Lecturas recomendadas

¿Tenemos conciencia?

 

Rafael María de Balbín:

 

La persona humana no es insensible, sino apasionada. Como obligan a decir al cliente algunos bancos: No soy un robot. ”Las pasiones son los afectos, emociones o impulsos de la sensibilidad –componentes naturales de la psicología humana–, que inclinan a obrar o a no obrar, en vista de lo que se percibe como bueno o como malo. Las principales son el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la cólera. La pasión fundamental es el amor, provocado por el atractivo del bien. No se ama sino el bien, real o aparente” (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n . 370).

“¿Las pasiones son moralmente buenas o malas? Las pasiones, en cuanto impulsos de la sensibilidad, no son en sí mismas ni buenas ni malas; son buenas, cuando contribuyen a una acción buena; son malas, en caso contrario. Pueden ser asumidas en las virtudes o pervertidas en los vicios” (Idem , n. 371).

Además de las pasiones tenemos conciencia. “La conciencia moral, presente en lo íntimo de la persona, es un juicio de la razón, que en el momento oportuno, impulsa al hombre a hacer el bien y a evitar el mal. Gracias a ella, la persona humana percibe la cualidad moral de un acto a realizar o ya realizado, permitiéndole asumir la responsabilidad del mismo. Cuando escucha la conciencia moral, el hombre prudente puede sentir la voz de Dios que le habla” (Idem, n. 372).

La conciencia es inseparable de la persona. “La dignidad de la persona humana supone la rectitud de la conciencia moral, es decir que ésta se halle de acuerdo con lo que es justo y bueno según la razón y la ley de Dios. A causa de la misma dignidad personal, el hombre no debe ser forzado a obrar contra su conciencia, ni se le debe impedir obrar de acuerdo con ella, sobre todo en el campo religioso, dentro de los límites del bien común” (Idem , n. 373).

La conciencia admite y necesita un desarrollo. “La conciencia recta y veraz se forma con la educación, con la asimilación de la Palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia. Se ve asistida por los dones del Espíritu Santo y ayudada con los consejos de personas prudentes. Además, favorecen mucho la formación moral tanto la oración como el examen de conciencia” (Idem, n. 374).

Hay unas normas generales que ayudan al desarrollo de la conciencia. “Tres son las normas más generales que debe seguir siempre la conciencia:

1) Nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien.

2) La llamada Regla de oro: «Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos» (Mt 7, 12).

3) La caridad supone siempre el respeto del prójimo y de su conciencia, aunque esto no significa aceptar como bueno lo que objetivamente es malo” (Idem, 375).

Pero la conciencia puede cometer errores. “La persona debe obedecer siempre al juicio cierto de la propia conciencia, la cual, sin embargo, puede también emitir juicios erróneos, por causas no siempre exentas de culpabilidad personal. Con todo, no es imputable a la persona el mal cometido por ignorancia involuntaria, aunque siga siendo objetivamente un mal. Es necesario, por tanto, esforzarse para corregir la conciencia moral de sus errores” (Idem, n. 376).-

(rbalbin19@gmail.com)

Imagen referencial: BM Editores

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