Trabajos especiales

Manual del dictador: cómo convertirse en un tirano y sobrevivir a costa de maltratar al pueblo

Los politólogos, Bruce Bueno de Mesquita y Alastair Smith, retratan en su libro las mejores reglas para conseguir el poder y conservarlo

«¡Los hombres son algunas veces dueños de su destino!, ¡la culpa, querido Bruto, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos, que consentimos ser inferiores!», así arranca ‘El Manual del dictador’Abre en canal la naturaleza del gobierno. Y lo hace derrochando una sinceridad sin igual que los expertos coinciden en afirmar que refleja la realidad de un escenario global cada vez más complejo. ¿Quieres ser un dictador o un déspota? No es un ‘juego’ sencillo, pero es un juego al que todos, queramos o no, jugamos. Y lo que tenemos aquí es un manual de supervivencia que confirma la idea de que el diablo está en los detalles. Y los mejores construirán un régimen dictatorial sin igual.

Los politólogos Bruce Bueno de Mesquita y Alastair Smith se preguntan en su libro por qué se mantienen tanto tiempo los tiranos en el poder, ¿por qué la mala conducta es casi siempre buena política?…Para entenderlo es necesario dejar en suspenso la fe en la sabiduría convencional. El cuadro que van a pintar no es bonito, pero sí realista. Y su moraleja es también aplicable en democracia.

La culpa, por tanto, no está ni en las estrellas ni en nosotros mismos, sino en comprender que «el mundo de la política está marcado por unas reglas. Y poco durará el dirigente que sea lo bastante necio para gobernar sin someterse a ellas», señalan los autores.

Por ejemplo, afirman que la elección entre aumentar el bienestar social o enriquecer a unos pocos no es cuestión de lo benévolo que sea un dirigente. Puede que los motivos honorables parezcan importantes, pero son aplastados por la simple necesidad de tener contentos a los partidarios, y eso supone saber ante todo a cuántos tengo que recompensar. Mientras, gobierna a la caza de potenciales rivales. Ya que es «mejor tener leales incompetentes que rivales competentes», destacan.

Punto de quiebre

Una lectura que no deja indiferente a nadie en un año marcado por múltiples elecciones en todo el mundo. Y en el que el Índice de Democracia 2023 de ‘The Economist ‘refleja que la calidad democrática cae a un mínimo histórico en casi dos décadas. Solo un 7,8% de la población mundial vive en una «democracia plena». España, dicho sea de paso, se mantiene entre las democracias plenas, según este índice.

Y menos de la mitad del planeta, el 46%, vive en algún tipo de democracia, aunque solo un 8% lo hace en una democracia plena. Al tiempo que indica que hay 59 regímenes autoritarios que constituyen el 39% de la población mundial. Y las guerras y los conflictos armados no han hecho otra cosa que acentuar este desequilibrio. Y alertan que solo 40 de los 70 comicios del 2024 tienen las suficientes garantías para ser libres y justos.

Por eso no es de extrañar que los expertos digan que el único sucesor de Putin es Putin, y tras él su putinismo, según José Ángel López, profesor de derecho y relaciones internacionales de Comillas-Icade. Desde el final de la Guerra Fría, los regímenes autoritarios han sobrevivido al 89% de los líderes de mucho tiempo que murieron en el cargo. Y sus sucesores continúan librando las guerras de los predecesores, incluso cuando esas guerras van mal, según Andrea Kendall-Taylor y Erica Frantz, en su artículo en ‘Foreign Affairs’.

Reglas del líder

Regla 1:procura que tu coalición ganadora sea lo más pequeña posible. El tamaño lo es todo. Cuantos menos conformen el círculo de confianza más fácil es mantener el control, y supone menos gastos en dinero que pagarles. Bruce Bueno Mesquita explica a ABC que por ejemplo, India y Turquía han estado reduciendo el tamaño de su círculo de fieles durante la última década al restringir la concesión de derechos, Y Kim Jong-Un, en Corea del Norte, es un profesional en ello. «Ha disminuido su coalición ganadora purgando y ejecutando a cualquiera que fuera necesario», afirma.

Mientras, Alastair Smith nos señala que ésta es precisamente la batalla en Estados Unidos en este momento. Trump quería que los votantes del colegio electoral fueran elegidos por sus partidarios a nivel estatal, en lugar de ser elegidos por el electorado.

Tener un pequeño círculo de fieles RECURSO

Regla 2: aunque te rodees de un pequeño grupo selecto, debe tener un amplio grupo de seguidores suplentes, que reemplazarán a cualquier alborotador de la coalición. Y a su vez manda la advertencia a los esenciales de que deben ser leales. Y si no lo son siempre hay una pieza de repuesto. «La revolución de 1979, en Irán, amplió enormemente a los aspirantes, aunque no expandió particularmente la coalición ganadora, pero cambiaron quiénes estaban en ella», establece el libro. Y recordemos nunca dar por sentado esa coalición.

Regla 3:el flujo de caja más eficaz es el que empobrece a gran cantidad de gente y redistribuye el dinero entre tu círculo de leales. Es decir, hacer pagar más a quienes no están en la coalición ganadora que a quienes sí lo están. Pero evita ser tacaño con quien no debes, porque puede ser tu ruina. «Xi Jinping, presidente de China se enfrentó a una decisión importante. Adoptar políticas liberales que harían crecer la economía o contraer la libertad, aumentando la censura, incluso si eso significaba desacelerar la economía. Eligió lo último, porque el control político es siempre más importante que el crecimiento económico», afirma Smith.

Y también recuerdan que cuando pagues no mantengas nunca cuentas precisas, porque una contabilidad caótica es una póliza de seguro para que los seguidores permanezcan en la inopia sobre lo que recibe cada uno. Y para que no aparezca un oponente que quiera pagarles más.

Regla 4:paga a tus seguidores solo lo suficiente para mantener la cabeza sobre los hombros. Robert Mugabe, expresidente de Zimbabwe cada vez que veía un posible conato de golpe militar, pagaba muy bien a su ejército. En cambio, «Ucrania y Bielorrusia en 2021-2022 pagaron mal a sus miembros de la coalición y esto generó inestabilidad», apunta Mesquita. O la derrota de Hosni Mubarak, en Egipto, por un levantamiento de las masas es un ejemplo para los autores. Los recortes en la ayuda de EE.UU., una recesión económica y una alta tasa de desempleo, supusieron que a la coalición de Mubarak se le pagara mal. Por lo que el riesgo de una rebelión era menor de lo normal porque no iban a mover un dedo por el líder.

No obstante, la duda de los seguidores del gobernante de que un día puedan ser abandonados persiste, la idea es disiparla. Y si efectivamente, vas deshacerte de ellos, recuerda que «el silencio es oro», afirma el libro. Parece obvio, pero Ben Bella, presidente de Argelia en 1963, anunció que celebraría una reunión para realizar cambios en el gabinete y en el ejército. Lógicamente se aliaron para deponerlo. Por tanto, el arte de gobernar es un delicado equilibrio entre que tus seguidores se sepan prescindibles, pero a la vez afianzados. Mantenerlos en vilo, es la clave.

Regla 5; no saques dinero del bolsillo de tus seguidores para mejorar la vida de la gente. Es poco probable que los hambrientos tengan energía para derrocarte, de modo que no te preocupes por ellos. Pero si un miembro de tu coalición te abandona podría estar en apuros. «Ucrania, después de que Zelensky llegase al poder por primera vez, proporcionó bienes públicos en exceso (una señal segura de democratización) y oportunidades de corrupción insuficientes en relación con los niveles esperados. Y esto fue una amenaza para la estabilidad del régimen», indica Mesquita.

El libro matiza que una política beneplácita para las masas no necesariamente granjea lealtad entre los más allegados. El general Than Shwe de Myanmar, en 2008, después del ciclón Nargis, se aseguró el control de la ayuda alimentaria y su venta en el mercado negro por parte de sus soldados, en lugar de que fuera a la gente.

De historiales médicos, bancarrotas y cuentas bancarias

Un caso paradigmático para los autores es el de Simon Doe, un ‘Juan Nadie’ de Liberia, casi analfabeto que pasó a engrosar las filas del ejército de su país, en 1980. Sin embargo, tras reiterados retrasos en el pago a los militares, él, junto con 16 suboficiales, escaló la cerca de la Casa de Gobierno. Se encontró al presidente, William Tolbert, durmiendo y lo atravesó con una bayoneta. Se proclamó presidente de Liberia, suspendió la Constitución y ejecutó públicamente a los ministros del antiguo gabinete.

No sabía la teoría de cómo gobernar, pero sí cómo hacerse con el poder y mantenerlo. Hizo purgas y aumentó la paga de los soldados. Según el manual, se financió con los ingresos obtenidos por Estados Unidos para establecer bases y de Firestone para extraer caucho. No sacó adelante política alguna y la deuda externa se disparó. Pero, mientras supo dónde estaba el dinero se mantuvo en el poder.

Si bien esta historia continúa, una nota al pie de los autores, es que también la inminencia de la muerte de un líder es una de las pocas oportunidades de conseguir el poder. Señalan el caso del ayatolá Jomeini en Irán, pasó del exilio a hacerse con el poder frente a un sha enfermo. Ambos serían responsables de un gobierno con desaparecidos, torturados y muertos. La diferencia es que un sha difunto no podía garantizar las recompensas de sus seguidores. «La triste verdad es que si uno quiere llegar al poder en una autocracia, lo tiene más fácil robando historiales médicos que ideando soluciones para los males de la nación», afirman.

La otra oportunidad es esperar una bancarrota del gobierno, según Mesquita y Smith un detalle a la Revolución rusa más allá de la lucha de clases es que el zar no podía pagar lo suficiente a su ejército porque redujo las rentas procedentes del impuesto sobre el vodka. «El zar Nicolás creyó que un ejército sobrio sería más eficaz, pero olvidó que representaba la tercera parte de las rentas del gobierno. En un momento en que los gastos no estaban disparados por los costes de la guerra», relatan.

La historia de Doe termina cuando el gobierno estadounidense suprimió sus ayudas, y la recaudación de dinero para sus compinches se puso en peligro. Sus oponentes aprovecharon el momento actuando con celeridad y capturaron a Doe. Grabaron en vídeo su interrogatorio y la pregunta estrella fue dónde está el dinero y cuál es el número de cuenta bancaria. Doe se llevó el secreto a la tumba y sus captores se fueron con las manos vacías, lo que a su vez hizo que los mataran porque el dinero es siempre lo primero.

De dinastías y eunucos

Pero hay un obstáculo en todo esto, es el problema de los familiares del dictador, la dinastía. Para resolver esta cuestión, los otomanos que gobernaron lo que hoy es Turquía, desde 1299 hasta 1923, instituyeron la ley que permitía el fratricidio. La carrera de los herederos se solucionaba estrangulando con un cordón de seda a los que fracasaban por el camino.

Este tipo de gobierno dinástico también se ve en democracia. Los autores citan que casi el 20% de los presidentes estadounidenses tienen un parentesco cercano. Al 31 % de los miembros femeninos,, en política y al 8% de los varones les antecedió en su papel un pariente cercano. Pero para Mesquita y Smith mientras la autocracia es una batalla por las recompensas privadas,la política democrática es una batalla armamentística por ideas que se venden como buenas o por no muy malas. Y si eres el oponente y detectas que los partidarios del favorito están en desacuerdo con las bondades de una de sus ideas, puedes aplicar el ‘divide y vencerás’.

RECURSO

Una vez obtenido el poder, la idea es temer al que pueda sustituirte. Por ello, Mesquita y Smith apuntan que es mejor rodearse de familia, amigos o gente de tu propia tribu o clan. Sadam Hussein en Irak, Idi Amin en Uganda o Fidel Castro, siguieron esta premisa. Recordando a su vez, que quienes pueden llevar a un líder al poder también pueden derrocarlo.

Sadam Hussein ejecutó a 450 ‘amigos’. Porque sabía que «toda revolución puede tener su contrarrevolución», señalan. La otra lección de estas ejecuciones es hacer poco atractiva cualquier amago de rebelión. Y cuando sea inevitable tener consejeros competentes, los politólogos recuerdan que los emperadores mongoles, chinos o los califas idearon que fueran eunucos.

Riesgo de destitución según el tipo de gobierno

y tiempo en el poder

Autócratas

Demócratas

50%

40%

30%

20%

10%

0%

Menos de

6 meses

De 6 meses

a 2 años

De 2 a 4

años

De 4 a 6

años

De 6 a 10

años

Mas de 10

años

Fuente: ICCT / ABC

Si el dictador sobrevive a las turbulencias de su cargo, los autores calculan que en sus primeros años tienen el doble de posibilidades de ser depuesto que los demócratas. Superado este tiempo, se giran las tornas, y «los demócratas tienen un 43% de posibilidades de estar fuera, pero para el tirano la supervivencia, con el paso de los años, deviene más fácil.

Hacer de la corrupción una necesidad

Las dificultades de reunir y redistribuir la riqueza para los autócratas se soluciona mediante la corrupción, de hecho es una herramienta política fundamental. La cleptocracia es marca de la casa, con el robo de capital institucionalizado. Este manual sostiene que los líderes otorgan el derecho de extorsionar a los ciudadanos. Y ellos les evita el quebradero de cabeza de organizar y transferir fondos a sus seguidores.

Si la corrupción otorga poder, la corrupción absoluta otorga el poder absoluto, o casi. El truco lo ejemplifican con la policía rusa, un cuerpo que tiene bajos salarios. La idea detrás es que se den cuenta de que no solo es aceptable sino también necesario que sean corruptos. De hecho, cada vez que terminan su turno tienen que entregar una parte del soborno al ‘cajero’, que es un miembro de alto rango del departamento, sino son sancionados.

Otra vía es si el dirigente tiene la fortuna de contar con el maná de los recursos. Llama la atención que muchas veces se hable de la maldición de los recursos. «El petróleo es el excremento del diablo», dijo el venezolanao Juan Pablo Pérez, considerado el fundador de la Organización de Países exportadores de petróleo (OPEP) que pronosticó que ese recurso les traería la ruina.

»Las naciones con recursos de fácil extracción se quedan por detrás de las naciones que carecen de esos recursos. Los autócratas pueden extraer los recursos usando a compañías extranjeras, sin requerir de una activa participación de la población local». Por eso, señalan que una política eficaz no es necesariamente cívica.

Pero dicen que esto también se aplica a la política exterior practicada por un demócrata. «Muchas veces se da ayuda a gobiernos ladrones precisamente porque venderán a su pueblo a cambio de su propia seguridad política. «La lógica es que no se da ayuda para aliviar la pobreza, se da para mejorar la situación de los electores en los Estados donantes. La realidad es que a veces las democracias no quieren crear democracias», sostienen.

Mientras, los países con líderes autócratas como el emperador etíope Haile Selassie, cuando su nación se vio afectado por una hambruna sin precedentes, a los países que querían ayudar les dijo que tenían que pagar un extra para dar esa ayuda.»¿Es qué quieren ayudar de un modo tal que nuestro imperio no gane nada con ello?», dijo un ministro de Selassie, según relata Kapuscinski. Y añade: «El hambre ha existido siempre en la región ¿cómo íbamos a saber que en el norte había un hambre que no era la habitual?». Y Mesquita recuerda que la ONU estima que tres cuartas partes de la ayuda entregada directamente a los gobiernos está mal encauzada.

Dos razones para hacer algo, una buena razón y la verdadera razón

Además, indican que si se desata una guerra los demócratas son mucho más sensibles a los resultados de la guerra que los autócratas. Es más, ni siquiera la victoria garantiza la supervivencia política de un demócrata. Los autócratas sobreviven, incluso si el número de muertes es considerable. Tras la derrota de Sadam Hussein en la Primera Guerra del Golfo, duró más que cuatro presidentes estadounidenses. «Y es seguramente por eso por lo que los demócratas hacen mucho más que los tiranos para proteger a sus soldados», sostienen.

«Al final la guerra tiene que ver con la conservación del poder y el control de los recursos. Algo susceptible de ser entendido y remediado», señalan. Por eso pese al cinismo de estas ideas, los autores comentan que si vamos a jugar a la política, todos debemos aprender cómo ganar en el juego y cómo romper la baraja de la autocracia. Ya que como dijo Albert Camus, «la tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas».-

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba