualquier tipo de violencia».
Explica que este llamado «va dirigido a todos quienes participan en la arena política con vistas a las elecciones de octubre, pero sobre todo a los católicos. En ellos los valores de Evangelio y las enseñanzas de la Doctrina social de la Iglesia han de ser el fundamento de su actuar convencidos que la fe le abre a la razón perspectivas nuevas que contribuyen decididamente al bien común, a la justicia, a la paz y a la fraternidad».
Por eso, Chomalí solicita a continuación que los políticos «actúen de tal manera que todo acto, todo gesto, toda palabra, todo silencio haga apreciar la política y el sistema democrático que nos rige. Así, las elecciones están llamadas a convertirse para los candidatos en un gran espacio para sacar lo mejor del ser humano como el uso de un lenguaje adecuado, el respeto irrestricto al adversario político, la escucha atenta de la posición del otro, el debatir con ideas y no con descalificaciones, así como evitar las ironías que humillan al adversario.
Estas normas de comportamiento viniendo de los líderes políticos irán generando una cultura que se irá traspasando a todos los niveles de la sociedad. ¡Cuánto necesitan los jóvenes de líderes que busquen la verdad con sinceridad de corazón, que hagan de la vida virtuosa una norma de vida, y hagan ver el valor de la paz interior que implica actuar por convicciones y no conveniencia personal!»
«Que estas elecciones sean una verdadera lección de humanidad y de civilidad», afirma el arzobispo, porque «el daño que se le hace al tejido social el desprestigio de la cosa pública es enorme. Así, convirtamos los debates públicos, las opiniones vertidas en las entrevistas, en las columnas y en los discursos, una oda a la belleza de nuestro idioma, a la tradición democrática que tenemos que cuidar celosamente, a los grandes políticos que nos han precedido que dieron muestras de amplia cultura y de un gran amor a la patria».
Y concluye advirtiendo a los políticos que «no sean los protagonistas y menos los activistas de una contienda irrespetuosa, llena de odiosidades y maledicencias. Pregúntense si están contribuyendo a generar un clima de respeto o no; si están contribuyendo a que la ciudadanía haga un discernimiento sereno para elegir a su candidato, o están promoviendo las odiosas divisiones. Nunca nos olvidemos que antes de ser de tal o cual partido, de tal o cual coalición somos seres humanos cuya dignidad no puede quedar herida en una elección».-