Opinión

122 Aniversario de la República que perdimos

Lastimosamente solo el 77.9 por ciento de los cubanos sabían leer y escribir, sin embargo, Cuba ocupaba la tercera posición en América Latina, después de Argentina y Uruguay

Pedro Corzo:
Cuba no era un paraíso. Nunca lo fue, pero era unos de los países con mejores índices sociales y económicos de toda América Latina.
Había numerosos problemas, sin embargo, se habían resueltos más de los que se enfrentaban, aunque desde mi perspectiva, el golpe militar del 10 de marzo de 1952 que rompió el ritmo constitucional propició un desequilibrio que afectó gravemente a la Nación y facilitó la irrupción del totalitarismo en nuestro país.
Cierto que la Constitución de 1940 había sido restablecida, 1955, no obstante, el clima político y la convivencia no volvieron a ser los mismos a pesar de los progresos económico.
El periodo previo al triunfo de la insurrección la situación económica y social estaban en franco proceso de mejora. Tanto que el doctor Salvador Villa, en su libro, “Cuba, Cenit y Eclipse”, afirma, “muchos de nosotros mismos ignorábamos hasta qué punto llegaba el grado de desarrollo alcanzado en comparación con el resto de América Latina y el mundo y es preciso conocerlo y recordarlo con orgullo, para sentirnos más cubanos.”.
Contábamos con amplias libertades económicas y una notable movilidad social. Las inversiones extranjeras eran importantes y la legislación laboral era significativamente positiva, aunque no se cumpliera en su totalidad.
La Constitución de 1940, carta elaborada en asamblea publica por todas las fuerzas políticas del país, incluidos los comunistas, establecía la división de los poderes públicos y la independencia de los mismos, junto a prerrogativas sociales y económicas mucho más avanzada que la mayoría de otras legislaciones del hemisferio.
Salarios mínimos, fijada por comisiones paritarias de patronos y obreros. Prohibición de hacer descuento de los salarios o sueldos de los trabajadores; el estipendio de los trabajadores tenía que ser saldado en dinero no en mercancías; seguro social obligatorio, incluida la invalidez y la vejez; derecho a jubilación por antigüedad y pensión por causa de muerte, siendo Cuba el primer país del mundo que otorgo este derecho a los trabajadores agrícolas.
Jornadas laborales de ocho horas, seis para quienes estuvieran entre los 14 y 18 años de edad. Descanso retribuido de un mes por once de trabajo; protección a la maternidad obrera, con descanso forzoso y pago de salario a las embarazada seis semanas antes del parto y seis semanas después.
Libertad de sindicalización y colegiación; derecho a huelga, contratación colectiva de trabajo, obligatorio para patrones y obreros. Inamovilidad laboral, obligación de estado de construir viviendas baratas para los trabajadores y asistencia social por parte del ministerio de salubridad.
Señala Villa, con informaciones extraídas, entre otros, de anuarios de Naciones Unidas que el salario promedio del trabajador agrícola cubano era el séptimo de Mundo y el segundo de América y en salario industrial, el segundo del continente.
No podemos afirmar que estas disposiciones en la Constitución Nacional se cumplieran a cabalidad en todo el país, pero si en amplios sectores de la vida productiva.
La educación fue una preocupación constante de los gobiernos de la República. La Constitución establecía que era obligatoria hasta el sexto grado y gratis hasta el octavo. Las escuelas vocacionales eran gratuitas. La matrícula en las Universidades del Estado era de $50.00, sin que faltaran la inscripción gratuita.
En la Isla se podía impartir la enseñanza privada, religiosa o laica, regidas por los patrones de la educación pública. Los centros educacionales primarios del país ascendían a 10,600 siendo de ellas publicas 8900, habían 14 Escuelas Normales para maestros e igual número de escuelas de Comercio y 21 Instituto de Segunda Enseñanza sin contar los privados, además, de escuelas de Periodismo, Bellas Artes, de Agricultura y Tecnológicas.
En 1958, teníamos 12 Universidades de las cuales 3 eran públicas, todas disfrutaban de plena autonomía universitaria.
Lastimosamente solo el 77.9 por ciento de los cubanos sabían leer y escribir, sin embargo, Cuba ocupaba la tercera posición en América Latina, después de Argentina y Uruguay.
La Salud, estaba por encima de otros países de nuestro continente. La mortalidad infantil, la menor de toda Latinoamérica, 37.6% y la mortalidad general, una de las más bajas del mundo, 5.8 % por cada mil habitantes.
La economía mostraba señales de fortaleza y crecimiento constantes, como lo evidenciaba el sistema bancario nacional que estaba constituido por bancas especializadas, entre otras, el Banco de Fomento Agrícola e Industrial, Comercio Exterior, Desarrollo Económico y Social, la Financiera Nacional y el Fondo de Hipotecas Aseguradas.
No quiero agotarlos con cifras, pero solo ellas y la devastación actual, pueden dar testimonio de la República que perdimos los cubanos.-
Pedro Corzo
Periodista
(305) 498-1714

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