Las deudas también enseñan
En esta Venezuela de hoy es más aplicable que nunca el viejo refrán de que No todo lo que brilla es oro
Inés Muñoz Aguirre:
Entre las acciones que creo que más molestan a cualquier profesional serio, comprometido con su trabajo, está el tropezarte con clientes que terminan por no pagarte lo que has realizado.
He reflexionado mucho sobre una reciente experiencia para llegar a la conclusión de que a lo largo de mi carrera he tropezado con tres casos que puedo mencionar con claridad: Una señora en Valencia que comercializaba con los terrenos de una gran hacienda propiedad de una de las familias más nombradas de la región. El segundo caso un señor que pretendía vender un seguro para los recién llegados teléfonos celulares y el tercero, el que solicitó trabajo de imagen para varias de sus actividades.
La experiencia te enseña a manejar con destreza otro tipo de información. Descubres patrones que te permiten identificar las señales que nunca debes pasar por alto. Entendiendo que en muchos casos el aprendizaje no funciona porque te niegas a creer que ese ser “encantador” te va a estafar.
Pero nunca está demás reconocer las características comunes en los tres casos: Personas que hablan más de la cuenta vendiéndose a sí mismos y a sus principios. Son personas que exhiben su preocupación por los más necesitados y hacen aportes aislados que muestran como parte de una bandera que genera “cambio social”. Profusión de choferes, guardaespaldas y personal, cuya presencia se justifica explicando que nos encontramos en un país dominado por la inseguridad. Demuestran afecto, mandan regalos y hacen invitaciones. Cuentan en sus equipos de trabajo con personas cuya fidelidad se compra con prebendas que terminan por hacer que los abducidos se hagan la “vista gorda” ante las faltas.
En los tres casos el dinero se pone de manifiesto a través de fiestas, viajes, invitaciones a su entorno . En los tres coincide el argumento de “lo mal que están las cosas”. Te cuentan con frecuencia sobre los logros familiares recalcando la pobreza anterior y su espíritu de superación. Si logras permanecer durante un tiempo en las cercanías te darás cuenta como su grupo de relación varía de forma constante. Son pocos los que se detienen.
¿Qué te lleva a desconocer las señales? Tus propios principios. En mi caso particular recuerdo como una vez mi mamá me solicitó que le pagara un dinero que me había dado. Yo adolescente, sentí como un mazazo en mi cabeza. ¿Cómo mi mamá me pedía que le pagara aquel dinero si ella sabía que yo no trabajaba? El único dinero que yo recibía era el que ella misma me daba y el que me daba mi papá cuando nos visitaba. Con la voz quebrada por mis emociones le reclamé, ¿cómo te voy a pagar mamá y si no te pido dinero a ti a quién se lo voy a pedir? Y tuve una respuesta que jamás he podido olvidar.
Con voz tranquila mi mamá argumentó: El asunto está en que cuando tú me pediste este dinero nunca me dijiste mamá dame, tu dijiste mamá préstame y cuando uno contrae una deuda por encima de todo, la prioridad tiene que ser pagar a quien adeudas. Por supuesto le pagué a mi mamá con la siguiente mesada que recibí.
Lección inolvidable. Con el tiempo entiendes que todas las acciones de tu vida están regidas de una u otra manera por tus principios familiares.
Puede que en esta oportunidad no logre ver el dinero ganado con el producto de mi trabajo, con el cual cumplí a cabalidad hasta el día que se me dijo que ya no se necesitaba de nuestros servicios, pero la reflexión surgida de ello me conduce a invitarlos a pensar sobre las enseñanzas de sus padres y el legado que en consecuencia se construye hacia los hijos.
En esta Venezuela de hoy es más aplicable que nunca el viejo refrán de que No todo lo que brilla es oro. Creo que en medio de las enseñanzas también lo escuché numerosas veces a lo largo de mi adolescencia y juventud.
En los tiempos de surgimientos casi espontaneo de grandes fortunas y de las redes sociales, vemos que esos mismos que te deben exhiben mucho brillo y reflexiones falsas. En este tipo de personas lo que vemos son cascarones vacíos en los que se evidencia que su única enseñanza fue hacer dinero. Si pretendemos rescatar los principios de nuestra sociedad las enseñanzas a las nuevas generaciones tienen que construirse con el ejemplo. En cada acción frente a tus hijos y nietos piensa que en el futuro ellos harán lo que les enseñes.-