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La equivocación de 17 “prominentes católicos” que piden la renuncia del Papa Francisco

"Me impacta ver como señalan y le imputan al Papa Francisco casos que gracias a Él se han resuelto"

 

«¿Qué es un crimen que sigan miles de víctimas literalmente mendigando justicia a sus obispos en diócesis del mundo? Verdad. Y no tiene nombre la ira que da»

 

«Falta muchísimo, pero no por falta de interés del Papa Francisco.  Aquí hay muchos que tienen que remar para el mismo lado y no lo hacen.  Ninguna víctima de abuso debe estar mendigando justicia y menos en la iglesia»

 

Me ha sorprendido leer una carta firmada por 17 personas que piden la renuncia del Papa Francisco. Dicen que viene desde la academia. Yo no soy teólogo ni académico de nada, soy un católico de a pie, que no pretende ser faro moral de nadie.

Fui abusado sexualmente por el infame sacerdote Karadima en Chile, encubierto por varios cardenales y obispos.  Luego de persistir y persistir con un costo personal enorme, logramos llegar al Vaticano, al Papa, y contarle la verdad que por años los que se decían sus amigos, el cardenal Francisco Javier Errázuriz y otros le ocultaban, engañándolo. El Papa Francisco, se metió de lleno en el tema abuso, ya había formado una comisión que reforzó, convocó una cumbre en Roma y desde ahí el tema quedó instalado para siempre.

Padre Karadima

Padre Karadima

¿Qué falta mucho por hacer y se cometen errores graves? Sin duda.

¿Qué algunos hemos sido privilegiados al ser escuchados hasta las más altas esferas?  Por supuesto.

¿Qué es un crimen que sigan miles de víctimas literalmente mendigando justicia a sus obispos en diócesis del mundo? Verdad. Y no tiene nombre la ira que da.

Pero me gustaría hablar sobre el Papa Francisco al que yo conozco más allá de una audiencia, sino con el enorme privilegio de estar cercano a él y haber visto cosas que estos académicos iluminados ni siquiera se han esforzado en ver o reconocer.

Me impacta ver como señalan y le imputan al Papa Francisco casos que gracias a Él se han resuelto. Además, acusan a cardenales que conozco y que han sido estrictos y serios en el tratamiento de los abusos sexuales por parte de miembros de su clero.

Por ejemplo, el caso del cardenal McCarrick, un verdadero monstruo.  Fue el Papa Francisco quien ordenó la investigación que nos impactó a todos y no sólo le quitó el cardenalato, sino que lo dimitió del estado clerical.  Pero, no, los “iluminados” no pueden reconocer eso y eximen a otros papas anteriores, a los que encienden velas, y que miraron para el otro lado al saber de las barbaridades de McCarrick.

Cupich y McElroy

Su cerrazón de mente, no les permite ver que personas como, por ejemplo, el cardenal Cupich, un blanco preferido de estos “iluminados tradicionalistas”, es un arzobispo que ha hecho de la arquidiócesis de Chicago un lugar donde se denuncia, se repara y se han puesto todo tipo de cuidados para que la lacra del abuso desaparezca.  El cardenal McElroy, atacado por sus ideas de inclusión de todos, es blanco de los “virtuosos” por eso mismo. Ya que, según ellos, el pensamiento es uno, el camino es uno y si no se va por ahí, el Señor te rechaza. Eso es mentira.

Hablemos del obispo chileno Juan Barros Madrid, a quien yo mismo denuncié.  Una vez que el Papa se dio cuenta de lo que había hecho y después de una exhaustiva investigación y mucho dolor para tantos, lo echó.  En el año 2018 hizo historia, al hacer renunciar a la conferencia episcopal chilena en masa y destituir a unos 9 obispos.  (Faltan más, pero vamos en camino).

A los cardenales chilenos Francisco Javier Errázuriz y Ricardo Ezzati los removió después del escándalo chileno.  Al peruano cardenal Cipriani (del que no hablan los “virtuosos” por ser tradicionalista como ellos). Pero es otro al que el Papa removió al día siguiente de cumplir 75 para escándalo de estos “visionarios e iluminados”.

En estos últimos días y por primera vez, vemos como el Vaticano y el arzobispo de Toledo han ordenado silenciar al sacerdote Francisco Javier Delgado y sus colegas del podcast Ultra tradicional “La Sacristía de la Vandee” — donde no se salvan más que ellos – y no fue por decir que “les gustaría que el Papa Francisco se fuese al cielo” que ya es malo.  Sino por criticar a una valiente víctima del Sodalicio, Juan Enrique Escardó. Él es el primer denunciante del Sodalicio. Un hombre abusado y acosado por la organización a la que denunció desde hace 24 años.  El sacerdote Delgado se permite insultarlo y desacreditarlo.  El clericalismo – cáncer de la iglesia — en su máxima expresión. El dicasterio de la Doctrina de la Fe ordenó que estos otros “más santos que tú y yo” se callen, ojalá para siempre y dejen a la gente en paz.

Francisco José Delgado anuncia el cierre de La Sacristía de la Vendée

Francisco José Delgado anuncia el cierre de La Sacristía de la Vendée

Así hay muchos, y otros que aún no pagan sus abusos, sus encubrimientos y las barbaridades que dicen para encubrir.  Hay mucho por hacer, especialmente por el bien de las víctimas de estos crímenes.  Me consta — y veo al Santo Padre –cuando se junta con víctimas, llora con ellos, cuando ayuda hasta con llamados telefónicos, cartas, y reuniones que no se hacen como un ejercicio de relaciones públicas como antaño donde las víctimas lloraban y luego la iglesia quedaba como “tan compasiva” y hacía un comunicado de prensa con fotos.  Insisto, falta muchísimo, pero no por falta de interés del Papa Francisco.  Aquí hay muchos que tienen que remar para el mismo lado y no lo hacen.  Ninguna víctima de abuso debe estar mendigando justicia y menos en la iglesia.

A éstos, que sólo defienden la institución y se definen por sus caras sotanas y se consideran poseedores de la verdad absoluta, las víctimas solamente les sirven para promover sus ideales torcidos y cuando les conviene.  Porque, cuando se trata de culpar o apuntar a obispos y curas que son “de su lado”, echan a correr como el viento y culpan al demonio, a la víctima que esperó tanto para hablar, a los masones, y los medios que los persiguen a estos “pobrecitos” curas u obispos.

Tampoco me deja de sorprender algo que mencionan estos “virtuosos e iluminados”, que el Papa Francisco apoye a todos, desde los pobres a los inmigrantes, a la comunidad LGBTQ, a los divorciados y tantos que se sienten marginados por los que se creen “más santos que tú y yo”.  Me ha impresionado — al tener el privilegio de estar cercano al Papa Francisco — la cantidad de amigos y personas a las que no conozco que me escriben que se han acercado a la iglesia porque se han sentido invitados por el Papa Francisco.

Papa Francisco

Yo reconozco que somos una sociedad extremadamente polarizada, pero la iglesia y los hombres y mujeres que la conforman ya sean laicos, consagrados o clérigos, bien nos vendría un buen baño con la doctrina del Papa Francisco.  Como Juan XXIII abrió las puertas y ventanas de la iglesia para que entre el aire y entremos todos, seas quien seas.

Al final, el Señor nos dice que se nos va a juzgar por cuánto hemos amado y no por las sotanas que usamos, las veces que nos arrodillamos para recibir la comunión, cuánto nos golpeamos el pecho u oímos la misa en latín, las veces que hacemos un podcast criticando a otros porque nuestra verdad es la única, usamos los sacramentos como armas para castigar, y así tanto más.

El Papa Francisco nos invita a ser mejores, a querernos, a querer a los demás, a ayudar a los más débiles y pobres, a los que sufren, a los que son diferentes a nosotros.  Buscar la misericordia y la justicia.  Suena bien.  No como lo que dicen estos “más santos que tú y yo” que se sienten virtuosos cruzados de la religión. Eso ya pasó. Hay mucho que arreglar, pero hoy es imperativo amar. Y amar mucho.  Hagámoslo.

Juan Carlos Cruz

Juan Carlos Cruz

 | Juan Carlos Cruz, miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores y Personas Vulnerables

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