Opinión

La lección no aprendida del 19 de abril de 1810

Eduardo Martínez:

La historia de Venezuela se ha escrito de manera épica. Los hechos se narran magnificando algunas incidencias, y dejando de lado otras. Sobre todo, personificando la grandiosidad en personajes que participaron ese día, y que luego llegarían a despuntar en lo que vino después.

Es así como se ha escrito la “historia oficial” venezolana. Construida sobre y alrededor de la figura de Simón Bolívar, El Libertador. Un hombre de una proyección universal, es indudable. Aunque sus hazañas fueron creciendo en la pluma de los historiadores y políticos de la época y de los momentos políticos en la vida republicana.

A la épica histórica de la independencia, se le ha tratado como a la Biblia católica de nuestras creencias, que se le leía, pero no se le podía analizar.

Los tiempos cambiaron a partir de la segunda mitad del Siglo XX. Ahora todo está bajo la lupa de los analistas y los lectores en general. La distancia ha sido superada por la tecnología. Las bibliotecas se abrieron, y ahora son de universal y libre acceso.

El caletre

En el caso del 19 de Abril, es obligatorio comenzar por lo que hemos conocido: el relato histórico resumido y oído en la escuela primaria,. Lo que repetíamos al caletre con sus puntos y comas.

Si mal no recordamos, era algo así como que “El 19 de abril fue la fecha inicial de nuestra independencia, cuando los habitantes de Caracas se dirigieron a donde hoy está la Casa Amarilla, en la esquina Nor-Oeste de la Plaza Mayor -hoy Plaza Bolívar- para pedirle la renuncia a Vicente Emparan, Capitán General de Venezuela. Momento en el cual, dirigiéndose a la poblada desde el balcón, Emparan preguntó si los caraqueños querían que él siguiera al Mando.  Fue cuando el presbítero José Cortés de Madariaga, parado detrás de Emparan, hizo señas con la mano para que le contestaran que NO. El pueblo de Caracas gritó que NO. Ahí Emparán replicó: Yo tampoco quiero Mando, y se fue. Siendo sustituidos los mandos enviados por el Rey de España, por una Junta Suprema”.

En el añadido no mencionado en el caletre, y que conoceríamos más adelante, aparece la llamada Sociedad Patriótica que agitó a los integrantes del Cabildo de Caracas. En esta Sociedad se nos aseguró que, entre otros integrantes, estaba Simón Bolívar. Lo cual es cierto.

¿Qué impulsan los acontecimientos del 19 de abril?

Para no hacer esta nota muy extensa, debemos puntualizar que el territorio venezolano venía siendo gobernado -por tres siglos- por la Corona española. Nadie conocía una forma distinta de gobierno.

En España, el reino había sido invadido por los franceses. Napoleón Bonaparte había depuesto a Fernando VII, y designado en su lugar a su hermano José Bonaparte, mejor conocido en el anecdotario popular como Pepe Botella, por su supuesta afición a las bebidas. Además de la eliminación de la Junta Suprema en España.

En Caracas, conocidas las noticias, los descendientes de españoles que integraban el Cabildo, en acatamiento a su condición de súbditos de la corona española, decidieron pedir la renuncia de Emparan que había sido designado por la Junta Suprema antes de su eliminación. Lo que culminaría en ese momento con la integración en Caracas de la “Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII”.

La revuelta del 19 de Abril no quedaría ahí. Posteriormente, evolucionaría en un sentido independentista, en la que se gestó un Primer Congreso en marzo del 1811, que cerraría esa primera etapa con la Declaración de Independencia del 5 Julio de 1811.

Lo que no aprendimos, no recordamos o no hemos querido recordar

Los sucesos del 19 de Abril debieron enseñarnos algunas cosas. De lo cual se ha aprendido poco, y también se ha cambiado poco.

En primer lugar, las instituciones nacieron de la herencia monárquica, copiadas en un primer momento de las estructuras tradicionales de la corona española.

En segundo lugar, los gobernantes -autodenominados “republicanos” por la influencia de la reciente Revolución Francesa- conservaron el talante absolutista. Lo que conoceríamos posteriormente, en la Venezuela independiente, como el espíritu caudillezco de los gobernantes y los aspirantes a gobernantes.

Es así como pasamos del “Rey soy Yo” al “Presidente Soy Yo”, cuando en verdad lo que estaban surgiendo eran Caudillos. Y un caudillo estaba sitiado por otros aspirantes a ser caudillos. Lo que signó el Siglo XIX republicano por 70 años de luchas intestinas, con sus guerras civiles y montoneras. Hasta que otros caudillos, Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, en el amanecer del SIglo XX lograron coronarse como los jefes únicos e inamovibles del país.

En tercer lugar, y el más importante lugar, es que no se aprendió de la actitud de Vicente Emparan: Cuándo renunciar. Eso no se aprendió. Aunque se hace necesario mencionar que el único que renunció desde el 19 de Abril de 1810 fue Hugo Chávez. Por cierto en un suceso no aclarado todavía por la célebre expresión enigmática del ministro de la Defensa un 11 de Abril: “Renuncia, la cual Aceptó”.

La renuncia

En Venezuela nadie ha aprendido a renunciar como lo hizo Vicente Emparan. Nadie. Y para muestra basta un botón: el actual presidente al Mando. Lo rechazan más del 80% de los venezolanos, los presidentes de sesgo de izquierda democrática de la región no solo lo evitan sino que lo critican abiertamente, y para más, hasta el Grupo de Puebla lo ha comenzado a calificar de “dictador”.

¿Dictador? Término que preferimos no utilizar, pero que comprendemos que es una especie de fase superior del caudillismo y del espíritu no aprendido del 19 de Abril de 1810.-

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@ermartinezd

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